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  1. No apta para menores

    martes, noviembre 29, 2005

    “Ahora se suele criticar a la televisión por transmitir tanta violencia, cuando más cruel ha sido la Biblia: en sus páginas se come a niños, se llama a matar a los enemigos, se queman casas, se sacan los ojos a los hombres. Los dueños de la televisión moderna no han inventado nada nuevo”

    Ryszard Kapuscinski
    periodista y escritor polaco

  2. Descubrir la mentira

    jueves, noviembre 17, 2005

    © Fernando G. Toledo

    Distinguir una moneda falsa de una genuina puede ser más o menos difícil. A veces, sólo basta con el contexto. Por ejemplo: si tenemos dos cajas bien identificadas, una con monedas verdaderas y otra con las que no lo son, nos resultará sencillo elegir tal o cual. Evitémonos por ahora el proceso que nos hizo llegar a la discriminación y posterior separación de las monedas: mientras vayamos a la caja azul, sacaremos una moneda real. Si metemos la mano en la roja, en cambio, lo que saldrá será algo muy distinto: parecerá la verdadera pero, sabemos, nunca lo será.
    El problema es si alguien nos cambia una moneda de lugar. Si por alguna razón, por descuido o incluso por mala intención, nos cae una moneda falsa en la caja azul, podríamos llevarnos un fiasco: iríamos a pagar y el vendedor nos diría “¿es que quiere estafarme?”. Estaría en lo cierto, pero es que el estafado habría sido uno mismo también. Nos lamentaríamos entonces, y diríamos: “no basta con confiar en el contexto, a veces hay que examinar bien el objeto para saber si es verdadero o falso”.
    Discovery Channel es una señal de televisión por cable (o satelital) que llega a muchos hogares del mundo. Varios de los que están leyendo esto, de seguro, habrán pasado algunas horas de su vida siguiendo algunos de sus excelentes programas: vida de animales, repasos históricos, aventuras en la selva, avances de la ciencia. Hasta una divertida “caza de mitos”. Socia de la BBC de Londres, Discovery es una empresa que agrupa también otras señales con su marca (de turismo, de salud) y que arrastra el suficiente prestigio como para que sus emisiones sean consideradas confiables por la mayor parte de la teleaudiencia.
    El problema de confiar en el contexto puede hacernos pasar un mal rato con Discovery también. Eso, al menos, si nos atenemos a uno de los programas que el canal emite usualmente, y que, por el hecho de que otros de sus shows son de gran calidad y rigor científico, nos puede engañar soberanamente.
    Misterios se llama el programa en cuestión. Lo que se supone busca es contar hechos que la ciencia “no ha podido explicar”, y que tienen que ver -perdón por la palabra- con “lo paranormal”. Percepción extrasensorial, posesiones demoníacas, exorcismos: todo cabe en el show. Producido por la empresa New Dominion Pictures, Misterios tiene dramatizaciones de notable virtud cinematográfica e investigaciones de nula calidad. Veamos un caso paradigmático, el de la emisión (en la Argentina) del 29 de agosto de 2005, llamada Apariciones en Connecticut (*): según nos cuentan allí, la familia Parker, residente en Connecticut, debió acudir a “especialistas demonólogos” porque su casa y uno de los hijos estaban poseídos. Así sin más, con ese único enunciado, pasaron a mostrarnos a los Warren, una pareja anciana que visitó la casa de los Parker y confirmó el temor: el demonio, personificado en un espantoso ente que había “anidado” en el sótano de la casa, iba a dar pelea y había que realizar un exorcismo con urgencia. Los Warren dieron un diagnóstico “preciso”: “La posesión consta de cinco pasos: primero la invasión, cuando el ente elige la casa; la infestación, que es cuando se aísla el objetivo; la opresión, cuando el inviduo poseído empieza a ponerse violento; la posesión misma, cuando la víctima ya pierde el control; y el quinto y definitivo paso: la muerte”.
    Por supuesto, cada palabra, cada escenificación (se mostraba al chico “poseído”, al enigmático matrimonio, al supuesto “ente”) eran acompañadas con una música tétrica y una voz en off circunspecta. Un momento álgido de la narración llegaba cuando el matrimonio Warren ponía el toque de tensión: había que hacer un exorcismo, pero tenía que ser “oficial” y, por ende, “autorizado por la Iglesia Católica”. Allí entraba a tallar un sociólogo que ratificaba toda la historia, y para hacerlo apelaba a “lo que dicen las creencias”, con lo cual daba por evacuada toda duda. La cosa seguía con el arribo al lugar del padre Frank (“quien debe ser muy escéptico y descartar perturbaciones psicológicas y engaños antes de aceptar que es satanismo”, aseguraba curiosamente el sociólogo). El cura, como es de esperar, concedía que la casa estaba tomada por un ente, y entonces, por fin, el padre Richard, el verdadero exorcista, llegaba a la casa, rezaba un par de avemarías, presenciaba levitaciones, temblores muebles e inmuebles, derretimientos de una estatua virginal y, de pronto, el ser maligno era expulsado. El milagro, decía el capítulo de Misterios, había sido filmado aunque por alguna extraña causa, jamás develada, esa filmación no se mostraba. Por si eso no fuera ya de por sí sospechoso, los testimonios de los “verdaderos protagonistas” de la historia de terror tenían lo suyo. Los verdaderos Parker hablaban, pero en penumbras, para que no se les viera la cara. ¿Por qué no iban a querer contar a rostro descubierto su historia si era tan maravillosa y con un final feliz?
    Vale decir que, a la hora de otorgar méritos, el director del capítulo merecía su crédito. Llevaba la historia con pulso firme, ponía tensión, drama y tomas ingeniosas. Los actores no se quedaban atrás y jugaban su papel con convicción.
    Ahora bien, ¿en qué se parece Misterios a la mayor parte de la programación de Discovery Channel?: sólo en que sale por la misma señal. Y eso es lo grave. La moneda falsa está confundida con las verdaderas, y el riesgo es evidente: el televidente desprevenido puede creer que Misterios tiene el mismo grado de rigor científico que la toma anterior de la cópula de los felinos, el comportamiento de la iguana, el descubrimiento de un planetoide u otro de los temas que horas antes han sido puestos en pantalla.
    A Misterios le falta lo que de Discovery damos por supuesto: el escrutinio crítico. Y por eso no es confiable. A menos que consideremos confiables las pruebas que nos presenta, meros testimonios utilizados acríticamente, sin su correspondiente confrontamiento con pruebas o al menos explicaciones alternativas que denoten cuán “misterioso” e insasible el tema tratado. “El mal está enlazado con el bien. El exorcismo es uno de los últimos dominios verdaderos del misterio”, asegura a la sazón, en Apariciones en Connecticut, el sociólogo que antes había jugado a ser escéptico.
    Quizá poco importe buscar qué había detrás de la historia de los Parker. Ante semejante cuento, acaso primero habría que saber si algo de tal historia sucedió. Pero suponiendo que sí, también tendríamos que asegurarnos qué pruebas demostrables se registraron, además de tener la certeza de que quienes dijeron vivirla no tenían algún problema mental, o si no fueron víctimas de alguna alucinación o de sugestiones agravadas por la extrema credulidad (el sociólogo mencionado decía en su turno suspicaz que “hay fe en los exorcizados de que se van a curar, así que es probable que se curen por eso mismo”).
    Lo que sí cuenta, es que Discovery pierde su mentada seriedad al mostranos estos casos “explicados” por la pseudociencia (incluso, pseudociencia barata). Dilapidada la confianza -algo de culpa habremos tenido también- perderemos un poco el respeto cada vez que la sintonía encaje en este canal, y será justo. Tendremos que estar atentos: si la mentira nos viene de un mentiroso, es probable que no la creamos. Si nos llega de alguien que creíamos honesto, quizá nos haga pasar el río con botas y nos coman los cocodrilos. En cualquiera de los dos casos, la mentira nunca podrá ser una verdad.

    (*) Otro de los capítulos de Misterios se titula Apariciones en Georgia. En la red, pueden verse reacciones opuestas de varios televidentes ante estos programas en el contexto de este canal.

  3. © F. G. T.

    En la otra vereda de la condescendencia irresponsable que pregona Discovery Channel, una señal que comparte el mismo espectro como es National Geographic Channel (la versión televisiva de la gran revista mensual), enfoca su lente en casos “paranormales”, pero no para avalarlos livianamente, sino para refutarlos. Revelaciones, que sale por la señal de “Nat Geo” los miércoles, también sabe “venderse”: presenta con un halo de “misterio” casos al parecer inexplicados, pero los somete a investigaciones científicas o de simple escepticismo, de modo que un caso de apariciones o abducciones puede estar inducido por problemas mentales del testigo, las manchas sugerentes en el piso de la casa pueden deberse sólo a humedad o algún aclamado milagro ser un mito sostenido por la tradición. Para el telespectador, cierto es que una apuesta como la de “Nat Geo” seguro es más respetable que la estupidez avalada por la “apertura de mente” de un programa como Misterios -u otro de Discovery: Más allá de la ciencia-, cuando no de un canal como Infinito, cuyo único afán es conseguir audiencia, aunque el precio a pagar (ya que tanto va a ganar) sea estafarla.
    Es importante decir que en noviembre de 2005, Discovery ha estrenado una nueva producción, llamada Factor desconocido, en la que se bucea con supuesto escepticismo en algunas supersticiones, sobre todo las apariciones fantasmales. En el primer capítulo (jueves 3 de noviembre), se vio pasar por la pantalla al increíble presentador Pedro Amorós (ver la bitácora El Retorno de los Charlatanes) y, al mismo tiempo, al investigador inglés Vic Tandy, quien descubrió cómo las frecuencias bajas de sonido producen alucinaciones. Pero Factor desconocido, que podría eximir a Discovery de culpas anteriores, no puede cumplir con lo que se propone. Otra vez, cabe la comparación con National Geographic. En Revelaciones, una pregunta ejemplar (a la manera de la navaja de Ockham), cierra siempre cada episodio: “Si podemos encontrar explicaciones naturales, ¿por qué buscarlas fuera de este mundo?”. La contrapartida del primer episodio de Factor desconocido, en cambio, es esta frase vergonzosa (a la inversa de la navaja de Ockham): “Los investigadores no se han puesto de acuerdo, así que los fantasmas, hasta que haya una nueva explicación (sic), seguirán conviviendo con nosotros (re-sic)”.

    (*) El título de este artículo recuerda una sugerencia que hacía Carl Sagan en su libro El mundo y sus demonios, acerca de un programa de TV que explicara racionalmente lo que parecía sobrenatural. La existencia de un show como Revelaciones seguro lo habría reconfortado.

  4. Crítica a un teórico del creacionismo

    lunes, noviembre 14, 2005

    © Jorge Méndez (*)

    [A propósito de la determinación tomada por el Consejo de Educación de Kansas, donde se enseñará la teoría creacionista como alternativa a la evolución, el autor analiza los postulados de uno de los autores claves del diseño inteligente: Michael Behe].

    Michael Behe, en su Caja negra de Darwin, dice que no niega la evolución de las especies, pero pretende que ciertas estructuras bioquímicas son complejas irreductiblemente y esa complejidad, imposible de conseguir con la evolución, que sería un mecanismo al azar, es prueba de la existencia de lo que él llama "el diseñador inteligente consciente" (o Dios, para ser más precisos), ya que sólo él pudo haberlas "diseñado". Ahora bien, ¿en qué consiste la complejidad irreductible? Se dice que una estructura es compleja irreductiblemente si sus partes están íntimamente relacionadas entre sí, y, si falta una pieza, todo el sistema se viene abajo o deja de funcionar. Según Behe, es imposible que las partes de un sistema complejo hayan estado separadas del sistema del que forman parte. Esto, porque sólo funcionan como componentes de un mecanismo funcional, y es imposible que un sistema complejo que sólo funciona con cierto número de pasos químicos haya evolucionado de una sola vez de un sistema con menos partes o que desempeñara funciones distintas de las actuales, ya que no sería funcional y si no es útil, luego la selección natural lo eliminaría y jamás hubiera aparecido. Pero como existen, no queda más remedio que decir que no son fruto de la evolución, sino que de un milagroso diseñador que habría planificado de antemano estas estructuras para permitir la vida. Ejemplos de estas estructuras serían: el mecanismo bioquímico de la coagulación sanguínea, las reacciones bioquímicas del flagelo de las bacterias, etc.

    Refutación
    1) Hace mucho que se sabe que sistemas complejos pueden evolucionar de sistemas más simples que tengan menos partes, y que hayan desempeñado funciones limitadas u otras funciones distintas de las actuales. En el ejemplo del flagelo de la bacteria, Behe ignora que hay cilios o flagelos en otros microorganismos que, a pesar de tener menos partes que el flagelo de la bacteria, funcionan aunque con una gama más limitada de funciones que el flagelo bacteriano. Si las partes del mecanismo bioquímico del flagelo de la bacteria no pueden existir separadas de éste, ¿cómo se explica que la estructura de ese flagelo se encuentre en un organelo de la yersinia pestis? ¿Cómo se explica que, para remate, no sea usado para locomoción sino como dispositivo para inyectar toxinas? ¿Cómo se explica que algunas proteínas que llevan a cabo reacciones bioquímicas en los túbulos del flagelo bacteriano puedan funcionar separadas de éste desempeñando otras funciones?
    En el ejemplo del mecanismo bioquímico de coagulación de la sangre, se sabe que sus proteínas son el resultado de la modificación evolutiva de las proteínas que desempeñaron funciones distintas de las actuales en. el sistema digestivo ¿No se suponía que es imposible que ese mecanismo surgiera por modificaciones evolutivas de otro que desempeñara funciones distintas?

    2) Behe, con su pretensión de que estos sistemas tuvieron que aparecer forzosamente de una sola vez, y que es imposible que surgieran por la evolución (ya que eso implica un cambio al azar solamente), ignora la teoría de la evolución, ya que según los evolucionistas las modificaciones evolutivas son graduales y necesitan un gran espacio de tiempo para realizarse, no aparecen de una sola vez. Y si bien las mutaciones genéticas son al azar, no lo es la selección natural, que permite propagar los cambios evolutivos que den ventajas reproductoras en función del ambiente, lo que hace que este mecanismo sea causal y que combinado con las mutaciones al azar engendre orden. Es increíble que Behe ignore los principios evolucionistas como la selección natural, que es la lógica de esa teoría, y el principio de preadaptación, que es conocido desde los días de Darwin, ya que este principio explica cosas tan banales como la preadaptación de los huesos de un cuadrúpedo terrestre que se convirtieron en aletas de una ballena; o que las aletas cortas y duras de un cierto pez con saco aéreo estaban preadaptadas para ser las patas de un futuro anfibio; etc.
    Lo mismo, mutatis mutandis, ocurre con las estructuras bioquímicas con partes preadaptadas para evolucionar en otras estructuras más complejas. Si Behe no entiende o no conoce bien la evolución, ¿cómo se atreve a criticar aquello de lo que no tiene ni idea?

    3) En las argumentaciones de Behe vemos varias falacias, he aquí algunas de ellas:
    a- Falacia de bifurcación: "o bien el azar creó la maravilla del flagelo celular o fue un diseñador inteligente. Es imposible que fuera el azar, luego..." (se le olvida la tercera opción de la evolución o combinación de azar y selección natural, o sea, el orden).
    b- Falacia de razonamiento en círculo: "la existencia de la complejidad de las estructuras bioquímicas sólo puede ser explicada por la hipótesis de un diseñador inteligente. Y sabemos que la hipótesis del diseñador es cierta... por la existencia de la complejidad de las estructuras bioquímicas" (se le olvida que la verdad de una hipótesis se obtiene por predicciones de nuevos hechos que hayan sido verificadas).
    c- Falacia del argumento de la ignorancia: "no hay pruebas de que la evolución haya formado los mecanismos subcelulares, luego eso es una prueba de que la evolución no existe a nivel subcelular" (la ausencia de pruebas no es prueba de ausencia). "No puede demostrarse que un diseñador no diseñara los complejos mecanismos bioquímicos, luego el diseñador los hizo".
    d- Falacia non sequitur: "no me cabe en la cabeza cómo la evolución formó el flagelo celular, luego la evolución no lo hizo y tuvo que ser Dios". "Como todavía no comprendemos ciertos detalles en los procesos subcelulares, luego jamás los comprenderemos y sólo Dios pudo haberlos diseñado".
    e- Falacia de inconsistencia lógica: "la evolución no pudo formar los sistemas subcelulares complejos; pero, eso sí, sí pudo formar los sistemas celulares, organismos, especies y ecosistemas más complejos aún" (aunque parezca increíble, eso piensa Behe).

    4) El diseño inteligente de Behe no es ciencia, sino pseudociencia, ya que viola sistemáticamente los siguientes criterios científicos:
    a- Falsabilidad: el diseño inteligente de Behe no es falsable, ya que no adelanta ninguna posible observación que pudiera refutar a su hipótesis. Luego es irrefutable: pseudociencia.
    b- Capacidad predictiva: no predice ningún hecho nuevo o inesperado que de confirmarse pueda verificar su hipótesis.
    c- Parsimonia de niveles: apela a niveles metafísicos, como el diseñador inteligente, que son innecesarios cuando basta con los niveles de realidad más próximos y verificables.
    d- Consistencia externa: el diseño inteligente es un creacionismo mal disimulado que no tiene compatibilidad con ninguna ciencia contigua, a diferencia de la evolución que es compatible con la geología evolucionista, la evolución estelar, etc.
    e- Confirmación empírica: carece de evidencias empíricas que le permitan competir con la teoría de la evolución y sus pruebas bioquímicas, genéticas, embriológicas, paleontológicas, etc.
    f- Consistencia meta-científica: viola el postulado de la legalidad (todo obedece a leyes empíricas) y el postulado de Lucrecio ("nada sale de la nada"), ya que el diseñador inteligente, supuestamente, no obedece a ley alguna y de la nada hizo el mundo (sic); etc.

    (*) Reproducido con permiso para Razón Atea.

  5. Sin noticias de Ratzinger

    viernes, noviembre 11, 2005

    © Javier Sampedro (*)

    El físico Lawrence Krauss seguía ayer (30 de agosto de 2005) sin noticias de Ratzinger. Les recuerdo en dos frases de qué va el tema. A Krauss se le ocurrió contraponer la cerrazón de los creacionistas norteamericanos con una supuesta tolerancia evolucionista del Vaticano, y ni habían pasado dos semanas cuando el influyente cardenal de Viena, Christoph Schönborn, le respondió que de eso nada, que Roma ni acepta ni puede aceptar una evolución basada en los ciegos azares de la selección natural. Krauss y otros dos científicos escribieron en julio al Papa pidiéndole que desautorizara a Schönborn, toda vez que el cardenal se había cargado directamente la teoría de Darwin, y justo cuando el presidente Bush preparaba su aparatosa declaración de apoyo a la enseñanza del creacionismo. Pero ya ven, no parece que el Papa se haya desgañitado para conseguir plaza en el primer vuelo a Viena y someter a Schönborn a público escarnio para reconciliarse con los científicos. Tal vez haya una rectificación más adelante, hacia el siglo XXV.
    La cuestión evolutiva no es un simple capítulo más de las tensiones históricas entre ciencia y religión. El filósofo Daniel Dennett, que ha terciado estos días en el debate (www.edge.org), se maravilla de que los movimientos religiosos la tengan tomada con el darwinismo, cuando seguramente podrían recabar muchos más apoyos populares contra la mecánica cuántica o la teoría de la relatividad. La razón, seguramente, es que ninguna religión se siente atacada por la mecánica cuántica ni por la teoría de la relatividad. Recuerden que fue un cura quien propuso el Big Bang, y que Pío XII aplaudió la teoría como la confirmación científica del Génesis. Hasta Roma acepta la ciencia cuando le viene bien. Lo que nos fuerza a la conclusión de que Darwin le viene fatal. O eso cree Roma.
    La demonización cristiana del darwinismo tiene más de manía histórica que de argumento teológico. Cuando embarcó como naturalista en el H. M. S. Beagle, Darwin se sabía de memoria la Teología natural del reverendo William Paley, un libro que demostraba la existencia de Dios mediante los evidentes signos de diseño que muestran los seres vivos. Y El origen de las especies puede leerse como una refutación meticulosa y obsesiva del libro de Paley "hasta en el estilo de los argumentos, la elección de los ejemplos, los ritmos y las palabras", según ha documentado el evolucionista Stephen Jay Gould. La selección natural es una teoría para fabricar diseños sin necesidad de diseñador: una teoría hecha a medida para pulverizar los argumentos del reverendo, uno por uno y sin compasión. Paley no fue una víctima colateral de la evolución. Darwin fue a por él y lo corneó. Por eso no le perdonan.
    Porque, por lo demás, mal se puede sostener que el darwinismo sea una amenaza mayor para el cristianismo que la incertidumbre de Heisenberg, que le prohíbe a Dios saber dónde están las partículas que acaba de crear, o los universos paralelos, donde un alma puede ser pura o pecadora según en qué universo mire uno.
    El director del Proyecto Genoma, Francis Collins, que está preparando un libro para explicar los detalles de su fe cristiana, declaraba hace una semana en The New York Times: "Las similitudes de los genes humanos con los de otros mamíferos, gusanos y hasta bacterias son impresionantes. Si Darwin hubiera tratado de imaginar una forma de probar su teoría, no podría haber encontrado nada mejor, salvo una máquina del tiempo. Pedir a alguien que rechace todo eso para probar lo mucho que ama a Dios... ¡Qué horrible elección!".
    A mí no me parece tan horrible, la verdad. ¿Qué clase de Dios es el que dota de ojos a sus criaturas para luego pedirles que no los usen?

    (*) Publicado el 31/8/2005 en El País de Madrid

  6. © Yolanda Monge

    WASHINGTON-El Consejo de Educación de Kansas ha aprobado una propuesta que permitirá enseñar en los institutos la teoría del diseño inteligente (la nueva etiqueta del creacionismo) como una explicación científica de la vida. La propuesta fue aprobada el martes por seis votos a favor y cuatro en contra, lo que significa que a partir de ahora se enseñará en las aulas que existen "dudas razonables" sobre la teoría de la evolución formulada por Darwin en el siglo XIX. La decisión del Estado de Kansas es una victoria para la derecha religiosa más recalcitrante. El diseño inteligente, defendido por el presidente de EE UU, George W. Bush, no es más que la nueva envoltura con la que los fundamentalistas cristianos presentan la vieja tesis del creacionismo bíblico y el rechazo a la teoría de la evolución formulada por Charles Darwin.
    El Consejo de Educación no puede dictar qué se enseña a los alumnos de las escuelas públicas, pero sí puede exigirles ciertos conocimientos a la hora de pasar los exámenes estatales.
    "Es una gran victoria para los alumnos de Kansas que les va a aportar una visión completa para debatir sobre el darwinismo impuesto por los científicos", opinó Casey Luskin, del Instituto Discovery, el principal lobby norteamericano a favor de la teoría del "diseño inteligente", citado por France Presse.
    Por su parte, Jack Krebs, profesor y presidente de la asociación Ciudadanos de Kansas por la Ciencia, se manifestó "consternado", y señaló: "No cabe ninguna duda de que quieren dotar a la ciencia de explicaciones sobrenaturales".
    Los defensores del diseño inteligente celebraron su victoria y la consideraron el triunfo de "la libertad de expresión". Los oponentes denunciaron el resultado como una "política mezquina" y un "fracaso para la ciencia".
    A los estudiantes de los institutos de Kansas se les podrá decir que la vida en la Tierra es demasiado compleja para ser explicada por la evolución darwiniana, un proceso basado en la adaptación a las cambiantes condiciones locales, y que funciona sin necesidad de una mano conductora. Los ataques a Darwin se presentan como "críticas científicas", pero sus promotores buscan demostrar que debe existir un "diseñador inteligente" detrás del proceso evolutivo. Darwin no desaparecerá de las aulas, pero tendrá que convivir con sus alternativas religiosas.
    Otros cuatro Estados (Minesota, Nuevo México, Ohio y Pensilvania) ya habían aprobado la enseñanza de análisis críticos de la evolución, pero sólo en términos generales. Kansas va más allá al especificar puntos concretos que, según los nuevos creacionistas, revelan la debilidad de la teoría de Darwin. El presidente Bush entró en la polémica el verano pasado al asegurar que "ambas teorías" deberían ser enseñadas.
    "Este es un gran día para la educación. El diseño inteligente enseña mucho más sobre la ciencia", dijo Steve Abrams, el presidente republicano del Consejo de Educación de Kansas. Los miembros del Consejo que votaron en contra acusan a Abrams y sus colegas de introducir la religión en los colegios públicos a través de una ficción de la ciencia. En su opinión, la decisión será mala para la educación y mala para la fama -ya dañada- del Estado de Kansas. "Es un día muy triste, no sólo para los alumnos de Kansas, si no para Kansas en sí", aseguró en The New York Times Janet Waugh, uno de los miembros del Consejo que votó en contra. "Nos hemos convertido no sólo en el hazmerreír de la nación, si no del mundo entero".
    El diseño inteligente "no aporta ninguna explicación natural que pueda ser sometida a prueba", dijo el genetista Francisco Ayala. "Es un insulto a la ciencia, a la educación y a la Constitución".

    Publicado el 10/11/2005 en El País de Madrid
    Ver también el artículo ¿Dónde ponemos a la religión?

  7. Rosa Mística, o la ausencia de razón

    martes, noviembre 01, 2005

    © Fernando G. Toledo

    En la pantalla de televisión, la imagen era clara: sobre el trozo de madera, con forma de rostro humano, de virgen, de "María Rosa Mística", rodaban dos surcos de un agua espesa. Oportuna, como si supiera que la estaban filmando, la estatua rodeada de miles de fieles que -como cada 27 de cada mes- acudían a venerarla, ofrecía un gesto a modo de prueba para expresar el "milagro". "Milagro", por otra parte, ratificado por la voz del locutor ("la virgen está llorando"), de los encargados de administrar el lugar ("la virgen ha dado un mensaje") y por algún diario del día siguiente ("la Rosa Mística lloró").
    En la provincia argentina Mendoza, en un distritro llamado El Algarrobal, la veneración por esta modesta efigie ha revolucionado a los ligeros creyentes del lugar y ha puesto a prueba el rigor de los medios masivos de comunicación. Como era de esperar, en general la revolución de fieles ha concluido en multitudes agolpadas en torno al "fenómeno" y los medios, por su parte, no siempre han pasado el examen.
    La construcción de dicho "fenómeno" es más bien típico, aunque vale la pena relatar su origen. A un hombre, Manuel Yanzón -de origen humilde y con problemas de salud por un grave accidente de larga data- se le ocurrió decir que había recibido un mensaje de la Virgen de marras y que su figura debía ser reverenciada. El asunto tuvo algunos ingredientes: que supuestamente Yanzón "vio descender a la Virgen María junto a Cristo", que recibía y transcribía (¡!) los mensajes de la Rosa Mística, que acaecían manifestaciones sobrenaturales (un halo de luz, proliferación de una sustancia brillante en el ambiente, etc.) y, muy interesante, que la oficialidad de la religión católica repudiaba el interés que la imagen despertaba.
    En beneficio de la festividad, cada día 27 ("aniversario" de la "manifestación" en Yanzón) los creyentes comenzaron a visitar el lugar, cada vez en mayor número. El negocio estaba en marcha: se construyó un "santuario" acorde con la popularidad, se dispusieron puestos de venta de consumos diversos (vinchas, banderas, comida, estampitas) y hasta se organizaron tours para visitar y presenciar el "milagro". Entre los visitantes de la virgen había, por supuesto, de todo un poco. Desde los curiosos hasta los convencidos. Desde los enfermos, que preferían dejar de visitar al médico para requerir la sanación milagrosa de la Rosa, hasta los sanos que rogaban por la mantención de su salud. Por supuesto, los testimonios también eran diversos. Algunos, habían "sentido" la presencia de la Virgen, habían apreciado un "notable aroma a rosas" en el ambiente (atribuido a cierta magia y no a la proliferación de flores y de perfume en el lugar). Más aun: cuando se colocó una cruz en el predio, ésta, dijeron, "sudaba" una sustancia pegajosa, "escarchillaba" milagrosamente. Sí: esa misma cruz tal vez recién barnizada -como sugirió una periodista local- tenía una "extraña" pegajosidad. Por ello, los más fervientes declaraban estar frente a la mismísima santa, mientras que los más incrédulos no dejaban de afirmar ambiguamente que "algo se ve, algo se siente".
    El Arzobispado local, en tanto, se sentía incómodo y, por las dudas, había negociado con Yanzón el silencio de éste, para evitar peligrosas competencias de fe. Ante esa tirantez entre el culto oficial y ordenado y el popular y multitudinario, las opiniones se dividían y los creyentes oficialistas abogaban por la vuelta a los templos, mientras que los rosamísticos advertían que "no se puede ir contra lo que la gente cree".
    Por todo ello lo de aquel 27 de mayo de 2005 fue particular: justo ese día y justo ante las cámaras, se decidió que la imagen de la Virgen lloraría. Más allá del artilugio (las explicaciones pudieron ser infinitas y perfectamente realistas antes que la del "milagro" que declamó, por caso, el conductor del programa que transmitió el "llanto" en vivo), curiosas fueron algunas declaraciones. Una de ellas confirmaba la excusa de las "lágrimas": la Virgen "está triste y llora por la ausencia de los sacerdotes en este día", dijo una "vocera" de la Rosa Mística y de Yanzón. Es decir, esa imagen elegía manifestarse no por el dolor de tantos enfermos que tenía ante sí, no por la violencia y la guerra del mundo actual, no por la pobreza reinante: sólo porque no todos le rendían culto. Y más: decidía hacer un "milagro" y en lugar de, entonces, curar el cáncer de los enfermos, acabar con las guerras y la violencia, dar un corte a la pobreza, apenas se esforzaba porque surgiera agua de un trozo de madera.
    Durante los meses previos, los dos diarios más importantes de la provincia, informaron confusamente sobre el asunto. Los Andes, el más antiguo de los dos matutinos, dio a veces por ciertas las manifestaciones mágicas a Yanzón y por verdad los fenómenos que la gente consideraba reales y no meras sugestiones. Diario Uno, el otro periódico, en general (no siempre) fue más cauto y describió el caso sin afirmar su veracidad. Excepto por el día de las "lágrimas", cuando se invirtieron los roles: Uno habló del "milagro que todos presenciaron", de las "lágrimas" y del "llanto", mientras que Los Andes dijo que "la gente creyó ver lo que parecían lágrimas" y que el público "atribuyó todo a un milagro".
    La cosa había llegado tan lejos que el Arzobispado amenazó con una visita al lugar, que hasta el momento, supuestamente, no había pisado, y llamó a sus fieles que sentaran cabeza y escucharan el suyo, el verdadero mensaje. Dieciocho días más tarde, se decidió a rechazar de modo oficial la certeza de los milagros y de la validez de la Rosa Mística como imagen venerable, curiosamente con argumentos que pueden, todavía, usarse para rechazar la certeza de sus propias creencias todas y la validez del cristianismo (y cualquier religión) como verdad universal.
    Si, por un momento, algún insolente testigo de este embrollo tiene la ocurrencia de preguntarse en qué instancia de tal fenómeno entró a jugar la razón, la respuesta sería muy sencilla: en ningún momento.
    Sabido es que en todo creyente radica una enorme cuota de irracionalidad -casi por definición, ya que si sus certezas se basan en la fe, no son certezas, pues-. Sabido es que los impostores florecen en los más áridos territorios, y que cuando escasean los impostores, abundan los delirantes, aquellos que no se preguntan cuánto de lo que creen ver u oír proviene de su enrevesado cerebro y cuánto verdaderamente ocurre fuera de él. Sabido es que la Iglesia Católica hace esfuerzos diarios por mantener su canon, porque éste garantiza la rentabilidad de su negocio, con casa central en el Vaticano. Sabido es que los medios masivos adolecen de rigor. ¿Era extraño, entonces, que la razón faltase y una ficción como la de la Rosa Mística se representara en escenarios verdaderos? ¿Que fuera incluso transmitida por TV era extraño? De ningún modo.
    Resulta que, de haber no primado, pero al menos haberse inmiscuido una pizca de razón en todo este episodio, las conclusiones y los hechos habrían acontecido de otro modo. Si Yanzón, en el principio de la cadena, se encontraba con un individuo razonable que escuchara su testimonio, éste podría haberlo hecho reflexionar con preguntas similares a "¿cómo estás seguro de que te habló la Virgen y no fue sólo tu imaginación?"; "¿cuán rápido dicta como para que puedas transcribir sus mensajes?"; "¿por qué la Virgen supuestamente te exige que la glorifiques y no, a cambio, te ofrece algún beneficio para la humanidad?". Un individuo razonable podría haberle propuesto, incluso, un desafío: "si es realmente la Virgen, un ser maravilloso, superior, si da mensajes sobre el futuro, ¿por qué no le sugieres que te dé un dato acerca de cómo curar el sida, el cáncer, el Alzheimer?". "¿Por qué no le consultas acerca de qué esta hecha la misteriosa materia oscura del universo?" podría haber propuesto un interlocutor todavía más sagaz.
    Si la razón hubiera primado y Yanzón, ya instalado y con su Rosa Mística en pie, brindaba un "milagro" como el "llanto" de su estatua, ¿por qué nadie le solicitaba tomar muestras de las "lágrimas" o inspeccionar la madera de que estaba hecha? Quizá había cera o aceite sobre el rostro de la efigie, y por pura casualidad -no vaya a creerse que esto era intencional- ésta se derritió y confundió a todos. Tal vez se probaba que no eran lágrimas y no había milagro. Aunque si Yanzón y todos los fieles estaban seguros de que lo era, ¿qué daño habría ocasionado una pequeña revisión científica seria? De paso, los medios evitaban la confusión y no pasaban papelones. Era un examen que los periodistas que cubrían el hecho, los diarios, las radios y los canales de televisión podrían haber solicitado: en definitiva, su obligación es informar al público sobre hechos concretos y comprobados, no sobre meras suposiciones. Si la confirmación del milagro se daba, ya que estamos, qué gran noticia para desplegar, a página completa, al día siguiente.
    Si la razón se hubiera presentado, hace mucho tiempo y con la fuerza que sabemos tiene, ya no habría dioses más que en las ficciones. Y las ficciones serían más bellas, acaso. Con la razón presente las religiones habrían desaparecido, porque quién daría crédito a la fe, quién daría dinero a los que comercian con lo irracional, quién olvidaría que en nombre de la fe se ha asesinado, se ha inquirido, se ha saludado regímenes genocidas, se ha mentido y se ha engañado. Pero la razón de que la razón no se haya presentado es que ésta no es un ente que va a ser provisto por la casualidad: como tal la razón no existe. Sólo existen los hombres que razonan. Y, por lo visto, a diferencia de los religiosos, de los impostores, de los delirantes, de los inexactos, los hombres razonables no abundan, no crecen en terreno estéril. Hay escasez de hombres razonables. Encontrar alguno hoy, podría decirse, es casi un "milagro".

    Fuentes: Diario Uno, diario Los Andes, Canal 7 de Mendoza, Canal 9 de Mendoza, testimonios particulares.

  8. * "Los milagros han ocurrido. Muchas enfermedades terminales se han curado por nuestras oraciones" (Manuel Yanzón).
    * "La Virgen está triste y llora por la ausencia de sacerdotes este día (.). Creemos que la Rosa Mística siente un profundo dolor" (Adriana Mecchia, "vocera" de Yanzón).
    * "No existen razones suficientes para reconocer como auténticas las presuntas manifestaciones sobrenaturales como visiones o audiciones de la Santísima Virgen o de nuestro Señor Jesucristo vinculadas a María Rosa Mística" (Arzobispado de Mendoza).
    * "La Iglesia no suele considerar esto (los "fenómenos") como garantía de un hecho sobrenatural. No tienen necesariamente un origen divino" (Arzobispado, no hablando de la fe cristiana en general como podría creerse, sino de la Rosa Mística).

    Fuentes: Diario Uno, diario Los Andes.