Rss Feed
  1. Museo de la ignorancia

    lunes, mayo 28, 2007

    © Camilo José Cela Conde

    A punto de abrir sus puertas, el museo del creacionismo de la ciudad norteamericana de Kentucky va a suponer un paso adelante en la tarea, menos desesperada de lo que cabría dar por bueno, de convertir el mundo real en otra cosa. El museo albergará la mayor parte de los dogmas arrastrados desde hace siglos acerca de cómo se produjo la aparición de la vida, y en especial de los seres humanos, en el planeta. En Kentucky los creacionistas -de la secta de Respuestas en el Génesis que lleva a cabo una interpretación literal del proceso de creación narrado en la Biblia- presentan un panorama que contradice por completo no sólo las enseñanzas de Darwin sino buena parte de los conocimientos científicos actuales. Por más que el museo haya contratado a un astrofísico, Jason Lisle, para garantizar que lo enseñado allí se ajuste a los presupuestos de la ciencia actual, la tarea es imposible. No sólo se trata de mostrar -demostrar sería un verbo excesivo- que Dios existe sino de apuntalar también, con mera parafernalia de las películas de ciencia ficción, supuestos absurdos como el de que los dinosaurios vivieron a la vez que los seres humanos, que el mundo fue creado hace menos de 10.000 años o que el Cañón del Colorado se generó no por erosión a lo largo de millones de décadas sino de golpe durante el Diluvio Universal.
    El disparate es gigantesco y, para cubrir los objetivos de ser una alternativa sólida, fiable y precisa a los conocimientos dados por buenos en el mundo de la experimentación científica, no sólo necesitaría borrar de un plumazo la paleontología sino, de paso, la biología entera, la geología y la química, por no hacer referencia a la física más elemental. Hasta 27 millones de dólares se han gastado en el proyecto, un dinero que proviene de fondos privados y por lo demás de origen desconocido. Pero los medios que se utilizan en el museo del creacionismo son suficientes para obtener el éxito popular. La animación de los dinosaurios, dignos de una película de Spielberg, fascinará a los niños por más que se afirme así, a bote pronto, que los tiranosaurios se convirtieron de vegetarianos en predadores de golpe, en un santiamén, por culpa del pecado humano y sin necesidad siquiera de transformar su aparato digestivo -el de los dinosaurios, claro. Basta con que se transforme razón en corazón, como busca el museo de forma explícita, para justificar cualquier disparate.
    ¿Con qué razón? Detrás del proyecto del museo creacionista no está ninguna empresa altruista. La empresa tiene de manera bien poco disimulada como objetivo el de convertirse en un grupo de presión de los que asaltan en los tribunales a las universidades. Para ello busca -y por el momento encuentra- el respaldo popular necesario para sustentar una alternativa política bastante parecida a lo que, en el otro lado del mundo, lograron los talibanes.
    El disimulo no llega muy lejos. Los promotores del museo exigen que cualquiera que trabaje allí firme, para ser contratado, una declaración de fe en la que manifieste que comparte las creencias de la secta. Tal vez quienes sigan por esa vía deberían leer, en vez de a Darwin, a Lewis Carroll. En especial el diálogo entre Humpty Dumpty y Alicia en el que se plantea si uno puede hacer que las palabras signifiquen cualquier cosa.



    Publicado en La Opinión de Málaga.

  2. Ateísmo mutuo

    viernes, mayo 25, 2007

    © Sam Harris
    Traducción de Fernando G. Toledo

    ¿Por qué a usted no le quita el sueño convertirse al Islam? ¿Puede usted probar que Alá no es el único y verdadero Dios? ¿Puede probar que el arcángel Gabriel no visitó a Mahoma en su cueva? Por supuesto que no. Pero usted no necesita probar ninguna de esas cosas para rechazar por absurdas las creencias de los musulmanes. Ellos llevan la carga de probar que su Dios y Mahoma son válidos. Y no lo han hecho. No pueden hacerlo. Las afirmaciones que los musulmanes hacen de la realidad simplemente no pueden ser corroboradas. Esto es absolutamente evidente para cualquiera que no se haya autoanestesiado con el dogma del Islam.
    La verdad es que usted sabe lo que es ser un ateo con respecto a las creencias de los musulmanes. ¿No es obvio que los musulmanes se engañan a sí mismos? ¿No es obvio que cualquiera que piense que el Corán es la palabra perfecta del creador del universo es porque no ha leído el libro críticamente? ¿No es obvio que la doctrina del Islam representa una barrera casi perfecta a la indagación honesta? Sí, todo eso es obvio. Entienda que de la manera en que usted ve el Islam es precisamente la manera en que un musulmán devoto ve el cristianismo. De esa manera veo yo a todas las religiones.

    De Carta a una nación cristiana (2006)



  3. El debate divino

    jueves, mayo 17, 2007



    © Jon Meacham
    Traducción de Newsweek Argentina y Fernando G. Toledo

    Rick Warren tiene el tamaño de un oso, una voz retumbante y un encanto natural. Sam Harris es compacto, reservado y, a pesar del tono polémico de sus libros, amigable y suave. Warren, uno de los pastores más conocidos del mundo, comenzó en Saddleback en 1980; en la actualidad, 25.000 personas asisten a su iglesia todos los domingos. Harris tiene una voz más suave; para expresarse utiliza extensos párrafos, completos y repletos de datos, como corresponde a un doctor en neurociencias. Tras la reciente invitación de Newsweek, se reunieron en la oficina de Warren y charlaron, en su mayor parte de modo amigable, durante cuatro horas. Éstos son algunos extractos.

    Jon Meacham: Rick, por el hecho de que estás jugando de local, comenzaremos con Sam. Sam, ¿existe un Dios en el sentido en que lo cree la mayor parte de los estadounidenses?

    Sam Harris: No ha ninguna evidencia de tal Dios, y vale la pena destacar que todos nosotros somos ateos con respecto a Zeus y los miles de otros dioses a los cuales nadie rinde culto acualmente.

    Rick, ¿qué pruebas hay de la existencia del Dios de Abraham?

    Rick Warren: Veo las huellas de Dios en todas partes. Las veo en la cultura, en el derecho, la literatura, la naturaleza, en mi propia vida. Intentar entender de dónde vino Dios es como si una hormiga intentase entender cómo funciona internet. Hasta el más brillante de los científicos reconoce que solo sabemos un pequeño porcentaje del conocimiento del universo.

    Harris: Todo científico debe aceptar que no comprendemos el universo en su totalidad. Pero ni la Biblia ni el Corán representan nuestra mejor comprensión del universo. Eso está más que claro.

    Warren: Para usted.

    Harris: Hay tanto sobre nosotros que no está en la Biblia… Todas las ciencias específicas, desde la cosmología hasta la psicología y la economía, han superado y reemplazado lo que la Biblia nos presenta como verdades de nuestro mundo.

    Sam, ¿los cristianos a los que está dirigido su libro [Letter to a Christian Nation] deben creer que Dios escribió la Biblia y que ésta constituye una verdad literal?

    Harris: Bueno, claramente hay un espectro de confianza en el texto. Quiero decir, está la parte de «esto es literalmente verdad, no interpretamos nada ni siquiera en sentido figurado», y luego la parte de «simplemente este es el mejor libro que tenemos, escrito por las personas más inteligentes que hayan vivido, y es válido organizar nuestras vidas a su alrededor excluyendo otros libros». Sea como sea, tengo un problema, porque para mí la Biblia y el Corán no son má sque libros, escritos por seres humanos. Hay partes de la Biblia que me parecen absolutamente brillantes y sin igual poético, y otras partes son extractos del más puro barbarismo, y aun así profesan establecer una moralidad divina, ¿por dónde empezar? En cuanto a algunos hechos que se relatan en Levítico, Deuteronomio, Éxodo, 1 y 2 Reyes y 2 Samuel, la mitad de los reyes y profetas de Israel sería enjuiciada en La Haya por crímenes de lesa humanidad si esos actos se realizaran en nuestros tiempos.


    [A Warren] ¿La Biblia es infalible?

    Warren: Creo que es falible en aquello que dice serlo. La Biblia no dice ser un libro científico en muchos aspectos.

    ¿Usted cree que la Creación ocurrió del modo en el que se la describe en Génesis?

    Warren: Si lo que me pregunta es si creo en la evolución, la respuesta es «no». Creo que Dios, en un determinado momento, creó al hombre.

    Harris: Estoy haciendo un doctorado en neurociencia; frecuento mucha literatura sobre biología evolutiva. Y el punto central es que la evolución por selección natural es una mutación genética aleatoria que se desarrolla durante millones de años en el contexto de presiones ambientales que seleccionan al más apto.

    Warren: ¿Quién selecciona?

    Harris: El medio ambiente. No hace falta invocar a un diseñador inteligente para explicar la complejidad que percibimos.

    Warren: Sam hace que toda clase de afirmaciones basándose en sus presupuestos. Estoy llevado a admitir mis presupuestos: hay pistas de Dios. Hablo con Dios todos los días. Y él me habla a mí.

    Harris: ¿Qué significa eso realmente?

    Warren: Una de las mayores evidencias de Dios son las plegarias atendidas. Tengo un amigo, canadiense, con un problema de inmigración. Él vive como internado en su templo, y entonces yo dije: «Dios, necesito que me ayudes con esto», cuando salía dar mi paeso matinal. Mientras caminaba, me encuentro con una mujer que me dice: «Soy abogada en temas de inmigración; estaría feliz en tomar este caso». Ahora bien, si esto hubiera sucedido una sola vez en mi vida diría «es una coincidencia». Si sucede miles de veces, no es una coincidencia.

    Debe de haber habido veces en su ministerio en que usted haya orado por alguien que necesitara curarse y no lo haya hecho, digamos, una niña con cáncer.

    Warren: Oh, absolutamente.

    Entonces, analícelo. Dios le manda una abogada de inmigración, pero Dios mata a una niñita.


    Warren: Bueno, creo en la bondad de Dios, y creo que él lo sabe mejor que yo. Dios a veces dice que sí, Dios a veces dice no y Dios a veces dice espera. He aprendido la diferencia entre no y todavía no. La cuestión aquí realmente viene a rendirse. Un montón de ateos se esconden detrás del racionalismo; cuando comienzas probando, te encuentras con que sus reacciones son bastante emocionales. De hecho, jamás he conocido a un ateo que no estuviese enojado.

    Harris: Déjame ser el primero.

    Warren: Creo que en tus libros te mostrás bastante enfadado.

    Harris: Puedo mostrarme más impaciente que enojado. Déjame responderte a esta noción de plegarias atendidas, porque es error típido, usar una frase estadística. Sabemos que los seres humanos son tienen un terrible sentido de la probabilidad. Hay muchas cosas que creemos que confirman nuestros prejuicios sobre el mundo, y prestamos atención a los datos que nos los confirman, pero no a los que los contradicen. Podrías probar para satisfacción de todo científico que la plegaria intercesora funciona si preparas un experimento sencillo. Pon a 1.000 millones de cristianos a rezar por un solo amputado. Déjalos pedirle a Dios que regenere el miembro perdido. Esto sucede a diario con las salamandras, se supone que sin plegarias de por medio; esto está entre las capacidades de Dios. [Warren se ríe]. Encuentro interesante que la genet de fe sólo tienda a rezar por condiciones que están autolimitadas.

    Warren: Eso es una tergiversación.

    Harris: Pero volvamos a la Biblia. ¿Usted cree que Jesús es el hijo de Dios porque cree que los Evangelios son un recuento válido de los milagros de Jesús?

    Warren: Ésa es una de las razones.

    Harris: Bien, igualmente sabrá que otras religiones del mundo también tienen en su literatura milagros igual de sorprendentes que los de Jesús, inclusive contemporáneos. Por ejemplo, millones de personas creen que Sathya Sai Baba nacio de una virgen, que ha resucitado muertos y que materializa objetos. Hasta se pueden ver algunos de sus milagros en YouTube. Como cristiano, puede decir que sus historias de milagros no son interesantes, que no merecen atención, pero si se las sitúa dentro del contexto religioso precientífico del imperio Romano del siglo I, de repente estos relatos se tornan particularmente convincentes.

    Sam, ¿cuáles son las fuentes seculares de un código moral aceptable?

    Harris: Bueno, no creo que los libros religiosos sean la fuente. Recurrimos a la Bilbia y somos los jueces de lo que es bueno. Consideramos que la regla de oro es la gran purificación de impulsos éticos, pero la regla de oro no es privativa de la Biblia o Jesús; está presente en muchas, muchas culturas… inclusive se evidencia de cierto modo en algunos primates no humanos. Bajo ningún concepto soy relativista moral. Creo que es muy común que las personas religiosas crean que ser ateo significa ser relativista moral. Considero que existe de modo absoluto lo correcto y lo equivocado. Creo que el asesinato por honor, por ejemplo, es sin lugar a dudas equivocado: puedes usar la palabra malo. Una sociedad que mata mujeres y chicas por indiscreción sexual, incluso si la indiscreción es haber sido violada, es una sociedad que ha asesinado la compasión, que está incapacitada para enseñar a los hombres a valorar a las mujerse y ha erradicado la empatía. La empatía y la compasión son nuestros impulsos morales básicos, y podemos incluso enseñar la regla de oro sin mentirnos a nosotros mismos o a nuestros hijos acerca del origen de ciertos libros o del nacimiento virginal de ciertas personas.

    Warren: ¿No cree que los ateos son dogmáticos?

    Harris: No.

    Warren: Lo siento, no estoy de acuerdo. Usted es considerablemente dogmático.

    Harris: Bien, me alegra que haya sacado a relucir mis dogmas, pero primero déjeme hablar de Stalin. Los campos de exterminio y el gulag no fueron producto de que la gente no quisiera creer cosas sobre pruebas suficientes, ni de pedirles argumentos a favor de sus creencias contrarias. Hay personas que estrellan aviones contra nuestros edificios porque tienen resentimientos teológicos contra Occidente. Veo que los crsitianos hacen cosas terrible explícitamente por motivos religiosos, por ejemplo, no financiar las investigaciones de células madre. El motivo siempre es de vital importancia para mí. Ninguna sociedad en la historia de la humanidad ha sufrido por ser razonable en exceso.

    Warren: Estamos de acuerdo. Pero para mí el cristianismo salvó a la razón. No tendríamos la Declaración de Derechos si no fuera por el cristianismo.

    Harris: Ciertamente, esas es una declaración un tanto discutible. La idea de que de cierto modo derivamos nuestra moralidad de la tradición judeocristiana es mala historia y mala ciencia.

    Warren: ¿De dónde se obtiene la moralidad? Si no existe Dios, si simplemente soy un barro complejo, entonces la verdad es que ni su vida ni la mía importan.

    Harris: Eso es una caricatura absoluta de…

    Warren: No, déjeme terminar. Yo lo dejo a usted caricaturizar el cristianismo. Si la vida es producto de un azar aleatorio, entonces nada importa y no existe la moralidad, es la supervivencia del más apto. Si la supervivencia del más apto significa tener que matarlo para sobrevivir, que así sea. Durante años los ateos han dicho que Dios no existe, pero quieren vivir como si Dios existiera. Quieren vivir como si su vida tuviera significado.

    Harris: Nuestra moralidad, el sentido que le encontramos a la vida, es una experiencia vivida que, creo, tiene un componente espiritual. Creo que se puede transformar radicalmente nuestra experiencia del mundo para mejorarla, del mismo modo en que lo presenciaron personas como Jesús o Buda. Hay sabiduría en nuestra literatura espiritual y contemplativa, y me interesa comprenderla. Creo que la meditación y la oración nos afectan de un modo positivo. El interrogante es: ¿qué se puede creer razonablemente sobre la base de esas transformaciones?

    Warren: No admite entonces que es su experiencia, y no la racionalidad, lo que lo hace ateo.

    Harris: ¿Qué parte de su expriencia hace que usted sea alguien que no es musulmán? Imagino que no estará todas las noches cavilando sobre cómo convertirse al islamismo. Y si no lo hace, es porque cuando los musulmanes dicen «tenemos un libro que es la palabra perfecta del creador del universo, que es el Corán, y que fue dictado a Mahoma en su cueva por el Arcángel Gabriel», usted ve una diversidad de declaraciones y arrogaciones que no están sostenidas por pruebas suficientes. Si las pruebas fueran suficientes, usted estaría obligado a ser musulmán.

    Warren: Exacto, eso es correcto.

    Harris: Entonces usted y yo mantenemos una postura de ateísmo con respecto al islamismo.

    Warren: Ambos tenemos una relación de fe. Usted tiene fe en que Dios no existe. En 1974 pasé casi un año en Japón estudiando todeas las religiones del mundo. Básicamente, todas las religiones apuntan a la verdad. Buda hizo una famosa declaración en sus últimos días: «continúo buscando la verdad». Mahoma dijo: «soy el profeta de la verdad». Los Vedas dicen: «la verdad es esquiva como una mariposa, hay que buscarla». Luego apareció Jesucristo y dijo: «yo soy la verdad». De repente, hay que tomar una decisión.

    Harris: Muchos, muchos otros profetas y gurúes han dicho eso.

    Warren: La diferencia es que Jesús dice: «Soy el único camino a Dios. Soy el camino al Padre». Puede estar mintiendo como no.

    Sam, ¿Rick es intelectualmente deshonesto?

    Harris: Francamente, es intelectualmente deshonesto declarar que se está seguro de que Jesús nació de una virgen.

    Warren: Digo que acepto eso a través de la fe. Y creo que es intelectualmente deshonesto que usted diga que tiene pruebas de que no fue así. ¿Sabe cuál es la diferencia entre usted y yo? Yo estoy abierto a la posibilidad de equivocarme, y usted no.

    Harris: De ningún modo, claro que contemplo esa posibilidad.

    Warren: ¿Es decir que contempla la posibilidad de estar equivocado sobre Jesús?

    Harris: Y sobre Zeus, claro que sí.

    Warren: ¿Y qué está haciendo para estudiar esos temas?

    Harris: Considero que las probabilidades de ese evento son tan bajas que…

    Warren: ¿Bajas probabilidades?, ¿y qué hay del 96% de los creyentes que hay en el mundo? ¿Son todos idiotas?

    Harris: Hay una alta probabilidad de que la mayor parte de la gente se equivoque, como se equivoca gran parte de los estadounidenses, que considera que la evolución no ocurrió.

    Warren: Esa declaración es arrogante.

    Harris: Es una declaración honesta.

    Warren: ¿Por qué el ateísmo no es más atractivo si supuestamente es el más honesto desde el punto de vista intelectual?

    Harris: Honestamente, nuestra campaña de relaciones públicas es muy mala.

    Warren: [Risas]. No es cuestión de relaciones públicas.

    Sam, lo único que yo encuentro verdaderamente problemático en tus argumentos es que yo soy, para citar El fin de la fe, de una «obscenidad absurda» cuando llevo a mis hijos a la Iglesia. Eso es lenguaje fuerte, y no sirve precisamente para animar el diálogo.

    Harris: En cierto modo, la estridencia de mis escritos es un esfuerzo por llamar la atención de la gente. Pero puedo defender con honestidad esa estridencia porque creo que la situación que vivimos es urgente. Estoy aterrorizado por lo que significa para mí el embotellamiento por el que está atravesando la civilización. Por un lado tenemos la quebrantadora tecnología del siglo XXI que prolifera, y por el otro tenemos la superstición del siglo I. Una civilización va a atravesar por este embotellamiento más o menos intacta o no va a hacerlo. Y quizás suene a miedo grandilocuente, pero es el fin de la civilización. En numerosas ocasiones, algunas generaciones han atestiguado la ruina de todo lo que sus ancestros han construido. Lo que me da especial terror sobre el pensamiento religioso es la esperanza de que muchas de esas culturas están obligadas a terminarse basándose en la profecía y que su final va a ser glorioso.

    ¿Cómo funcionaría el mundo ideal, según lo ve Sam Harris?

    Harris: En este momento, debemos cambiar las reglas para hablar sobre Dios y la experiencia y la ética espiritual. Yo no niego que eso exista. Se puede tener espiritualidad. Uno puede meditar en una cueva y transformarse, y luego podemos hablar sobre por qué ocurrió eso y cómo se puede replicar. Quizás hata queramos, por motivos perfectamente racionales, decir que deseamos un Sabbath en este país, un Sabbath genuino. Démonos cuenta de que hay poder en la contemplación del misterio del universo, y en recordarse a uno mismo cuánto uno ama a los más allegados, y cuánto más uno podría amar a las personas que aún no ha conocido. No hay nada que se deba creer sobre la base de las pruebas insuficientes para poder considerar esa posibilidad.

    Warren: Sam, ¿cree que los seres humanos tienen un espíritu?

    Harris: Hay muchos motivos para no creer en un concepto ingenuo de un alma que flota y sale del cerebro al morir para viajar a otro lado. Pero no lo sé.

    Warren: ¿Se puede tener espiritualidad sin espíritu?

    Harris: Uno se puede sentir uno con el universo.

    Warren: Bueno, ¿entonces por qué no puede ir más allá? Porque en este momento está hablando de cosas extremadamente no racionales.

    Harris: No hay nada irracional al respecto. Se puede cerrar los ojos y meditar, y perder la sensación del cuerpo físico, por completo. Muchas personas sacan de esa experiencia la conclusión metafísica de «soy sólo espíritu, y puedo trascender mi cuerpo». Esa no es la única conclusión que se puede sacar de esa experiencia, y no me parece que sea la más acertada.

    Warren: Usted es más espiritual de lo que cree. Es solo que no quiere tener jefe. No quiere un Dios que le diga qué hacer.

    Harris: No quiero fingir tener certeza de nada de lo que no la tenga.

    Rick, ¿algo que agregar?

    Warren: Creo tanto en la razón como en la fe. Cuanto más aprendemos sobre Dios, más entendemos cuán magnífico es este universo. No es algo contradictorio. Cuando contemplo la historia no concuerdo con Sam: el cristianismo ha generado muchas más cosas buenas que malas. El altruismo es el resultado de saber que hay algo más que esta vida, que existe un Dios soberano, que yo no soy Dios. Tanto Sam como yo estamos apostando. Él apuesta su vida a que tiene razón. Yo apuesto la mía a que Jesús no era un mentiroso. Cuando muramos, si él tiene razón, yo no habré perdido nada. Si yo tengo razón, él habrá perdido todo. No estoy dispuesto a hacer esa apuesta.

    Artículo original completo.


  4. © Luis Alfonso Gámez

    Más de un millar de personas han sido atendidas por los servicios médicos en el santuario portugués de Fátima este fin de semana, y de ellas un centenar han tenido que ser evacuadas a centros sanitarios, durante los actos conmemorativos del 90º aniversario de las supuestas apariciones de la Virgen María a tres pastorcillos. Uno de los peregrinos, un ciudadano español de 80 años, murió el sábado antes de ingresar en el hospital Santo André.
    Fátima, como otros santuarios marianos, es famoso por sus curaciones milagrosas, demostradas sólo a ojos de la Iglesia. Que yo sepa, nadie ha dejado tiradas allí prótesis de brazos y piernas, por ejemplo, y ha vuelto a casa con el nuevo miembro crecido por la gracia divina. Ese tipo de curación convencería hasta al más incrédulo y evitaría los habituales informes médicos de más que dudoso rigor, pero no se ha dado hasta ahora ni en éste ni en otros lugares de culto.
    Lo de este fin de semana, sin embargo, va más allá. No sólo es que no haya curaciones milagrosas, es que en Fátima la gente enferma y se muere. Y todavía habrá quien se gaste el dinero en peregrinar al lugar con la esperanza de curarse de cualquier cosa, para fortuna de las agencias de viajes y de los comerciantes locales.

    Publicado en Magonia.
    Consejo: leer también este artículo.

    Ver también: Los «milagros» de Lourdes, La oración no ofrece beneficios a la salud de los demás y Rosa mística, o la ausencia de razón.




  5. Editorial del diario La Jornada (México)

    La visita de Benedicto XVI a Brasil, en lo que constituyó su primer viaje a América Latina, ha sido, como podía esperarse, un rosario de fracasos: fue un fiasco de convocatoria, toda vez que la asistencia de feligreses a los actos presididos por el pontífice alemán quedó muy por debajo de lo esperado y, desde luego, no fueron ni la sombra de los encantamientos de masas que lograba en la región su carismático predecesor polaco. Fue un fracaso institucional, en la medida en que Joseph Ratzinger no fue ideológicamente capaz de dar a la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (Celam) la perspectiva de modernización de la que tan urgida se encuentra la pastoral católica en esta parte del mundo. Y, sobre todo, fue un fracaso del entendimiento: Benedicto XVI dio abundantes pruebas de que no comprende, o de que no le interesa, la acuciante problemática de los pueblos del subcontinente, y de que no está dispuesto a escuchar a quienes se la plantean, como su anfitrión Raymundo Damasceno Assis, obispo de Aparecida, quien le recordó a la máxima autoridad católica del mundo que los países latinoamericanos estamos «lejos de resolver nuestras graves cuestiones sociales, entre tantas otras, la miseria y la violencia».
    El subcontinente enfrenta dramas nunca resueltos, como la pobreza, la desigualdad, la insuficiencia educativa, la insalubridad, la corrupción de las elites gobernantes, la discriminación de los pueblos indígenas, la situación de catástrofe de la mayor parte de los campesinos, las persistentes afrentas a los derechos humanos y la desintegración del tejido social provocada por las políticas neoliberales; se encuentra, además, ante fenómenos de nuevo cuño, como la crisis de representatividad y legitimidad de las democracias formales; el incremento de la violencia delictiva, la eclosión de una diversidad social no prevista en los modelos institucionales y legales, y la creciente escisión entre propuestas económicas alternativas y con visión social, nacional y regional, por un lado, y la persistencia, por el otro, del recetario ideado por el llamado Consenso de Washington, puntualmente aplicado por gobiernos que se dicen formalmente democráticos, pero de orientación claramente oligárquica. Con ese telón de fondo, los exhortos de Benedicto XVI a la preservación de supuestos «valores morales universales», como la virginidad, la castidad y el matrimonio sacramental, su demonización del aborto y la eutanasia, así como la puerilidad de su única alusión al gravísimo problema del narcotráfico –«Dios les pedirá cuentas a los narcos»– resultan inevitablemente superficiales y hasta frívolas, por más que procedan de dogmas teológicos medievales.

    La impertinencia de estos mensajes se queda corta frente al abierto agravio de la mentira histórica en torno a la evangelización de América, la cual, en su opinión, «en ningún momento supuso una alienación de las culturas precolombinas ni fue una imposición de una cultura extraña». No viene a cuento desconocer ni minimizar el incuestionable componente católico de la cultura latinoamericana contemporánea, pero el negar que éste fue impuesto a sangre y fuego y que pasó por la destrucción de las culturas nativas es tan ofensivo como lo son los ensayos revisionistas según los cuales el exterminio de los judíos en la Alemania nazi nunca tuvo lugar.
    Al dar la espalda a Latinoamérica, el antiguo perseguidor de los teólogos de la liberación da la espalda a su propia Iglesia en los países de la región. Para los curas y obispos brasileños, cuyos fieles han pasado de 89 a 64 por ciento de la población en un lapso de 27 años, no va a ser fácil asimilar la consigna papal de que «la Iglesia no hace proselitismo», ni comprender la directiva de que la institución debe apostar su crecimiento a la «atracción de Cristo» y a la «sed de Dios» que Benedicto XVI cree ver en los habitantes de América Latina.
    A pesar de la despiadada persecución desatada en décadas anteriores por el propio Ratzinger contra la teología de la liberación y los religiosos que se han atrevido a ejercer la opción preferencial por los pobres, persisten en el catolicismo latinoamericano fuertes núcleos de una Iglesia popular y progresista, y es probable que se hagan escuchar, pese a todo, en la V Celam, inaugurada ayer. Puede darse por descontada, también, la reacción de las jerarquías eclesiásticas oscurantistas, integrantes de las oligarquías políticas y económicas y gratas al actual pontífice. En todo caso, en esta región del mundo se ha evidenciado que la Iglesia católica enfrenta una orfandad de dirección y guía.

    Apenas el Papa dejó Brasil, Lula ratificó que Brasil es un estado laico

    El presidente Luiz Inácio Lula da Silva reafirmó que el estado laico garantiza la democracia y la convivencia de religiones en Brasil, tras la visita del papa Benedicto XVI a su país, marcada por discusiones sobre el aborto y la influencia de las iglesias pentecostales. El carácter laico del estado «está en nuestra Constitución», dijo Lula en su programa semanal de radio. «Además, es importante que en Brasil tengamos siempre como principio respetar las más diversas religiones existentes. Hay muchas religiones en Brasil y debemos convivir de la manera más respetuosa y democrática posible. Por lo tanto, estoy convencido de que el Estado laico es una garantía de sustento democrático», subrayó Lula.
    El mandatario, que el jueves mantuvo una audiencia de cerca de una hora con el Papa, apreció el compromiso del Sumo Pontífice con asuntos sociales como la violencia y la pobreza, y dijo que le pareció mucho menos «conservador» de lo que creía. Voceros oficiales de Venezuela aseguraron ayer que no hay ninguna razón para pensar que cuando el Papa Benedicto XVI habló en Brasil de «autoritarismo» se refirió al gobierno del presidente Hugo Chávez. «No entiendo por qué hay que interpretar que las palabras del Papa se refirieron a Venezuela», dijo el ministro de Comunicación William Lara, en una entrevista por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV).

    Ver también: La involución papal.


  6. © Ángela Boto

    ¿En los pucheros, en los que sufren, en los laberintos virtuales de la Red? Omnipresente, se busca a Dios por todas partes. El florecimiento del pensamiento científico parecía esbozar el final de la fe, el desvanecimiento de la espiritualidad trascendente. Dios dejaría de ser la justificación de los hechos inexplicables de la naturaleza porque la ciencia encontraría las respuestas, las razones. Han pasado dos siglos y el 98% de la población mundial afirma creer en una fuerza superior; el 50% la denomina Dios. Ante la evidencia, parece que la ciencia no ha tenido más remedio que plegarse a la búsqueda. Se busca a Dios entre las moléculas. Algunos investigadores escudriñan en el entramado celular del complejo cerebro Sapiens sapiens y otros rastrean la elegante doble hélice del ADN. ¿En qué lugar de la bioquímica se encuentra el templo del Altísimo? ¿Por qué tenemos fe?

    Andrew Newberg, investigador de la Universidad de Pensilvania cuyo último libro se titula Por qué creemos lo que creemos, asegura que nuestro cerebro «es esencialmente una máquina creyente porque no tiene otra opción». Por su parte, Dean Hammer, genetista de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU, afirma en El gen de Dios que «la espiritualidad es una de nuestras herencias básicas. Es, de hecho, un instinto. (...) Tenemos una predisposición genética para la creencia espiritual». El fundamento de tal afirmación no sólo lo sitúa en sus investigaciones, sino en una encuesta realizada por la institución a la que pertenece. Más de un tercio de los participantes aseguraba haber tenido algún tipo de contacto con una poderosa fuerza espiritual. Conviene apuntar que al mismo tiempo que se ha constatado un aumento de la fe, han disminuido las prácticas religiosas, subrayando de nuevo que, aunque a menudo se identifican, no es lo mismo religión que espiritualidad.

    El área de la ciencia que más pistas ha recabado sobre la posible morada de Dios es la neurología; de hecho, hace años que se habla de una subdisciplina cuyo nombre lo dice todo: neuroteología. Claro que la realidad depende de los ojos que la miren porque los resultados de los experimentos sirven a unos para demostrar la existencia de Dios, y a otros, para afirmar que son la constatación de que el Supremo es sólo un producto mental más. Los más prudentes dicen: «Estamos biológicamente determinados para encontrar sentido a nuestras vidas. Sin embargo, si Dios es una mera creación de nuestro cerebro o no, todavía no está probado científicamente». Así contestaba Newberg por correo electrónico.

    Newberg tiene experiencia en la exploración de lo divino en lo humano. Ha tomado numerosas imágenes de los cerebros de monjes de distintas confesiones y de otros voluntarios en estado de meditación u oración profunda. De este modo, ha visto que en los momentos álgidos se producen varios fenómenos neuronales simultáneamente. Aumenta la actividad en las áreas frontales encargadas de focalizar la atención, lo cual corresponde con la concentración propia de los estados de recogimiento profundo; también se observa una sobreactivación del sistema límbico, un grupo de estructuras asociadas a las emociones y a la memoria. Pero el hallazgo más sorprendente fue que al mismo tiempo se desactivan los lóbulos parietales, las regiones situadas aproximadamente debajo de la coronilla en los dos hemisferios. Se podría decir que esta área es la residencia del sentido del yo, es donde radica el concepto de individualidad. La reducción de la actividad durante la meditación o la oración tiene como consecuencia la disolución de las fronteras entre el yo y el entorno y conduce a la sensación de comunión con el universo, de pertenencia a la totalidad. Exactamente lo que describen los que alcanzan un estado profundo de trascendencia espiritual, de misticismo.

    Uno de los pioneros de la búsqueda de Dios en el laberinto neuronal es Michael Persinger, neurocientífico de la Laurentian University (Canadá), que hace 20 años escribió un libro titulado La base neurofisiológica de la creencia en Dios. Persinger estaba interesado en descubrir por qué personas de distintas confesiones, culturas y estatus sociocultural podían experimentar estados de iluminación tan similares. Para ello comenzó a aplicar campos electromagnéticos débiles, pero muy precisos, al cerebro de quienes se prestasen. El objetivo era encontrar el área cerebral y la configuración electromagnética que permite a algunas personas experimentar la presencia de seres sobrenaturales. El 80% de las personas que se pusieron el famoso casco de Dios describieron cómo se habían encontrado con la divinidad. Aquellos que ya tenían experiencias previas aseguraron que las sensaciones generadas por el casco eran las mismas que las espontáneas. El propio Persinger, no siendo creyente, experimentó un contacto con Dios mientras aplicaba los campos magnéticos a otro. Para este neurocientífico, la morada de Dios se encuentra en los lóbulos temporales, las regiones del cerebro situadas sobre las orejas. Las conclusiones de Persinger estuvieron en entredicho cuando un grupo de investigación sueco no pudo reproducir sus resultados. La polémica se cerró sin un acuerdo claro.

    Los más evolucionistas se preguntarán qué interés evolutivo puede tener para el ser humano la capacidad para tener experiencias místicas. «El cerebro nos da dos funciones básicas: automantenimiento y autotrascendencia. Nos ayuda a adaptarnos y cambiar a lo largo de la vida. La religión y la espiritualidad también nos proporcionan estas funciones básicas, así que ofrecen beneficios sustanciales al individuo», dice Newberg. Dean Hammer comparte su opinión: «Sostengo que uno de los papeles más importantes de los genes de Dios en la selección natural es proporcionar a los humanos un innato sentido del optimismo». Y el optimismo, opina, «mejora la salud humana y prolonga la vida». De hecho, la mayoría de las personas que han vivido una experiencia mística dicen que su vida mejoró y su percepción del mundo cambió. Según Hammer, ese efecto se debe a que esas personas están obligadas a plantearse «la cuestión más importante de la vida: la consciencia. (...) Sin ella no sabríamos quiénes somos ni adónde vamos. Sin embargo, nunca pensamos en ella». Cabe añadir aquí los estudios que indican que la meditación y las creencias religiosas tienen un impacto positivo en la salud y en la longevidad.

    Los trabajos de Hammer para buscar los genes de Dios parten de estudios con gemelos. Éstos indican que los gemelos coinciden en sus creencias espirituales más que los hermanos no gemelos. Tras rastrear fragmentos de ADN, el investigador identificó un gen conocido como VMAT2. Como todos, presenta unas cuantas variantes que se diferencian entre sí por algunas de las letras que lo componen. Hammer postula que las personas que tienen en su genoma una de ellas tienen mayor tendencia espiritual, más disposición a lo que describe como autotrascendencia. Curiosamente, el supuesto gen de Dios nos remite de nuevo al cerebro porque el VMAT2 controla el uso de un grupo de neurotransmisores muy interesantes. Entre ellos, la dopamina y la serotonina, dos moléculas asociadas con el placer y la felicidad y también con sus reversos: la adicción y la depresión.

    Hammer no es el único experto que relaciona la doble hélice con la divinidad. Un científico del prestigio de Francis Collins, responsable del consorcio público que secuenció el genoma humano, afirma que estudiando el código genético ha encontrado a Dios porque una complejidad semejante sólo puede ser obra de un Creador. Eso sí, aclara que no cuestiona la evidencia de la evolución, pero en su opinión la teoría de Darwin no está reñida con la existencia de una inteligencia superior. Gregg Braden, un ingeniero que ha trabajado en el desarrollo aeroespacial e Internet, es otro buscador de lo divino que ha unido elegantemente ciencia y tradiciones espirituales y que también ha encontrado la huella del Creador en la doble hélice. En El código de Dios expone sus investigaciones sobre la Cábala, la lengua hebrea y su paralelismo con los elementos químicos que componen el código genético. Braden propone que el nombre de Dios está escrito en el ADN de cada una de nuestras células, Dios está en nuestro interior.

    Buena parte de la comunidad científica no quiere ni oír hablar de Dios; unos, porque consideran que son campos radicalmente diferentes, y otros, porque los consideran incompatibles. Entre los últimos se encuentra el ferviente ateo y apasionado discípulo de Darwin Richard Dawkins. Este biólogo británico despliega su armamento para fulminar a Dios y defender la teoría de evolución, que, según él, explica la vida –su último libro se titula El espejismo de Dios–. Dawkins habla sobre todo de religión, no de espiritualidad, y la considera una amenaza para la ciencia y para los espíritus racionales. Hammer, que lo menciona en varios capítulos de su libro, escribe que «irónicamente, al final ha resultado que Dawkins cree en una religión –la ciencia– que sigue más por fe que por lógica». Por su lado, Newberg afirma que, «puesto que siempre estaremos atrapados en nuestro cerebro, todos nosotros, desde el más devoto hasta el ateo más recalcitrante, tenemos creencias. Simplemente son diferentes».

    Y en el repaso de la búsqueda científica de la divinidad, es obligado mencionar la física. Michael Faraday, el descubridor de la inducción electromagnética, decía que «toda la materia se mantiene en su lugar gracias a una fuerza. Tenemos que asumir que detrás de esa fuerza existe una mente consciente e inteligente». Casi dos siglos después, la física persigue la llamada partícula de Dios, es decir, el bosón de Higgs. El apodo viene de que esta escurridiza partícula parece haber existido sólo durante una decena de segundos después del Big Bang, pero en su corta existencia podría haber originado toda la materia. A pesar de que los físicos la buscan desde los años sesenta, aún no ha sido detectada. Dios se hace de rogar.

    Algunos metafísicos proponen que Dios ha caído del cielo y que se está despertando en cada individuo para crearse a sí mismo a través de su propia criatura. De modo que tal vez haya que buscar a Dios en las acciones.

    Publicado en El País, el 11/05/2007.


  7. Traducción de Fernando Cuartero
    Especial para Razón Atea

    El genoma del ser humano y del chimpancé varía en apenas un 1,2 %, aunque existe una diferencia crucial en las capacidades mentales y lingüísticas entre las dos especies. Un reciente estudio ha demostrado que una cierta forma de neuropsin, una proteína involucrada en la tarea de aprender y memorizar, aparece solamente en el sistema nervioso central de los seres humanos y se originó hace apenas unos 5 millones de años. El estudio, que también ha demostrado el mecanismo molecular de creación de esta nueva proteína, será publicado online en Human Mutation, la revista oficial de la Human Genome Variation Society.

    Liderados por el Dr. Bing Su, de la Academia china de ciencias de Kunming (China), los investigadores han analizado el ADN de seres humanos y varias especies de simios. Sus trabajos previos habían demostrado que el tipo neuropsin II, una variedad mayor de la proteína, no está presente en el córtex prefrontal (PFC) de algunos simios del Viejo Continente. En el estudio actual, han buscado la presencia de la variante del tipo II en el PFC de dos grandes especies de simios, chimpancés y orangutanes, y han encontrado que no estaba presente. Puesto que se calcula que estas dos especies divergieron, lo más recientemente posible, de nuestros antepasados humanos en unos 5 y 14 millones de años respectivamente, se demuestra que el tipo II de la proteína es una forma específica humana que se ha originado recientemente, como mucho en unos 5 millones de años.

    Al secuenciar el gen se reveló una mutación específica para los seres humanos, que produce un cambio en el patrón de anclaje del gen que produce la neuropsin, creando un nuevo lugar de anclaje y una proteína más larga. Al introducir esta mutación en el ADN del chimpancé se dio lugar a la creación del tipo neuropsin II. «Por tanto, la mutación específica humana no sólo es necesaria sino también suficiente para crear la nueva forma de anclaje», afirman los autores.

    Los resultados también mostraron un efecto de debilitamiento diferente del espacio de anclaje y una significativa reducción de la variante de neuropsin I en seres humanos y chimpancés en comparación con el presente en los macacos rhesus, una especie de mono del Antiguo Continente. Este patrón sugiere que antes de que se produjera la aparición del tipo II en el ser humano, el debilitamiento del tipo I ya existía en el antepasado común de seres humanos y chimpancés, implicando un proceso de varios pasos que condujo al cambio dramático aparecido en el patrón de anclaje de los seres humanos, según notan los autores. Los mismos han identificado una región de la secuencia del chimpancé que tiene un efecto de debilitamiento en el lugar de anclaje de la proteína que también se aplica, probablemente, a los seres humanos. «Es posible que en ambos la creación de la forma del anclaje de la nueva proteína y el debilitamiento de la misma, contribuyan a los cambios del patrón producidos durante la evolución de los primates, sugiriendo un proceso multi-pasos que, eventualmente, condujo al origen del tipo II en los seres humanos», según los autores.

    También hacen notar que otros estudios deberían demostrar la función biológica del tipo neuropsin II en los seres humanos, pues los 45 aminoácidos extra presentes en esta forma pueden causar cambios estructurales y funcionales de la proteína. Observan que para entender la base genética que produjo los cambios que apartaron a los seres humanos del resto de primates no humanos, otros recientes estudios se han centrado en identificar los genes que se han seleccionado positivamente durante elproceso de evolución humana. Y concluyen: «los actuales resultados subrayan la importancia potencial de la creación de las nuevas formas de anclaje en el sistema nervioso central para la aparición de la cognición humana».

    Fuente: John Wiley & Sons, Inc.

    Artículo original en Science Daily.


  8. Entrevista con Sam Harris (2)

    domingo, mayo 06, 2007

    Segunda parte de la entrevista con Sam Harris. Para ver la primera parte, haga clic aquí.


    © Blair Golson Traducida del inglés por Anahí Seri para Razón Atea

    –¿Qué quiere decir usted cuando afirma que la intolerancia es intrínseca a cualquier credo? ¿Y qué consecuencias se derivan de ello?
    –La afirmación central de cualquier credo es que es el único verdadero. La verdad, para los cristianos, es que Jesús era realmente el hijo de Dios, y realmente resucitó, y realmente volverá para juzgar a vivos y muertos. Es un hecho. Es una verdad metafísica, es una verdad física, es una verdad histórica; quien esté en el sitio adecuado en el momento adecuado presenciará el regreso de Jesús con un ejército de ángeles. Esta descripción del mundo, o bien es cierta, o bien es falsa. Si es cierta, sólo los cristianos tienen razón, y sólo los cristianos irán al Cielo. Así pues, esta doctrina, por definición, excluye las pretensiones de verdad de cualquier otra religión. Los musulmanes afirman que Jesús, si bien era un profeta, no era divino, y que todos los que piensen que es divino irán al infierno. Así se dice explícitamente en el Corán. Se trata de afirmaciones mutuamente incompatibles sobre el mundo. Y es peor aún. Son afirmaciones incompatibles que son extremadamente motivadoras, pues los adherentes piensan que la diferencia entre creer lo correcto y creer lo correcto supone la diferencia entre pasar la eternidad en el infierno o en el paraíso. Y eso es una gran diferencia.
    –¿Qué hay en los principios del Islam que presente un mayor riesgo para la supervivencia de nuestra especie que, por ejemplo, los principios del cristianismo?
    –La doctrina del martirio y la yihad es más explícita y central para la fe islámica. Desde luego, ha habido mártires cristianos, y a lo largo de los años muchas matanzas se han reconciliado con la doctrina cristiana, y por supuesto que la Biblia se puede leer de tal forma que se justifique la Inquisición y todas las demás cosas que hemos visto en la historia del cristianismo que parecen exactamente igual de malas que lo que vemos actualmente en el mundo musulmán, pero el Islam tiene unas cuantas características exclusivas que son problemáticas. Una de ellas es que es una doctrina mucho más coherente, es decir, el Corán es un libro mucho más corto, más coherente, y no hay ningún Sermón de la Montaña al que uno se pueda agarrar y que pueda usarse como baluarte contra las demás sandeces peligrosas que dice el libro, como ocurre en el caso de la Biblia. El mensaje básico del Corán es realmente el odio hacia los infieles. El infiel sólo sirve para arder en el infierno; el creador del universo se dedica a burlarse del infiel y maldecirlo y avergonzarlo y destruirlo, no a perdonarlo e indultarlo. Hay que ignorar al infiel, en ningún caso hacer amistad con él. Cuando se asume el poder: subyugar, convertir o matar al infiel. No hay más opciones que éstas tres. Los musulmanes devotos se toman en serio el Corán y el Hadid porque no hay otra variedad de Islam. No existe ninguna escuela moderada del Islam que sugiera que en realidad el Corán fue escrito por hombres y tal vez no sea la palabra de Dios, o que hay que interpretarlo de manera muy muy libre. La mayoría de los musulmanes son lo que en el mundo cristiano denominaríamos «fundamentalistas».
    –¿Pero qué hay de la tradición de las sociedades islámicas de consultar con los mulás o los imanes antes de actuar conforme a una directriz del Corán? ¿Esas personas no moderan los edictos más severos de la ley islámica?
    –Es innegable que existe un gran volumen de discurso sobre lo que dice el Corán en realidad. Hay mucha erudición islámica por ahí. El problema es que se carece de la base para extraer del Islam lo que nosotros llamaríamos una visión del mundo moderada y auténticamente pluralista. Hay que hacer auténticas acrobacias teológicas para llegar a un Islam compatible con una sociedad civil del siglo XXI. Es algo de lo que somos testigos prácticamente cada vez que abrimos el periódico, el último caso fue el del apóstata de Afganistán que se convirtió al cristianismo. El mensaje fundamental de este episodio es bien claro: es un gobierno en el que entramos y que reformulamos y apuntalamos, y el hecho de que tenía que tener una constitución acorde con el Islam abrió la puerta a la auténtica faz del Islam, que es ésta: la apostasía está penada con la muerte. Debemos encontrar alguna forma de cambiarlo, por supuesto. El Islam necesita una reforma. Pero en la actualidad es cierto decir que la auténtica palabra de Dios en el Islam es que si cambias de religión debes morir por ello.
    –¿No ocurre lo mismo en la Biblia? ¿No hay edictos y castigos similares para la apostasía?
    –Sí. No hay nada por que los primeros libros de la Biblia hebrea (el Levítico, el Deuteronomio y el Éxodo) son los documentos más bárbaros, más totalitarios, más al estilo de los talibanes que se pueden encontrar. Pero hay algunas escapatorias, y estas escapatorias, que yo sepa, no existen en el Islam. Una escapatoria para los cristianos es que la mayoría de los cristianos piensan que Jesús nos trajo la doctrina de la gracia, y por tanto no hace falta seguir la ley. Si bien es cierto que hay otros momentos en el Nuevo Testamento en los que se puede interpretar que Jesús mantiene que no hay que dejar de lado «ni una jota ni una tilde» de la ley (está en Mateo), y por tanto se puede extraer del Nuevo Testamento una justificación para matar a la gente por adulterio, la mayoría de los cristianos, casi siempre, no comparten esta opinión. La Biblia es un documento fundamentalmente auto-contradictorio. Se pueden entresacar fragmentos de un modo que no se puede hacer con el Corán, aunque hay unas pocas líneas en el Corán que dicen «Alá no ama a los agresores»; si sólo le haces caso a estas líneas, puedes decir cosas como que «Osama Bin Laden está distorsionando las auténticas enseñanzas de una religión pacífica». Pero el hecho fundamental es que Osama Bin Laden está haciendo una lectura muy plausible del Islam. Hay que buscarle tres pies al gato para hallar una base que podamos reconocer como verdadera moderación en el Islam.
    –Entonces, siguiendo este razonamiento, ¿por qué no nos preocupa que los judíos, por ejemplo, que no siguen necesariamente la doctrina de la gracia de Jesús, por qué no nos preocupa que a ellos también se les dirija a matar por apostasía? ¿Por qué nos centramos tanto en los musulmanes si los edictos son los mismos en ambos libros?
    –Una vez más, lo que cuenta son los detalles. Realmente importa lo que la gente cree específicamente. Y en el caso de los judíos no existe esta idea del martirio, no está esta promesa explícita del paraíso, el estado de después de la muerte no se detalla de forma específica en el judaísmo, y el judaísmo es en gran medida una religión de este mundo. Además, los judíos están en franca minoría. Hay algo así como 15 millones de judíos en el planeta, e históricamente han sido la población más asediada, por tanto no han estado en una posición que les permita obligar a la gente a observar sus leyes y amenazar con la muerte a los infieles.
    –¿Pero piensa usted realmente que si fueran mayoría, seguirían los edictos de matar a los herejes del mismo modo que los musulmanes hacen en número mayor?
    –Es una pregunta interesante. Si tuviéramos un judaísmo ortodoxo que estuviera auténticamente en alza, sería problemático. Los colonos judíos están trastornados por su teología, y yo diría que en estos momentos están entre la gente más peligrosa e irresponsable de la Tierra. Si hay alguien que nos vaya a llevar a una tercera guerra mundial, son los colonos judíos haciendo algo estúpido como echar abajo la Cúpula de la Roca, o luchar hasta la muerte para hacer valer sus derechos sobre Cisjordania. Esta expresión del judaísmo es sin duda problemática. Pero la escatología del judaísmo es bastante específica, y están esperando a que vuelva el Mesías, a que se vuelva a construir el Templo, y que el Sanedrín sea amonestado. Si se les pregunta qué harán cuando ocurra todo esto, a qué ley nos tendremos que plegar cuando regrese el Mesías, creo que los judíos ortodoxos tendrán una mente flexible en lo que respecta a lo de matar a las personas por adulterio o trabajar el sábado. No sé qué argumento podrían hallar en contra de estas cosas.
    –Una de las críticas más persistentes a su teoría es que los dos mayores genocidios del siglo XX, el holocausto y las purgas estalinistas, fueron explícitamente antirreligiosos. ¿Cuál es su respuesta?
    –El problema al que me enfrento es el problema del dogma. Lo que usted acaba de hacer es señalar el dogmatismo político en lugar del dogmatismo religioso. El argumento en contra del dogma religioso no es un argumento a favor del dogma ateo. Deberíamos ser fundamentalmente hostiles frente a aseveraciones de certeza que no se fundamentan sobre pruebas y argumentos. Y en el caso del nazismo tenemos una especie de religión política. También ocurre en el caso del estalinismo; las afirmaciones sobre la pureza racial y el curso de la historia y los peligros de la intelectualidad se hacen de forma fanática, rígida e indefendible. Los hombres que estaban en la cumbre de estas jerarquías, Hitler, Stalin, Kim Il Sung en Corea del Norte, no eran dueños de la razón. Eran individuos muy peculiares con todo tipo de convicciones extrañas, como que los arios se habían preservado en hielo desde el principio del mundo. Heinrich Himmler creó una división meteorológica del Reich para poner a prueba esta teoría del hielo. No es esto lo que hace la gente cuando razona con excesiva atención, o cuando no se muestra dispuesta a aceptar la mitología como un hecho. Es otro tipo de mitología, no menos peligrosa que la mitología religiosa.

    –¿Cómo define usted las diferencias entre un ateo y un agnóstico?
    –El «agnosticismo» es un término introducido por T.H. Huxley. No me parece una palabra especialmente útil. Se la suele definir como la creencia de que no se puede saber si dios existe o no. Un agnóstico es alguien que piensa que no conocemos y no podemos conocer el valor de verdad de una afirmación. Es, pues, una actitud poco comprometida. Pero no es una postura intelectualmente honesta, porque todo el mundo anda por ahí asumiendo que sabe que no existe Zeus, que no existe Poseidón, que no existe Thor. ¿Podemos demostrar que Thor con su martillo no está enviando relámpagos? No, no podemos demostrarlo. Pero es que no es la pregunta correcta. La pregunta correcta es «¿hay alguna razón para pensar que hay un dios llamado Thor?». Por supuesto que no la hay. Hay muchas buenas razones para pensar que fue un personaje de ficción. El Batman de Escandinavia. El problema para la gente religiosa es que el Dios de la Biblia no se asienta sobre una base epistemológicamente más sólida que estos dioses muertos. Lo cual significa que nadie descubrió jamás que Thor no existe pero el Dios bíblico sí. Así pues, hemos aprendido a hablar y usar la palabra «Dios» de tal forma que no nos damos cuenta de que estamos usando una palabra muy extraña y evocando un concepto vacuo, como el concepto de Thor.
    –Entonces, la definición de ateo es . . .
    –Un ateo no es alguien que puede demostrar que Thor no existe. Un ateo es simplemente alguien que dice «muéstrame las pruebas», y a quien no se le convence con pruebas como: «He aquí un libro que fue dictado por el creador del universo y en él describe todo tipo de milagros de los que la gente afirma haber sido testigos, pero esa gente murió hace 2.000 años y ninguno de los autores del libro son las personas que afirman haber sido testigos de estos sucesos, y escribieron el libro cientos de años después de los sucesos en cuestión». Es una historia que a nadie le resultaría plausible excepto por el hecho de que se lo metieron en la cabeza las anteriores generaciones de personas a quienes les enseñaron que no había que cuestionárselo. En lo que hay que insistir es que todo cristiano sabe exactamente qué significa ser ateo en relación con las creencias, por ejemplo, de un musulmán. Los musulmanes tienen las mismas razones para ser musulmanes que las razones que tienen los cristianos para ser cristianos. Tienen un libro del que están seguros que lo escribió o lo dictó el creador del universo; porque el libro dice que fue escrito o dictado por el creador del universo. Los cristianos estudian el discurso musulmán y les parece poco convincente. Los cristianos no pasan la noche en blanco preocupados de si deberían convertirse al Islam. ¿Por qué no? Porque los musulmanes realmente no pueden demostrar sus aseveraciones. Recurren claramente a un estilo de discurso que no es intelectualmente honesto. No tiene el propósito de indagar de forma genuina sobre la naturaleza del mundo. Es la repetición de un dogma, y están claramente comprometidos con una programa masivo de auto engaño. Todos los cristianos se dan cuenta de esto en lo que se refiere a las religiones distintas del cristianismo. De forma que todos los cristianos saben exactamente qué significa ser ateo. Sólo que no dirigen el mismo candor y la misma honradez intelectual sobre su propia fe.
    –Los liberales comenzaron a llamarse a sí mismos progresistas cuando el término «liberal» acumuló demasiadas connotaciones negativas. ¿Hay una analogía con el término «ateo»?
    –A mí no me entusiasma el término «ateo». En mi «Manifiesto Ateo», lo primero que planteo es que realmente no necesitamos la palabra y probablemente no deberíamos usarla. Tiene el estigma de un término como «pederasta» en la cultura, por razones que no son buenas, pero que no obstante merece tener en cuenta. El término tiene un tremendo problema de relaciones públicas. Pero además, la palabra es conceptualmente innecesaria. No tenemos palabras para designar a los que no son astrólogos o alquimistas; no tenemos palabras para la gente que duda de que Elvis siga vivo. Es suficiente con hablar de razón y sentido común en estas circunstancias.

    –En su libro, usted escribe con pasión sobre la espiritualidad del budismo. ¿Cómo se describe usted a sí mismo en términos de su espiritualidad?
    –Yo no me considero budista. Recientemente, escribí un artículo en el Shambhala Sun, una de las revistas budistas de mayor difusión, titulado «Matando al Buda». En esencia, razoné que la sabiduría del Buda está atrapada en la religión del budismo. Las enseñanzas del Buda, en su conjunto, probablemente representan la fuente más rica de sabiduría contemplativa de la que disponemos, pero quien valore estas enseñanzas debería abandonar el negocio de la religión. No es el mensaje correcto. Y, en cualquier caso, el 99% de los budistas practican el budismo en cuanto religión, y por tanto forman parte del mismo discurso infame. Creo que de veras hay algo que merece la pena extraer de nuestras tradiciones contemplativas en general, y del budismo en particular. Es una fenomenología de la experiencia meditativa; lo que la gente hace y de lo que se da cuenta cuando se mete en una cueva por un año o diez años y practica la meditación. Ahí realmente hay una paisaje que ha sido articulado con brillantez en el budismo, y articulado de forma menos brillante en nuestras otras tradiciones contemplativas. Por eso considero que todo esto merece que lo estudiemos y hablemos de ello. Pero yo no me considero budista. Y sin embargo, si se me pregunta cómo aprender a meditar, qué libros leer, etc., yo apuntaría a las técnicas de meditación budistas, y a la literatura budista sobre el tema.
    –¿Entonces en el budismo no hace falta recurrir a los sobrenatural?
    –Las verdades centrales del budismo, por ejemplo la verdad de la ausencia del yo, son simplemente el hecho de que es posible darse cuenta de que el yo, tal como lo sentimos y lo concebimos en la actualidad, es una ilusión. Se puede experimentar el continuo de la conciencia sin el sentido del yo. Esta experiencia se puede vivir sin necesidad de creer afirmaciones sin tener pruebas. Simplemente, es posible aprender a fijarse con suficiente atención en la propia experiencia, deconstruir el sentido del yo, y luego descubrir cuáles son las consecuencias de que eso ocurra. Y las consecuencias resultan ser muy positivas. Hay todo un discurso en el budismo sobre el alivio del sufrimiento psicológico, la trascendencia del yo, y la naturaleza de las emociones humanas positivas como la compasión y la amabilidad. El budismo ha estudiado estos fenómenos con un rigor increíble, y no hace falta tragarse ninguna sandez para que a uno le parezca útil este discurso. Y sin embargo, gran parte de aquello en lo que la gente cree bajo el ropaje del budismo es dudoso: certezas sobre el volver a nacer, la idea de que nuestro maestro en la tradición tibetana es sin lugar a dudas la reencarnación de alguna personalidad histórica anterior; todo esto lo mantienen la mayoría de los budistas de manera bastante dogmática, y yo pienso que deberíamos ser escépticos al respecto. Si la gente presenta pruebas al respecto, y desde luego que ha habido algunos estudios interesantes sobre el tema del renacimiento, debemos estudiar las pruebas. Como dijo alguien, «afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias».
    –¿Existen paralelismos históricos que sugieran la posibilidad de que la gente abandone en masa la fe irracional?
    –Hay sociedades que son profundamente irreligiosas en comparación con nosotros. Australia, Canadá y Japón, y básicamente toda Europa Occidental, son lugares que tienen una relación diferente con la fe religiosa. No son sociedades donde la gente se presente al Congreso o a la presidencia basándose en la fe, y dando gracias a Dios cada dos por tres. No son sociedades donde dudar de la existencia de Dios supondría perder toda oportunidad de ocupar una cargo político. Es un panorama completamente diferente de lo que significa ser razonable y estar preparado para asumir un puesto de responsabilidad en estas sociedades. Tenemos mucho que aprender de ellos.
    –¿A qué se debe, en su opinión, que Europa Occidental, en particular, sea una región mucho más laica que Estados Unidos?
    –Probablemente se debe a la diferencia entre tener una religión de estado y tener este floreciente mercado de la ignorancia que tenemos aquí en Estados Unidos, donde hay tantas sectas y confesiones que compiten por la atención de la gente. En Europa Occidental, las religiones de estado parecen haberse anquilosado y han perdido a sus seguidores. Además, tal vez la Ilustración se tomara un poco más en serio en Europa, a la luz del hecho de que durante siglos se habían producido tantísimas matanzas religiosas en estas mismas calles. Creo que la responsabilidad del pensamiento religioso se siente de forma más vívida en Europa. Pero probablemente eso no lo explique todo. No entiendo por qué vivimos en una sociedad en la que el 83% de la gente cree que Jesús resucitó literalmente de los muertos, y sin embargo los suecos viven en una sociedad donde prácticamente el mismo porcentaje de gente son ateos.
    –¿Cuál es la forma más probable en la que la sociedad estadounidense, si no el resto del mundo, abandonará finalmente la fe irracional?
    –Creo que es una guerra de ideas que hay que librar en cientos de frentes al mismo tiempo. No hay una baza que vaya a triunfar sobre todas las demás. Pero pienso que no deberíamos subestimar el poder del bochorno. El libro Freakonomics describe brevemente cómo el Ku Klux Klan perdió a sus seguidores, y el ejemplo es instructivo. Un hombre llamadto Stetson Kennedy erosionó el prestigió del Ku Klux Klan prácticamente en solitario, en los años 40, uniéndose a ellos y luego filtrando todas sus contraseñas secretas y su jerga bobalicona a la gente que estaba escribiendo el programa de radio Las aventuras de Superman. Semana tras semana, hubo episodios de Superman luchando contra el Klan, y la palabrería auténtica del Klan se difundió por la radio para que la gente se pudiera reír. Los niños jugaban a Superman contra el Klan. El Klan sufrió humillaciones y quedaron de tontos; y pasamos de un mundo en el cual el Klan era una organización legítima con decenas de millones de miembros (muchos de ellos senadores, incluso un presidente) a un mundo en el que quedan unos 5.000 socios del Klan. Esencialmente, es una organización difunta. Es decir, que un principio es la ridiculización. Una vez se levanta el tabú de criticar la fe y se exigen que la gente comience a ser razonable, entonces se explotará la capacidad de hacer que la certeza religiosa resulte estúpida, y empezaremos a reírnos de la gente que cree las cosas que se creen los Tom DeLay y los Pat Robertson. Nos reiremos de ellos de una forma que será sinónimo de excluirlos del poder.
    –¿Está usted interesado en formar parte de, o de dirigir, una organización que promueva este tipo de revolución de las creencias?
    –De hecho, estoy creando una fundación con este propósito. Va a dar lugar a eventos mediáticos, documentales, conferencias, y otras maneras de librar esta guerra de ideas. No lo he anunciado todavía formalmente, pero voy a intentar incorporar a los científicos, periodistas, presentadores y personas de negocios más motivados y que mejor se expresan, con la idea de erosionar el prestigio del dogma religioso en nuestro mundo. Vamos a emprender proyectos específicos: por ejemplo, apoyar a los laicistas en el mundo musulman, o dar más poder a las mujeres del mundo musulmán. En parte, la organización pondrá en marcha sus propios proyectos, pero también encontrará proyectos que está haciendo otra gente y que merecen ser apoyados. Creo que ha llegado el momento.
    –¿En qué fase se encuentra usted?
    –En estos momentos estoy preparando un prospecto, creando una ONG, reuniéndome con gente y tanteando a ver quién va a estar en la junta directiva. Vamos, que está todavía en sus inicios. Pero confío en que para finales de año pueda anunciar el nacimiento de la organización.
    –¿En qué otros proyectos está trabajando?
    –Tengo un libro que se publicará pronto, de la editorial Knopf, titulado Letter to a Christian Nation. Va a ser un breve invectiva contra el cristianismo fundamentalista. Es un libro que uno podría, simplemente, entregar a un miembro de la derecha religiosa y decir, «¿Qué tiene usted que decir al respecto?». Va a ser mi mejor esfuerzo para armar a los progresistas y los laicistas contra las certezas religiosas de los fundamentalistas cristianos, en unas cien páginas.
    –¿Qué hay de sus estudios doctorales?
    –Mi jornada de trabajo como hereje consume la mayor parte de mi tiempo. Pero aún estoy con un pie, o un dedo del pie, en el laboratorio. Estoy estudiando las creencias al nivel del cerebro con técnicas de resonancia magnética funcional. Hay un punto de contacto entre mi investigación científica y mi herejía, en el sentido de que a través de las neuro imágenes estoy intentando comprender qué significa creer que algo es cierto. Entre otros aspectos, estoy estudiando la cuestión de si la creencia religiosa es distinta de las creencias normales.
    –¿Ha alcanzado usted algunos resultados preliminares de los que nos pueda hablar?
    –No puedo decir mucho de ellos porque no se han publicado, y hablar de ellos antes de haberse publicado en una revista científica se considera...
    –¿Herejía?
    –Sí… Hay algunas formas de herejía que apruebo, pero otras, por lo visto no.

    Artículo original en Truthdig.

  9. Entrevista con Sam Harris (1)

    miércoles, mayo 02, 2007

    © Blair Golson

    Traducida del inglés por Anahí Seri para Razón Atea

    Con la publicación en 2004 de The End of Faith, superventas según el New York Times, libro que constituye un ataque despiadado a la religión, Sam Harris se convirtió en el ateo más conocido de Estados Unidos.
    Para muchos, eso sería un honor más que dudoso. De acuerdo con un reciente estudio nacional realizado por investigadores de la Universidad de Minnesota, los ateos son la minoría de la cual la gente más desconfía; más que de los musulmanes, de los inmigrantes recientes y de los homosexuales. El estudio afirma, además, que las personas con las que menos dispuestos están los usamericanos a que se casen sus hijos son los ateos.
    Pero Harris, licenciado en filosofía por Stanford, quien está ahora trabajando sobre su tesis doctoral en neurociencias, no estaba intentando ganar un concurso de popularidad, ni mucho menos. En su libro, Sam Harris se propone avergonzar a las personas creyentes de todo el mundo, sacarlas de sus casillas y debatir con ellos para que abandonen sus sistemas de creencias basados en la fe, sistemas que en opinión de Harris nos pueden llevar al apocalipsis. Dice así:

    «No podemos seguir ignorando el hecho de que miles de millones de nuestros vecinos creen en la metafísica del martirio, o en la verdad literal del Libro de las Revelaciones, o en alguna otra de las nociones fantásticas que llevan milenios acechando en las mentes de los creyentes; pues nuestro vecinos disponen ahora de armas químicas, biológicas y nucleares».
    Destilando 20 años de estudios de las disciplinas religiosas occidentales y orientales, junto con las lecciones, empapadas de sangre, de miles de años de violencia religiosa, Harris quiere incitar una revolución, basada en la razón, en las mentes de los creyentes de doquier. Y de hecho sus críticas van mucho más allá del fundamentalismo. Harris también se lo pone difícil a las personas religiosas moderadas, quienes, en su opinión, allanan el camino al fundamentalismo al insistir en la tolerancia y el respeto hacia todas las creencias religiosas, cualesquiera que sean sus implicaciones. A saber:

    «Hablar con claridad y honor a la verdad del estado del mundo; decir, por ejemplo, que la Biblia y el Corán contienen montañas de sandeces que suponen una amenaza para la vida; es la antítesis de la tolerancia tal como la conciben ahora mismo los moderados. Pero no podemos seguir permitiéndonos el lujo de este tipo de corrección política. Ya es hora de que reconozcamos el precio que estamos pagando por mantener la iconografía de nuestra ignorancia».
    Tratándose de alguien que está formulando cargos contra aproximadamente el 97% de Estados Unidos (el restante 3% son los ateos), se podría pensar que Harris es un tipo excéntrico. Pero la fuerza retórica de su forma de escribir se nutre de su estilo coloquial, cargado de sarcasmo cáustico y de ironía. He aquí un extracto del primer capítulo:

    «[…] 120 millones de nosotros sitúan el big bang 2.500 años después de que los babilonios y los sumerios aprendieran a hacer cerveza. Si nuestras encuestas son de fiar, casi 230 millones de estadounidenses creen que un libro que no muestra ni unidad de estilo ni coherencia interna tiene por autor a un deidad omnisciente, omnipotente y omnipresente».
    Ganador, en 2005, del premio PEN/Martha Albrand de ensayo, el libro de Harris ha recogido reseñas apasionadas de personajes tan variados como el catedrático de derecho de Harvard Alan Dershowitz y Joseph Hough Jr., presidente del Unión Theological Seminary, quien afirmó que «la llamada de Harris dirigida a los liberales religiosos da en el clavo».
    A finales del año pasado, Harris adaptó y amplió algunos de los argumentos de su libro en un ensayo para Truthdig, titulado «Un manifiesto ateo», que sigue dando lugar a comentarios ardientes […] meses después de su publicación. El redactor jefe de Truthdig, Blair Golson, recientemente le pidió a Harris que defendiera sus argumentos y los aplicara a los furiosos conflictos inspirados por la religión que se están viviendo en Irak y otros lugares.
    Durante el debate, Harris habló por primera vez públicamente de una fundación que está creando para promover en todo el mundo los valores laicos; de su último libro, Letter to a Christian Nation (Knopf); sobre cómo se las arregla en las cenas para no quedar como el Anticristo; y sobre el «efecto Salman Rushdie» que trae consigo su fama como ateo.
    –¿Qué lo movió a escribir The End of Faith (El fin de la fe)?
    –Fue mi reacción inmediata después del 11 de septiembre; el momento en el que se vio que estamos entrando en un conflicto global, de inspiración teológica, con el mundo musulmán, y que nos íbamos a decir lo contrario, basándonos en el respeto que le otorgamos a la fe. Lo último que íbamos a admitir era que había personas que estrellaban aviones contra nuestros edificios por la idea que tenían de Dios. Nos inventamos eufemismos diciendo que es una guerra contra el terror, que el Islam es una religión de paz, y de este modo se acentúa aún más nuestra propia religiosidad como nación. En el momento en que se hizo patente esta dinámica, y se hizo patente en el plazo de 24 horas, comencé a escribir el libro.
    –¿En 24 horas?
    –Los primeros días, había personas dispuestas a llamarle al pan, pan y al vino, vino, y a hablar críticamente del Islam, pero enseguida empezamos a hablar de Osama Bin Laden y de los extremistas del mundo islámico como si fueran excepciones, personas que habían secuestrado una religión pacífica y la habían distorsionado totalmente. Muchos compararon a Osama Bin Laden con el Reverendo Jim Jones, David Koresh, o algún otro personaje marginal, y no hay nada de verdad en todo eso. La interpretación del Islam que hace Osama Bin Laden es una versión mucho más central y plausible de lo que la gente suele admitir. El análisis que hago del Islam en mi libro es una respuesta a esta negación.
    –¿A qué temores tuvo que enfrentarse antes de escribir un libro así, firmarlo con su nombre y poner su foto en él?
    –Obviamente, me preocupa la cuestión de la seguridad. Mientras escribía el libro, el efecto Salman Rushdie no me era totalmente ajeno, pero llega un momento en el que uno tiene que escribir con sinceridad de estas cosas, y yo he tomado unas medidas razonables para garantizar mi seguridad.
    –¿Puede decir algo más al respecto?
    –He recibido algunos correos electrónicos de los que dan un poco de miedo, pero nada que haya llegado al nivel de una amenaza de muerte.
    –¿Cómo suele reaccionar la gente cuando usted les explica la tesis de su libro? Cuando conoce a alguien en una cena, por ejemplo.
    –Depende de cómo empiece la conversación. Si yo comienzo con mi crítica del Islam, los que están en el lado conservador del espectro normalmente lo comprenden, y los liberales lo ven como que estoy rompiendo un tabú, repudiando su corrección política y su multiculturalismo.
    A la inversa, si empiezo con mis preocupaciones sobre la intrusión de la religión es nuestra propia vida política, a los liberales en general les encanta, pues comparten mis temores, pero los conservadores cristianos empiezan a protestar. De forma que puedo establecer una conexión, o no, según en que aspectos insista.
    –Pero lo que tal vez sea la tesis más central de su libro, el ataque a la propia fe irracional, ¿no ofende a la gente en ambos extremos del espectro político?
    –El aspecto más controvertido de mi libro ha sido las críticas que hago a los creyentes moderados. La mayoría piensa que, si bien el extremismo religioso es peligroso y genera discrepancias, la tolerancia religiosa es absolutamente intachable y es el remedio para todos nosotros en este frente. Pero los creyentes moderados están amparando a los fundamentalistas por el respeto que exigen los moderados que se dispense al discurso basado en la fe. La moderación religiosa no nos permite decir las cosas realmente críticas que debemos decir sobre la vil estupidez del fundamentalismo religioso. Como resultado de ello, el fundamentalismo sigue en el candelero, y los fundamentalistas utilizan de modo muy cínico y astuto la cobertura que les proporciona la corrección política de nuestro discurso.
    –Usted dice también que la moderación religiosa impide acceder a un enfoque más sofisticado de la espiritualidad, la ética y la construcción de comunidades fuertes. ¿Qué quiere decir con ello?
    –La moderación religiosa no es, en última instancia, más que entresacar de las escrituras lo que más interesa. No es más que filosofía diluida de la Edad del Hierro. No se trata de un planteamiento propio del siglo XXI para hablar de la vida contemplativa, o de la experiencia espiritual, o de normas éticas, o de esos aspectos que mantienen el vigor y la salud de una comunidad. La moderación religiosa consiste en relajar los estándares de adhesión a los antiguos tabúes y supersticiones. No es más que eso. Los cristianos moderados han acordado no leer la Biblia literalmente, e ignorar totalmente ciertos pasajes, y así llegan a una versión mucho más progresista, tolerante y ecuménica del cristianismo. Sólo escuchan a Jesús cuando está predicando el Sermón de la Montaña, y afirman que eso es el auténtico cristianismo. Pues no, eso no es el auténtico cristianismo. Es una lectura selectiva de ciertos aspectos del cristianismo. La otra cara del cristianismo siempre está esperando en el libro a que se la resucite. Se puede encontrar el Jesús de Tesalonicenses 2, el que regresará y echará a los pecadores a la fosa. Ese es el Jesús que se celebra en las novelas Left Behind. Ese es el Jesús que la mitad de la población usamericana espera que descienda de las nubes.
    –Cambiando de tónica: ¿hasta qué punto piensa usted que la religión, y no el tribalismo o el mero deseo de vengarse de los males pasados, es responsable de la violencia sectaria que está desestabilizando Irak?
    –No creo que se pueda trazar una línea de división nítida, pues lo chiítas y los suníes, por ejemplo, han definido sus comunidades morales en términos de su afiliación religiosa. Estas comunidades tienen una larga historia de tratos discriminatorios mutuos sobre esa base, de forma que su conflicto tiene las características de una enemistad tribal. Pero en realidad la única diferencia entre estos dos grupos es su identidad religiosa, y es, a lo sumo, una diferencia marginal. Son dos grupos que de verdad adoran al mismo Dios. Sólo que no consiguen ponerse de acuerdo para adorarlo de la misma manera, y esta es la razón por la que llevan siglos matándose.
    –¿En qué medida será Estados Unidos responsable si una teocracia se hace con el poder en Irak?
    –Muchas personas extraen una lección del caos que reina actualmente en Irak; una lección que sugiere que fuimos unos colonizadores codiciosos, ávidos de petróleo, que entramos de forma inepta en un infierno sectario e incendiamos el lugar. Pero creo que merece la pena dar un paso atrás y preguntarse cuál sería la mejor salida hipotética posible; si hubiéramos entrado por motivos puramente altruistas, para liberar a 25 millones de personas de Sadam Huseín y sus hijos diabólicos. Pienso que es muy posible que viéramos exactamente el mismo caos. Con ello no pretendo negar que hemos hecho muchas cosas de forma inepta y terrible, y pagamos un alto precio por Abu Ghraib. Pero es probable que tuviéramos una porcentaje significativo de musulmanes que estarían dispuestos a luchar a muerte simplemente para expulsar a los infieles de Babilonia, por altruistas que fueran los motivos de los infieles. Estas consideraciones creo que mitigan un poco nuestra culpabilidad, pues creo que había un argumento muy bueno para intentar crear una democracia modélica en el corazón del mundo musulmán, e Irak era un lugar verosímil para hacerlo. Pero nada de lo que he dicho debe interpretarse como que estuviera negando el hecho de que lo hemos hecho de forma horrible, y que estamos pagando un terrible precio por nuestros fracasos. Es probable que tengamos que continuar pagando por estos fracasos durante mucho tiempo.
    –Muchos temen que Irak adopte la sharia. ¿Es eso preferible a un régimen laico totalitario?
    –No, en absoluto. Son dos males. Pero si se consigue colocar a un déspota auténticamente ético, un déspota benevolente, eso puede ser el mecanismo de transición necesario hacia la democracia. Debería estar bastante claro que gran parte del mundo musulmán no está preparado para la democracia, y tenemos que enfrentarnos a esta realidad. Muchos musulmanes están preparados para arrancar de cuajo su libertad en cuanto les dan la oportunidad de decidir sobre su destino. Cómo realizar la transición hacia una democracia en Oriente Próximo, una auténtica democracia, es un problema muy difícil. Deberíamos considerar los ejemplos de las comunidades musulmanes que viven en Europa occidental, y su incapacidad para asimilar los valores democráticos. Si hiciera falta un ensayo para ver hasta qué punto una comunidad puede ser inmune a los encantos de la democracia, no hay más que fijarse en las comunidades musulmanas en Holanda o en Francia o en Dinamarca. Véanse las multitudes que quieren que se decapiten a los redactores de periódicos y a los humoristas. Son personas que viven en Europa Occidental, muchos de ellos llevan toda la vida viviendo allí.
    –Así pues, ¿usted piensa realmente que el Islam es fundamentalmente incompatible con la democracia?
    –En su mayor parte, sí. No hay más que ver el caso del apóstata de Afganistán que se convirtió al cristianismo y fue condenado a muerte. Luego, después de que todas las naciones de la Tierra presionaran a Hamid Karzai, lo hicieron desaparecer. Ésa es la realidad del Islam: criticar la fe supone poner en peligro tu vida. Un musulmán no tiene la libertad de despertarse un día y decidir que ya no quiere ser musulmán. Esta decisión se castiga con la muerte. O sea que a menos que los musulmanes reformen este aspecto de su religión, como mínimo, no se pueden depositar muchas esperanzas en la democracia musulmana. No solemos hablar de todos los que acechan en la corriente dominante de la teología del Islam e infringen los acuerdos. Hacemos como si no estuvieran allí, e invadimos países y creamos democracias constitucionales, aparentemente ignorando el hecho de que una mayoría de la población sigue queriendo que se mate a sus vecinos por crímenes de pensamiento. Hasta que no se cambie la opinión de la gente sobre este tema (hasta que no se consiga que se planteen otra ética, una ética en la que las viñetas dejen de ser lo que más los mueve, y el auténtico referente de su moralidad sea una compasión genuina por el sufrimiento de los demás), no veo cómo el implantar las estructuras democráticas puede ayudar a nadie. Hace falta una sociedad civil para lograr una democracia.
    –En su libro, usted dice que cuando un terrorista se suicida haciendo estallar su bomba, se pasa por alto, invariablemente, el papel que desempeñaba la fe en sus acciones. Se dice que sus motivaciones eran «políticas, económicas o totalmente personales». ¿Por qué se le da carta blanca a la fe?
    –Este es uno de los puntos interesantes de nuestro discurso actual. Nuestro propios demagogos religiosos, los fundamentalistas como Jerry Falwell y Pat Robertson, le llaman al pan, pan, y al vino, vino, y observan que hay un vínculo entre el Islam y el tipo de violencia que vemos en el mundo musulmán. Si bien yo no estoy de acuerdo con esta gente en ningún otro aspecto, de hecho ofrecen en relación con el Islam un diagnóstico mucho más cándido y preciso del problema que todo lo que procede de la izquierda. Los izquierdistas, los laicistas, los creyentes moderados y los creyentes liberales no están en posición de darse cuenta de que cuando alguien mira a una cámara de video y dice «Yo amo la muerte más de lo que el infiel ama la vida» y luego hace estallar su bomba, está siendo sincero en cuanto a su estado de ánimo. No se trata de propaganda, no se trata de política ni de desesperación económica disfrazada de religión. A la gente realmente le motiva el contenido de sus creencias religiosas, y hay gente que realmente está deseosa y dispuesta a saltar por los aires porque piensan que van a ir al paraíso. Los creyentes moderados y los laicistas no lo comprenden porque no saben qué significa, en realidad, creer en Dios. No saben qué significa estar seguro de que Dios está ahí escuchando tus oraciones, estar seguro de que Él dictó un libro, y de que ese libro es perfecto hasta la última sílaba, y de que es una hoja de ruta al paraíso. Y los fundamentalistas sí comprenden qué significa creer en estas cosas absurdas.
    –Usted afirma que los terroristas suicidas islámicos no están usando la religión como pretexto de sus agravios políticos o económicos. ¿Cómo lo sabe usted?
    –En primer lugar, los secuestradores del 11 de septiembre no daban en absoluto muestras de ser gente preocupada por la pobreza o los problemas de los palestinos; no eran esas sus motivaciones. Hablaban de la maldad de la cultura de los infieles, y de los placeres que aguardan a los mártires en el paraíso. Cuando uno lee lo que estaban haciendo con sus vidas, parece que estas personas no se identificaban con ninguna idea política en absoluto. Y no se trata de personas que fueran personalmente víctimas de la opresión de USA, de los británicos o de Israel. Osama Bin Laden es otro ejemplo de esto. Él mismo no es víctima de ninguna injusticia o discriminación, y leyendo sus diatribas se ve que no es alguien que dedique mucho tiempo a pensar en los pobres. De hecho, sólo añadió la causa palestina a su lista de afrentas a posteriori. En un principio, lo que de veras le preocupaba eran las ofensas teológicas, el hecho de que hubiera botas de infieles pisando la tierra cercana a los santos lugares de Meca y Medina.
    Así pues, tenemos a personas que disfrutan, sin lugar a dudas, de una buena posición económica, que claramente han gozado de una buena educación, y que están dispuestos a estrellarse contra una pared a 600 km por hora. Y pasan mucho tiempo hablando del paraíso y las vírgenes. Así pues, es un razonamiento realmente tortuoso argumentar que la religión no es lo que motiva sus actos, que sus motivos son económicos o políticos; están diciendo justamente eso, y están haciendo cosas que sólo son racionales a la luz de estas creencias religiosas, y ellos mismos no tienen quejas de índole económica o política.
    –Usted dedica una largo capítulo a las creencias en cuanto «principios de acción»; el hecho de que, dado el conjunto adecuado de creencias, cualquier persona actuará, casi inexorablemente, de una determinada forma. Aplicando esto al Islam, usted dice que dados los principios de una religión que garantiza un lugar en el paraíso para los mártires, no es de extrañar que haya tantos terroristas islámicos suicidas. Sin embargo, si la correlación entre la creencia y la acción es tan absoluta, ¿cómo explica usted que no todos los musulmanes sean terroristas suicidas?
    –Siempre está la cuestión de si uno realmente cree en aquello en lo que dice creer. Las creencias y la certeza tienen grados. Obviamente, si uno estuviera seguro de que el paraíso existe, y si uno estuviera seguro de que la muerte en defensa de la fe le lleva a uno y a todas las personas a las que uno ama a pasar la eternidad en el paraíso, es perfectamente racional morir en esas circunstancias. Lo que ocurre es que hay gente que está realmente segura, o al menos tiene una certeza funcional en estas proposiciones, y están dispuestos a volar por los aires matando a infieles porque están seguros de que el creador del universo quiere que los infieles ardan eternamente. Por supuesto que todos los musulmanes que casualmente mueran en el proceso también irán al paraíso, y estarán muy agradecidos de que los hayan mandado allí. Cuando uno se llega a imaginar qué significa realmente creer en estas cosas, este comportamiento se vuelve totalmente razonable. Nos encontramos con madres de terroristas suicidas que literalmente celebran la muerte de sus hijos, los cuales han volado por los aires en una discoteca rodeados de otros jóvenes. Es el comportamiento humano más obsceno e inexplicable; y sin embargo es totalmente razonable en vista de lo que muchos musulmanes dicen que creen sobre el martirio.

    Segunda parte.

    Artículo original en Truthdig.