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Fernando G. Toledo
El avance del estudio del cerebro ha puesto, como decíamos, a algunas religiones en aprietos. Porque para las religiones, y en especial la católica, la idea de trascendencia es crucial. Sin embargo, esa trascendencia sólo es atribuible a una existencia que contenga algo más que esta carnalidad evidente, esta mortalidad. En los arcanos de la mente fue colocada esa alma que podía justificar tal conexión con lo divino. Sin embargo, si la ciencia desecha esa hipótesis, si la muestra falsa, la religión está en un brete.
El otro texto que ofreció el visitante (Menino, quien parece sugerir que en lo que desconocemos sobre la conciencia puede estar el alma), corresponde a un
website que proclama el intento de conciliar “fe, ciencia y razón”. A mi juicio, uno de los tres términos es repugnante a los otros dos: ¿hace falta que diga cuál? Textos como el que se analizará a continuación son una buena muestra de esa repelencia.
Todas las citas son de un escrito de Mariano Artigas, quien la emprende contra el libro del descubridor de la doble hélice del ADN, Francis Crick (Premio Nobel de Medicina en 1962). El libro de Crick se llama
La búsqueda científica del alma. Una revolucionaria hipótesis para el siglo XXI (Debate, Madrid, 1994).
Mariano Artigas: La ciencia nos proporciona conocimientos interesantísimos, pero nunca nos ha dicho ni nos dirá nada sobre las dimensiones espirituales de la realidad, y eso no significa que esas dimensiones no existan.FGT: Por supuesto. A la ciencia no le interesan en demasía la samsara hindú o la eucaristía. La ciencia trata sólo con
campos categoriales precisos (reales), para las ficciones están la literatura o las religiones. De cualquier modo, no se puede enfrentar a la ciencia con una afirmación como la de esas supuestas «dimensiones espirituales de la realidad». ¿De dónde salen, de qué están hechas, qué prueba hay de que existan?
MA: “[Francis Crick dice que] ‘No todos los neurocientíficos creen que la idea del alma sea un mito (sir John Eccles es la excepción más notable), pero sí la mayoría’. Eccles es premio Nobel por sus estudios sobre el cerebro, y defiende a capa y espada que cada persona humana posee un alma espiritual creada por Dios. FGT: Por las dudas, Artigas acude a un argumentum ad verecundiam, en lugar de ofrecer explicaciones y citar evidencias del basamento de las
opiniones de Eccles.
MA: el alma es «forma substancial» del cuerpo, lo cual significa que alma y cuerpo forman una sola cosa, una sola substancia, un solo ser.FGT: Aduciendo que Crick no sabe siquiera lo que es el alma, y que por eso en su libro pretende escarbar el cuerpo “con un bisturí” hasta encontrarla, Artigas ofrece esta definición (que no está alejada de la que el mismo neurólogo da para afirmar que no existe) sacada ¡de la doctrina de la Iglesia Católica! ¿Eso es más serio que la investigación de Crick?
MA: Crick propone una «hipótesis revolucionaria». ¿Cuál es? En sus propias palabras, “La hipótesis revolucionaria es que «Usted», sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y sus ambiciones, su propio sentido de la identidad personal y su libre voluntad, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y de moléculas asociadas. Tal como lo habría dicho la Alicia de Lewis Carroll: «No eres más que un montón de neuronas». Esta hipótesis resulta tan ajena a las ideas de la mayoría de la gente actual que bien puede calificarse de revolucionaria”.
No creo que la hipótesis sea tan revolucionaria. Es la hipótesis materialista, tan vieja como la filosofía. Hace unos años, Carl Sagan decía lo mismo en su programa Cosmos.
Otros han dicho lo mismo.FGT: Coincido con Artigas en que la hipótesis es menos revolucionaria de lo que el mismo Crick asegura que es. La diferencia es que el científico pone en la mesa su investigación, sus pruebas, su trabajo, para certificarla. Sagan lo había afirmado en
Cosmos, siguiendo las investigaciones de, entre otros, Charles Sherrington, pero 14 años después, Crick muestra más estudios sobre el mismo asunto, lo cual acentúa la veracidad de esa afirmación materialista -digamos: el momento en que Crick ejercita una
filosofía materialista, de vertiente «clásica» (mecanicista).
MA: Crick no sólo habla del reduccionismo, sino que lo define y lo defiende. Su definición es la siguiente: “«enfoque reduccionista», es decir, que un sistema complejo pueda explicarse por el funcionamiento de sus partes y las interacciones entre ellas”. Crick se pregunta dónde vamos a parar con el reduccionismo, o sea, si hay unas partes últimas a las que todo se reduce, y también contesta: “¿Dónde acaba ese proceso? Afortunadamente, hay un punto natural de parada, a la escala de los átomos químicos”. Y luego hace un elogio del reduccionismo, afirmando que “el «reduccionismo» es el principal método teórico que ha guiado el desarrollo de la física, la química y la biología molecular. Es el principal responsable de los desarrollos espectaculares de la ciencia moderna. Es el único modo sensato de proceder hasta que (y a menos que) nos veamos obligados a afrontar una evidencia experimental incontestable que nos exija cambiar de actitud. No sirven aquí los argumentos filosóficos generales en contra del reduccionismo”.FGT: Bueno, lo que dice Crick es así de cierto. De la física se ha dicho que es la ciencia última, y hay muchos que no están de acuerdo (yo mismo no lo tengo por seguro, aunque me arrimo bastante a esa posición). Pero más allá de que duela oírlo, hay que ver si realmente es así. Una ciencia abarca hasta cierto campo y desde allí tiene que aparecer otra ciencia si se excede este mismo perímetro, pero en el caso que explica Crick no hace falta saltar. Es decir, si la física (o, para algunos, la física cuántica, aunque las sinapsis neuronales no se dan en un tamaño cuántico) da una explicación cabal y completa del funcionamiento de la conciencia, qué le vamos a hacer.
MA: Crick se refiere a los filósofos en los términos siguientes: “Los filósofos han obtenido unos resultados tan pobres durante los últimos dos mil años que más les valdría mostrar algo de modestia en lugar de esa arrogante superioridad que normalmente exhiben... tienen que aprender a prescindir de sus teorías favoritas cuando la evidencia científica las contradice, so pena de ponerse en ridículo ellos mismos”.FGT: Suscribo en este punto lo que dice Crick en cuanto a que si la evidencia muestra lo contrario a lo que los filósofos afirman, deben ceder. No coincido demasiado en que los resultados de la filosofía han sido tan pobres en los últimos 2.000 años, y si no baste ver cuánto han aportado filósofos desde Hume hasta Popper, pasando por Spinoza, Kant, Hegel, Russell, o incluso M. Bunge y G. Bueno (quien desprecia a la ciencia cuando quiere ésta “explicarlo todo”).
MA: Por ejemplo, Crick dice: “Hasta ahora, los resultados obtenidos por las creencias religiosas para explicar los fenómenos científicos han sido tan pobres que no hay mucho motivo para creer que las religiones convencionales lo consigan en un futuro... No sólo las creencias de las religiones más populares se contradicen unas a otras sino que, según los planteamientos científicos, se basan en pruebas tan endebles que sólo pueden aceptarse mediante un acto de fe ciega... La historia nos demuestra que los misterios que las religiones pensaban que sólo ellas podían explicar (por ejemplo, la edad de la Tierra) han caído ante un asalto científico coherente. Lo que es más: las respuestas verdaderas suelen encontrarse bastante alejadas de las de las religiones convencionales. Si las religiones reveladas han revelado algo es, precisamente, que suelen estar equivocadas”.
Desde luego, la Iglesia católica no pretende “explicar los fenómenos científicos”, ni nunca ha considerado que la edad de la Tierra sea un misterio ni que sólo la religión pudiera explicarlo. Sobre esa base, concluir que las religiones reveladas suelen estar equivocadas, así, sin más, parece como mínimo inadecuado, gratuito y superficial.FGT: Además de aplaudir a Crick (QEPD) por su puntería, me pregunto, a partir de lo que afirma Artigas, si es verdad que la Iglesia no debe rendir cuentas ante la ciencia cuando dice que existe un alma, por ejemplo, o que hay vida después de la muerte… o que no hay conciencia sin cerebro. Vamos, sin contar la “verdad revelada” del origen del mundo, de la luz (Génesis 1:2-3 y 1:14-15), de la redondez de la Tierra (Apocalipsis 7:1 ), del detenimiento del sol (Josué 9-10), de la resurrección de la carne (Marcos 12:26), de la transmisión de enfermedades como la lepra (Levítico 14: 33-57), etc.
MA: Es una pena, entre otros motivos, porque ahora existe, por fin, un ambiente de comprensión y colaboración entre científicos, filósofos y teólogos, y el libro de Crick lo estropea. Es un auténtico atentado intelectual, una especie de terrorismo en el mundo de las ideas.FGT: Hay una frase sabia que dice: “La verdad no duele. Lo que no tiene es remedio”. Más allá de la “convivencia” pacífica entre científicos, filósofos y teólogos, hay “verdades” (las de la religión) que no se pueden seguir sosteniendo si es que hay evidencias que la contradigan. A menos que se quiera seguir viviendo en la ceguera. O en la fe, que es lo mismo. Y se parece demasiado a un terrorismo contra el conocimiento, a un oscurantismo.
MA: Pero si uno es materialista de verdad, si todo se reduce a las neuronas, si no somos más que «un montón de neuronas», ¿dónde irán a parar la libertad, la moralidad, la responsabilidad y todo este tipo de cosas? De hecho, Crick acaba el libro con un post scriptum dedicado a la libertad, y de sus palabras se desprende que no somos realmente libres, aunque nos parezca que lo somos.
En efecto, según Crick, es el cerebro el que trabaja, hace planes y decide: “parte de nuestro cerebro se ocupa de hacer planes para futuras acciones”, “podemos ser conscientes de tales planes”, somos conscientes “de las «decisiones» que toma: esto es, de los planes”. Evidentemente, ni Crick ni nadie pueden explicar qué significa todo esto, ni menos aún pueden probarlo. Pero, una vez embarcados en esta extraña empresa, ya no podemos sorprendernos de que Crick nos diga en qué lugar del cerebro se localiza la libertad: “El libre albedrío se encuentra en, o cerca de, el surco del cíngulo anterior. En la práctica, lo más probable es que el asunto sea más complicado. Puede que intervengan otras áreas frontales del cerebro...”. FGT: Bueno, Artigas se espanta cuando Crick habla de la “novedad” de su tesis para refregarle su vejez, pero ahora no dice nada acerca de que ya filósofos del siglo XVIII hablaban de la inexistencia de la libertad: “libertad es la ignorancia de aquello que nos determina” (Spinoza,
Etica). Es célebre el oxímoron sartreano de que “estamos condenados a ser libres”. Antes, Kant
(Reflexión sobre la metafísica) decía: “No podemos demostrar la libertad a posteriori, ya que la carencia de percepción de causas determinantes no aporta prueba alguna respecto a su existencia. Tampoco somos capaces de reconocer su posibilidad a priori, puesto que la posibilidad de la causa originaria, es decir, aquella que no se ve determinada por ninguna otra, no se deja concebir en modo alguno. Por lo tanto, no nos es posible demostrarla teóricamente, sino como una hipótesis prácticamente necesaria”. La verdad es que se han escrito cientos de especulaciones, que sería arduo reseñar aquí, sobre el tema de la libertad. Hay
algunos que opinan que la única manera de defender la existencia de la libertad es el punto de vista dualista (alma-cuerpo), pues desde un materialismo monista la libertad no existe. Por ejemplo, si actuamos a partir de nuestros deseos, no es que seamos realmente libres. Si creemos contradecir nuestros deseos, es porque deseamos no lo que creemos, sino todo lo contrario. Podemos elegir entre cosas que deseamos, pero no podemos elegir no desear.
MA: Sí, el asunto es más complicado. Pero no sólo porque intervengan también otras áreas del cerebro, sino porque intervienen otros factores que el Dr. Crick ha olvidado completamente. Lo que es peor: como hemos visto, él sabe que los ha ignorado, y quiere remediarlo planteando una apuesta de futuro. Nos dice, en efecto: “Sólo el tiempo, junto con mucho más esfuerzo científico, nos permitirá decidir. Sea cual fuere la respuesta, el único modo sensato de llegar a ella es una detallada investigación científica. Todos los demás enfoques son poco más que unas palmaditas de ánimo para que no desfallezcamos”. Este tipo de apuestas también son conocidas, y alguien las ha denominado «materialismo promisorio», porque siempre se basa en la promesa de que el futuro le dará la razón. Pero, ¿dónde estará el Dr. Crick para responder de su apuesta?FGT: Ciertamente, lo que dice Crick es que resulta imprudente avanzar sobre las áreas que desconocemos, aunque es posible prever que el camino que se está recorriendo puede llevarnos a esa dilucidación. Pero, aunque Artigas no lo diga, su postura como creyente es la que da por respondidas todas las preguntas aunque después, cuando se hallan las verdaderas respuestas (la Tierra es redonda, ¿verdad censores de Galileo?), los dogmáticos acusan a los científicos de “estropear la convivencia”.
MA: El Dr. Crick pone las cosas difíciles para quienes afirman que la libertad es algo real, y por tanto, que también son reales la responsabilidad y la moral. Supongo que el Dr. Crick tiene libertad y moral; lo que no comprendo es por qué las admite. Sólo se me ocurre felicitar al Dr. Crick porque tiene un cerebro estupendo, capaz del premio Nobel. Mejor dicho: a quien tengo que felicitar es al cerebro del Dr. Crick, que es el que planea y decide: el Dr. Crick sólo se entera, de vez en cuando, de lo que planea y decide su cerebro. Somos nuestro cerebro. Por tanto, ya lo saben: hay que cambiar todo desde la raíz. Hay que hacer política y leyes para los cerebros. Hay que hacer escuelas para cerebros. Hay que meter en la cárcel a los cerebros. Hay que escribir libros para los cerebros. Hay que hacer películas para los cerebros. Mientras tanto, quizás nos podremos ir de vacaciones, aunque si tiene razón el Dr. Crick, probablemente no podremos, porque sólo somos unos fantasmas ilusorios. Quizá no quede más remedio que repetirnos una y otra vez: soy mi cerebro. A lo mejor nos lo acabamos creyendo.FGT: Dejemos de lado la falacia del hombre de paja. La refunfuñante conclusión de Artigas podría tener un correlato si hablara de la evolución: no hay diseñador, sino diseñadora: ¡la evolución! Es lo que practica el autor al “felicitar al cerebro de Crick”. En su caso podríamos decir: “hay que felicitar al alma de Artigas”. Acaso este autor esté olvidando que todo cuanto puede despotricar puede hacerlo merced a que tiene un cerebro que funciona, aunque insista tanto en disimularlo. Y si no, que pruebe a escribir sin cerebro.