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  1. La izquierda comunista y la religión

    sábado, diciembre 08, 2007

    © José Ramón Esquinas Algaba

    La caída de la Unión Soviética causó la transformación de buena parte de la izquierda comunista en izquierda indefinida una vez que el marco de racionalidad institucional que guiaba a la quinta generación desapareció. Cuando decimos que el Estado soviético dotaba de racionalidad a la izquierda comunista, lo hacemos entendiendo la racionalidad como proceso dado en las mismas transformaciones recurrentes institucionales y por tanto, vinculada a contextos materiales definidos. Queremos decir con esto, que la URSS obligaba a la izquierda comunista a hablar desde el socialismo realmente existente y a justificarlo –para bien o para mal– desde contextos positivos. No cabría hablar por ejemplo, de un pacifismo abstracto e intemporal cuando las tropas soviéticas estaban combatiendo a los talibanes en Afganistán.
    Fue la eliminación de la URSS la que disolvió los parámetros positivos mínimos requeridos para una dialéctica racional que no deviniera en pura retórica. No obstante, en el enfrentamiento actual con esas izquierdas definidas se corre el peligro de extrapolar la actitud que mantienen las actuales izquierdas indefinidas al pasado. Esta extrapolación no es cosa «de la derecha» sino de las mismas nebulosas ideológicas izquierdistas que buscan legitimarse redefiniendo la «memoria histórica» y olvidando su propio pasado en aras de la legitimación del presente. Precisamente, Gustavo Bueno en su último libro La fe del ateo, recurre a Lenin –que ningún izquierdista parece haber leído– frente a las actuales posiciones anticlericales que en nombre del laicismo se mantienen en España. Que pensar es pensar contra alguien es cosa que el líder ruso sabía mejor que nadie y por ello, matizó la postura de la izquierda comunista –entonces en formación en el seno de la socialdemocracia rusa– para corregir veleidades anticlericales que minaran la labor del Partido. En el número 45 de Proletari, comentando el discurso de Surkov en la Duma, Lenin comentó:

    «Sin embargo, Engels condenó al mismo tiempo más de una vez los intentos de quienes, con el deseo de ser "más izquierdistas" o "más revolucionarios" que la socialdemocracia, pretendían introducir en el programa del partido obrero el reconocimiento categórico del ateísmo como una declaración de guerra a la religión. Al referirse en 1874 al célebre manifiesto de los comuneros blanquistas emigrados en Londres, Engels calificaba de estupidez su vocinglera declaración de guerra a la religión, afirmando que semejante actitud era el medio mejor de avivar el interés por la religión y de dificultar la verdadera extinción de la misma.»{1}

    Seguidamente, Lenin comenta la posición de la socialdemocracia en la Kulturkampf:

    «Al acusar a Dühring, que pretendía aparecer como ultrarrevolucionario, de querer repetir en otra forma la misma necedad de Bismarck, Engels requería del partido obrero que supiese trabajar con paciencia para organizar e ilustrar al proletariado, para realizar una obra que conduce a la extinción de la religión, y no lanzarse a las aventuras de una guerra política contra la religión. Este punto de vista arraigó en la socialdemocracia alemana, que se manifestó, por ejemplo, a favor de la libertad de acción de los jesuitas, a favor de su admisión en Alemania y de la abolición de todas las medidas de lucha policíaca contra una u otra religión. "Declarar la religión un asunto privado": este famoso punto del Programa de Erfurt (1891) afianzó dicha táctica política de la socialdemocracia.»{2}

    Vemos aquí el significado preciso que cobra la expresión «asunto privado», un significado que hoy las izquierdas indefinidas y satisfechas confunden, pues «asunto privado» no equivale a asunto concerniente a individuos distributivamente entendido. La noción de «asunto privado» que manejaba Engels estaba tallada frente al Estado prusiano protestante –de ahí la alusión a los jesuitas– y por tanto, «lo privado» se presenta como lo contrapuesto al Estado. Así comentaba Engels el programa de la socialdemocracia de Erfurt:

    «La Iglesia ha de separarse completamente del Estado. Para el Estado todas las comunidades religiosas sin excepción son sociedades privadas. Estas pierden toda subvención a costa de los recursos públicos y toda influencia en las escuelas públicas. Sin embargo, no se les puede prohibir que funden escuelas propias con sus recursos propios y que enseñan allí sus sandeces»{3}

    Así pues, privado, se contrapondría a estatal, y no a social. Lo que Engels postulaba era un proceso de holización que destruyera la pretensión del Estado prusiano –tomado aquí como el canon por el que medir el proceso socialista– de encarnar al protestantismo o cualquier otra religión. La religión pasará ahora a ser un asunto de la sociedad civil pero el Estado no podrá impartirla debido a que es falsa y opio para el pueblo. Esto no significaba una reducción de la religión a asunto situado «en el reino de la conciencia subjetiva» sino una reestructuración del orden político tal que se eliminara la influencia de los ortogramas religiosos en la conformación de los planes y programas del Estado-nación.
    Por tanto, Engels y luego Lenin, cuando hablaban de la religión como «asunto privado» se estaban refiriendo al ámbito de la sociedad civil al margen del Estado. La posición de los comunistas rusos ante la religión se forjó frente al Imperio zarista que privilegiaba a los adeptos a la Iglesia ortodoxa en la administración estatal. Desde luego, se reconoce que la religión tiene influencia en la sociedad política, pero esto es justo lo que el socialismo tenderá a combatir, dentro de la tradición de la izquierda jacobina, de combatir el Trono y el Altar. En este caso, lo que se postula es eliminar el poder del Altar en la conformación de la sociedad política. Así comenta Lenin:

    «La religión debe ser declarada asunto privado: es costumbre expresar corrientemente con estas palabras la actitud de los socialistas ante la religión. Pero hay que determinar con exactitud el significado de estas palabras para que no puedan dar origen a confusión ninguna. Reclamamos que la religión sea un asunto privado con respecto al Estado, mas en modo alguno podemos considerar la religión asunto privado con respecto a nuestro propio Partido. El Estado no debe tener nada que ver con la religión; las asociaciones religiosas no deben estar vinculadas al poder del Estado. Cada cual debe tener plena libertad de profesar la religión que prefiera o de no confesar ninguna, es decir, ser ateo, como lo es habitualmente todo socialista (...) La religión no es asunto privado con respecto al partido del proletariado socialista. Nuestro Partido es una unión de luchadores conscientes y avanzados por la emancipación de la clase obrera. Esta unión no puede ni debe permanecer indiferente ante la inconsciencia, la ignorancia o el obscurantismo bajo la forma de creencias religiosas. Exigimos la completa separación de la Iglesia y el Estado para luchar contra el obscurantismo religioso con una arma puramente ideológica y solamente ideológica, con nuestra prensa y nuestra palabra» (El Socialismo y la Religión. Novaya Zhizn, nº 28, 3 Noviembre 1905){4}


    El problema puede detectarse fácilmente: el Estado debe desentenderse de la religión, pero no así el Partido. Pero es un Partido que lejos del conformismo busca conquistar y controlar el Estado, y cuando lo consiga, refundirá el Estado zarista en una Dictadura del proletariado cuya cabeza será el Partido bolchevique. Una vez en el poder, los bolcheviques trataran de eliminar todo rastro de la conformación religiosa del Estado, lo cual implica –aunque de forma negativa– seguir incluyendo a la religión en sus planes. Porque ahora se hará todo lo posible por expulsar a las asociaciones religiosas del ámbito político esperando que el desarrollo del comunismo acabara de una forma natural con ese producto ideológico y falso que era la religión. No todo desde luego, iban a dejárselo los bolchevique al «desarrollo natural del comunismo», sino que el Partido bolchevique, como marxista y materialista, lo que tendría que hacer es utilizar ese Estado conquistado para una vez reducida la religión al contexto civil, combatirla como falsa conciencia ideológica.

    «El marxismo es materialismo. En calidad de tal, es tan implacable enemigo de la religión como el materialismo de los enciclopedistas del siglo XVIII o el materialismo de Feuerbach. Esto es indudable. Pero el materialismo dialéctico de Marx y Engels va más lejos que los enciclopedistas y que Feuerbach al aplicar la filosofía materialista a la historia y a las ciencias sociales. Debemos luchar contra la religión. Esto es el abecé de todo materialismo y, por tanto, del marxismo. Pero el marxismo no es un materialismo que se detenga en el abecé. El marxismo va más allá. Afirma: hay que saber luchar contra la religión, y para ello es necesario explicar desde el punto de vista materialista los orígenes de la fe y de la religión entre las masas. La lucha contra la religión no puede limitarse ni reducirse a la prédica ideólogica abstracta; hay que vincular esta lucha a la actividad práctica concreta del movimiento de clases, que tiende a eliminar las raíces sociales de la religión. ¿Por qué persiste la religión entre los sectores atrasados del proletariado urbano, entre las vastas capas semiproletarias y entre la masa campesina? Por la ignorancia del pueblo, responderán el progresista burgués, el radical o el materialista burgués. En consecuencia, ¡abajo la religión y viva el ateísmo!, la difusión de las concepciones ateístas es nuestra tarea principal. El marxista dice: No es cierto. Semejante opinión es una ficción cultural superficial, burguesa, limitada. Semejante opinión no es profunda y explica las raíces de la religión de un modo no materialista, sino idealista. En los países capitalistas contemporáneos, estas raíces son, principalmente, sociales»{5}


    Una vez en el poder, los bolcheviques organizaron numerosas misiones soviéticas con el objetivo de expulsar de los campesinos las supersticiones religiosas. En los primeros años en el poder, Orlando Figes, cuenta en La Revolución Rusa{6}, como los comisarios rojos intentaban convencer a los campesinos de la verdad del ateísmo. El procedimiento incluía desde mostrar como la «generación espontánea» era posible sin la intervención de ningún dios –del agua de las charcas brotaba vida aparentemente de la nada– o darles vueltas en avión para que vieran que allí en el cielo no existía ninguna deidad. Cuando se consiguió extender el sistema educativo gratuito para todos los ciudadanos soviéticos, el combate contra la religión continuó en las aulas. A la religión le estaba prohibido inmiscuirse en los asuntos del Estado, pero el Estado si estaba legitimado para inmiscuirse en los asuntos religiosos. Esto era así, porque la teoría bolchevique presuponía que el marxismo, el materialismo y el ateísmo, eran doctrinas «científicas» y por tanto, verdaderas, mientras que la religión es algo falso. El Estado estaba obligado a fomentar las doctrinas científicas entre sus ciudadanos y a delimitar el espacio de acción de las supersticiones, el oscurantismo y las religiones.
    La historia de la relación entre las distintas religiones y el Estado soviético está marcada por momentos de conflicto y comentos de tensa calma. Porque para el Partido bolchevique, la religión debía alejarse del Estado, pero las distintas iglesias estaban lejos de opinar lo mismo, sobre todo cuando el Estado cierra seminarios, iglesias y nacionaliza propiedades en aras a la necesidades acuciantes del socialismo. Además, esas mismas necesidades de la sociedad soviética, obligaban para mantener la Eutaxia a concesiones puntuales. No puede ser de otro modo, porque situándose las distintas iglesias en el «vector ascendente», el Estado no puede de hecho prescindir de incluir a la religión, y así la realidad «obliga a los gobernantes, de hecho que hace derecho, a incorporar a la religión en sus cálculos eutáxicos»{7}.
    De todos modos, las religiones con fuerte tradición «cesaropapista» de subordinación al poder político, como la Iglesia ortodoxa y diversas corrientes musulmanas, acabaran coexistiendo pacíficamente con el Estado soviético sin perjuicio de conflictos puntuales. La única Iglesia irreductible –sin perjuicio de puntuales colaboraciones– fue la Iglesia Católica porque como «ciudad de Dios» se había propuesto acabar con la URSS («una nueva Babilonia») desde muy pronto.
    A raíz de esto, podemos concretar en qué consiste la falsa conciencia de las izquierdas indefinidas: su indefinición está íntimamente ligada a su «agnosticismo». Tanto el Estado franquista como el Estado soviético tuvieron ortogramas coherentes con su posición ante la verdad de la religión y además, supieron ejercitar la sindéresis eutáxica suficiente como para rectificar los problemas surgidos de su propia «coherencia». Para el franquismo, la religión católica era verdadera y como tal, no podía dejar de incluirla en sus planes educativas o de otorgarle poder en distintas esferas políticas. Lo que no obsta a que por razones de eutaxia, el régimen tuviera que hacer concesiones, por ejemplo, al protestantismo, si es que quería ganarse la ayuda de los Estados Unidos tras la salida del periodo autárquico. Por su parte, la URSS también fue coherente con su ortograma: si la religión es falsa y su verdad consiste en la miseria social, entonces basta relegarla al ámbito civil y desconectarla del Estado para que ella se fuera deshaciendo por si misma a medida que el socialismo avanzara. A su vez, por razones de eutaxia, el Estado tuvo que incluir a la religión en sus planes, creándose el Consejo soviético para asuntos de las religiones, en el que el Estado tenía al final que tener en cuenta a ese «vector ascendente» que constituían las iglesias.
    El contraste es evidente con la España del régimen de 1978 fruto de un cambalache entre distintas fuerzas en principio incompatibles entre sí. Lo que tenemos es un Estado «agnóstico», en la medida en que no es confesional pero incluye a la religión católica en su constitución. Lo calificamos de «agnóstico» en el sentido en que Gustavo Bueno ha hablado en su último libro: un «agnosticismo» que o bien se acaba resolviendo en una «religiosidad vergonzante» o en un «ateismo vergonzante». Un régimen cuyas incongruencias en materia religiosa{8} brota precisamente de su ambigüedad suficientemente calculada para que los distintos partidos pudieran medrar a costa de las sutilezas burocráticas.
    La «falsa conciencia» de las izquierdas indefinidas consiste en que habiendo aceptado el régimen de 1978 y la democracia parlamentarista coronada, pretenden imponer sus programas políticos como si el Estado fuera ateo. Pero no lo es, es «agnóstico», indiferente a la verdad de las religiones que deja al libre arbitrio de los individuos consumidores que además contando con libertad casi ilimitada de asociación, cuentan con la posibilidad de pergeñar «plataformas ciudadanas» para que se lleven a cabo sus demandas. Y si estos individuos, democráticamente –es decir, amparado en la legalidad del régimen democrático– eligen a un gobierno que llega a concordatos con la Iglesia católica para que opcionalmente se imparta religión en la enseñanza al amparo de la Constitución, ¿cómo puede calificarse a esto de antidemocrático, de vuelta a la inquisición o de fascista? Quien afirme que la Religión católica confesional debe salir del sistema educativo, debe saber que se está oponiendo al régimen democrático actual y por tanto, en todo caso, el antidemócrata será él hasta que, por lo pronto, no se rescinda el Concordato.


    Notas
    {1} http://www.marx.org/espanol/lenin/obras/1900s/1909reli.htm
    {2} Idem.
    {3} Carlos Marx; Federico Engels. Crítica del programa de Gotha. Crítica del programa de Erfurt. Fundación Federico Engels, 2004, pág. 111.
    {4} V.I. Lenin, Obras completas. Editorial Progreso, Moscú 1982, págs. 145-147
    {5} http://www.marx.org/espanol/lenin/obras/1900s/1909reli.htm
    {6} Orlando Figes, La Revolución Rusa (1891-1924). La tragedia de un pueblo. Editorial Edhasa, 2000.
    {7} Gustavo Bueno, La fe del ateo, Editorial Temas de Hoy, Madrid 2007, pág. 132.
    {8} Esta incongruencia es debida a la ausencia de indefinición. Algo análogo ocurre con los procesos de autonomía de las distintas regiones.


    Publicado en El Catoblepas.

  2. 10 comentarios:

    1. Serpiente dijo...

      Lo que me queda claro, sobre todo pensando en México, mi país, es que muchos "izquierdistas" que se autodenominan marxistas, no han leído a Marx y menos aún a Engels.

      Saludos y enhorabuena por un blog tan disfrutable, aunque este sea mi primer comentario.

      Gracias.

    2. Max-Steel dijo...

      Interesante el artículo pero el final... Lo siento pero España es un estado aconfesional, lo que significa que no se le debería dar prioridad a ninguna religión.

      Permitir que el estado le haga la labor a la iglesia es una injusticia para el resto de religiones (o falta de ellas), es un sin sentido que se debería resolver con la anulación del famoso concordato.

      Y lo siento, es más demócrata el que participa en la sociedad, se queja de las leyes injustas y hace lo posible por cambiarlas que el que se acomoda en el "es lo que dice la ley" y no hace nada.

    3. bernat dijo...

      "Y si estos individuos, democráticamente –es decir, amparado en la legalidad del régimen democrático– eligen a un gobierno que llega a concordatos con la Iglesia católica para que opcionalmente se imparta religión en la enseñanza al amparo de la Constitución, ¿cómo puede calificarse a esto de antidemocrático, de vuelta a la inquisición o de fascista? Quien afirme que la Religión católica confesional debe salir del sistema educativo, debe saber que se está oponiendo al régimen democrático actual y por tanto, en todo caso, el antidemócrata será él hasta que, por lo pronto, no se rescinda el Concordato."

      No comparto en absoluto ese comentario. Muchos ateos hemos elegido a un gobierno de izquierdas sin que sepamos que dicho gobierno va a conceder a la Iglesia ciertos privilegios. En el caso de que dichos privilegios ya estén en la Constitución, lo que hay que hacer es intentar que desaparezcan, pero, afirmar que la Religión católica confesional debe salir del sistema educativo, no es, ni mucho menos, antidemocrático. Lo antidemocrático es que esté en la Constitución.

      Por otro lado, dicha Constitución no podía eludir ciertas irregularidades como "pago" o "condición" para que saliera adelante la democracia. Eso no significa que tengamos que tragar el resto de nuestras vidas dicha Carta Magna, sino que lo realmente democrático es intentar eliminar lo antidemocrático que pueda quedar todavía en ella.

      No siempre es democrático respetar las leyes si éstas son antidemocráticas.

    4. simbol dijo...

      Bernat

      Desafortunadamente la gente cree que la democracia es la regla de oro de la vida social, y democracia quiere decir MAYORIA. Pero la democracia puede ir en una via totalmente contraria a la libertad, razón por la que la democracia deber ser limitada a lo que es decidible mediante elecciones porque hay cosas que nunca deberían estar sometidas a elecciones: por ejemplo, los derechos individuales y te daré un ejemplo. Si hay 99 musulmanes y un catolico y estos 99 deciden democráticamente, es decir por elecciones y mediante mayoría que el católico debe convertirse en musulman, esa decisión es perfectamente democrática pero es atentatoria contra la libertad individual de pensar como me de la gana. Esta es la razón por lo que tengo reservas contra una democracia que no delimita qué es o qué se puede decidir democráticamente. La religión no es materia que pueda decidirse democráticamente porque involucra a libertad de pensar, asi, ningún gobierno puede ser otra cosa que neutral o ajeno a cualquier ingerencia en materia de creencias políticas o religiosas. Las constituciones que consagran reigiones oficiales o permiten que el gobierno intervenga en lo religiosos o lo reigioso en lo público podrán ser democráticos en cuanto al método de usar la mayoría para dedcir los problemas pero van contra las libertades individuales. Imponen lo colectivo sobre lo individual (herencia del hijo de puta de Rousseau)porque las mayorías son siempre creyentes, pero de ninguna manera salvaguardan la libertad de cnciencia que solo puede lograrse estableciendo un sólido muro entre estado y religion y entre educación publica y religión. Me importan tres pepinos que me llamen antidemocráticos, no acepto la ley de la mayoría cuando interfiere con mis derechos individuales. No quiere decir esto que mis derechos sean absolutos, pero hay suficiente experiencia ya para alcanzar un adecuado equilibrio entre derechos individuales y opinión mayoritaria colectiva.
      Por otra parte hay sufiente experiencia ya para saber que a veces la mayoría enloquece y se tranforma en el "poder de las turbas", asi que hay que hacer constituciones blindadas contra los revolucionarios para que no las usen para destruir la libertad, aprovechándose de crisis transitorias de los estados libres.
      Tambien ha recetas para eso: nunca permtas las concentraciones del podr en pocas manos, y entre gobiernos fuertes gobernos débiles son mejores los segundos, porque el poder de los gobiernos es inversamente proporcional al poder de los ciudadanos.

    5. Anónimo dijo...

      Hola a todos,

      El comentario final de mi artículo está dirigido precisamente contra la idea metafísica de democracia, que consiste en sustancializarla como si sólo hubiera una. La democracia, entendida como el gobierno del pueblo es un mito no sólo inexistente, sino imposible. El pueblo nunca puede gobernar como una totalidad atributiva, porque el gobierno en las sociedades políticas es precisamente el ejercicio de unos grupos de poder sobre otros grupos. Por tanto las democracias tiene que ver en la forma en que se articula esa lucha de poderes.

      Cuando afirmo que la situación de la Iglesia Católica en España es legal y democrática, quiero decir que está amparada por el Concordato de un gobierno legítimo (legítimo no sólo porque lo haya elegido "el pueblo" sino porque cuenta con la fuerza coercitiva del Estado) con un Estado-iglesia también legítimo.

      Cuando Max Steel se equivoca cuando me coloca entre los conformaistas diciendo: <<"Y lo siento, es más demócrata el que participa en la sociedad, se queja de las leyes injustas y hace lo posible por cambiarlas que el que se acomoda en el "es lo que dice la ley" y no hace nada">>. Precisamente mi idea es opuesta, y quizás tendría que haberla explicitado en el texto. Y consiste en que importa poco que sea democrático si es injusto. El Concordato es injusto, cierto. Pero es legal y democrático. Pero entonces, combatirlo afirmando que es algo "anti-democrático" es propio de una "falsa conciencia" que nos quiere engañar apelando a una metafísica idea de democracia. Además, la afirmación sobre la participación en la sociedad es gratuita, porque todos estamos en sociedad, luego todos actuamos en ella. Desde el católico que no quiere cambiar la ley hasta el que quiero acabar con ella, participan en la sociedad democrática.

      En definitiva, lo que quiero afirmar, es que no basta, para combatir a la religión en las escuelas, a apelar a una idea metafísica de democracia, ni a la "conciencia individual" ni a esa supuesta injusticia para las otras religiones. No existe tal injusticia porque las otras religiones son minoriatias en España, así que tienen el poder y la representación acorde a su presencia demográfica.

      Quisiera que me dijera Bernata qué leyes anti-democráticas existen en España, que quiero saberlo. Todas y cada una de las leyes son democráticas, pues están amparadas en el Estado de derecho español. Otra cosa que sean injustas, horribles, tontas o ignominiosas. De estas hay muchas. Y hay que combatirlas no porque sean "anti-democráticas" sino porque por muy democráticas que sean, son injustas.

      José R. Esquinas,
      Turkarev

    6. simbol dijo...

      "Cuando afirmo que la situación de la Iglesia Católica en España es legal y democrática, quiero decir que está amparada por el Concordato de un gobierno legítimo (legítimo no sólo porque lo haya elegido "el pueblo" sino porque cuenta con la fuerza coercitiva del Estado) con un Estado-iglesia también legítimo."

      Lo lamento Turkarev, pero no me trago eso de que un gobierno es "legítimo no sólo porque lo haya elegido "el pueblo" sino porque cuenta con la fuerza coercitiva del Estado"

      Contar con la fuera coercitiva del estado no otorga legitimidad. Si asi fuera todas las dictaduras militares, policiales o apoyadas en los recursos del estado serían legítimas.

      Para que un gobierno sea legítmo debe apoyarse en una constitución legítima, y una constitución legítima es aquella que respeta y protege los derechos básicos de los ciudadanos incluyendo los derechos de las minorías, en lo que tiene que ver los derechos inalienables del ser humano tales como la vida, el derecho a pensar libremente y exponer sus ideas, y el que tiene que ver con la libertad de ganarme la vida como mejor pueda. Todo lo demas no son derechos sino acuerdos y en algunos casos privilegios, que pueden, dependendo del caso ser sometidos a la consulta de los ciudadanos. Tu naces con el derecho a la vida, con la libertad de pensar y hablar libremente, y con el derecho a buscar la manera de sostener tus necesidades, pero no naces con el derecho a la educación o a la salud, por ejemplo. La educación de los hijos es obligación de los padres pero no del gobierno ni del resto de los ciudadanos. Los ciudadanos, sin embargo, PUEDEN ACORDAR financiar mediante sus impuestos el que haya educación gratuita para todos los niños, pero esa no es una obligacíón porque no hay ninguna base razonable para sostener que yo estoy estoy obligado a financiar la educación de los hijos de Turkarev, ni él la educación de los mios. Asi la educación gratuita de aquellos que no pueden pagársela no es una obligación ni del gobierno ni de los ciudadadanos, sino un privilegio que se otorga a aquellos que no pueden permtírsela, cuando el resto tiene recurso para prestar esta ayuda a los no privilegiados, y está dispuesto a hacerlo por buenas o malas razones. Y lo mismo vale para toda esa retahila de falsos derechos como el derecho al trabajo, a la vivienda y el subsidio al desempleo, etc. Estos seudo derechos son tan falsos, que solo es posibe realizarlos si la economía es lo suficientemente desarrollada para pagarlos, si no, no se satisfacen esos derecho, mientras que los tres que mencioné no dependen de nadie sino de uno mismo.
      En el ejercicio de estos derechos básicos entramos en conflictos, por lo que es necesario regular esos derechos, e instituciones que vigilen la aplicación de ésta regulación, lo que resulta en la necesidad de una justicia imparcial, que no es otra cosa que el famoso dicho de que "todos somos iguales ante la ley", que como se ve no es ningún derecho sino una natural consecuencia de los tres primeros.
      La razón por la que alguos seudoderechos existen tales como los sistemas de cobertura total en edcación, salud y empleo, no es porque sean derechos sino por que se ha descubierto que son "convenientes" socialmente; pues el hecho de que un colectivo nacional esté educado, saludable y protegido contribuye enormenmente a la estabilidad política y ésta al crecimiento económico. De eso ya se dió cuenta Bismarck a fines del siglo XIX cuando creó las primeras instituciones de seguridad social. No lo hizo por amor a los pobres o a los viejos, si no para estabilizar al recién creado Imperio Alemán. Asi que no nos hagamos pajas mentales pensando que la declaración de la ONU es el catecismo en materia de derechos humanos.

      Hay otro famoso derecho llamado "igualdad de oportunidades" que en mi opinión tampoco es tal derecho.

      No es otra cosa que un privilegio para los disminuidos económicamente que surge de constatar un hecho: los crios no nacen por su voluntad sino por voluntad de terceros y las condiciones en que vivirán dependerán de la responsabilidad, la capacidad o la suerte de los padres que nunca será colectivamente favorable.

      Puesto que en muchos paises sus ciudadanos hemos llegado a la conclusión de que los crios no deben cargar con los pecados originales, los errores o la mala suerte de los padres que conspiran contra sus oportunidades, el sentido de que es JUSTO que tengan igualdad de oportunidades es el que ha hecho que hoy nos hayamos acostumbrado a pensar que tal cosa es un derecho. No lo es, pero es justo. Y al portarnos justamente en este caso, diferimos considerablemente de ciertas religiones que piensan que los hijos deben cargar con los pecados de los padres. Pero éste, como todos los seudoderechos, es mas facil proclamarlo que cumplirlo. En Haití no creo que nadie esté en contra esta justa posición, pero esa sociedad no puede otorgar ese privilegio porque es muy pobre.

    7. bernat dijo...

      Simbol:

      Completamente de acuerdo contigo.

      Turkarev:

      Que las leyes se hayan promulgado por un gobierno elegido democráticamente no significa que sean democráticas.

      El ejemplo que aporta Simbol respecto de los 99 musulmanes y un católico o viceversa es muy esclarecedor.

      Si un partido ultracatólico ganara las elecciones y obligara a todos los estudiantes a ir a misa todos los días en sus propias escuelas o coligios, eso no sería democrático por mucha mayoría que hubiera tenido dicho partido en las elecciones.

    8. Lo más interesante de este artículo es que plantea un caso realmente existente de desplazamiento de proclamas religiosas de parte de un Estado, a cambio del ateísmo. Nótese que ello no implica la “intolerancia” (de paso, véase cómo se usa este término) de las religiones, Al respecto, me parece importante el aporte de BERNAT, que obliga a TURKAREV (autor del artículo) a refinar algunos conceptos: una cosa es que una ley sea antidemocrática o anticonstitucional, y otra muy distinta que sea justa o injusta. A eso apunta también, creo, el análisis de SIMBOL.
      Otra cuestión de peso es la crítica que este análisis del autor de la nota levanta por elevación a los estados que adoptan un laicismo tibio, con concordatos por ejemplo, como es el caso español. En este sentido, si seguimos el argumento del artículo (que a su vez sigue el de G. Bueno en La fe del ateo) sería más incongruente la posición actual del gobierno español (con una constitución supuestamente “aconfesional”) que el del argentino (país cuyo artículo 2 de la primera parte de la Constitución anuncia que se “sostiene el culto católico apostólico romano”).
      Queda pendiente, me parece, un asunto: ¿puede, de cualquier modo, un gobierno considerarse “ateo” o “creyente”? ¿Puede, como sugiere Bueno, equipararse la adopción de una religión determinada o del ateísmo, con la adopción de un idioma oficial (dado que el primer caso involucra cuestiones relativas no sólo a cultos e instituciones, sino a cuestiones generales que tienen que ver con la ciencia, la filosofía, la cultura, etc.)?

    9. Anónimo dijo...

      Fernando:

      Los gobiernos no tienen por qué declararse ateos o creyentes, sino laicos. Creo que esa palabra refleja el mejor significado de todos los buscados por un gobierno que pretende erradicar cualquier creencia como representación de una colectividad plural y multicolor. Si bien es cierto que el ateísmo tiene una base racional y, si me apuras, científica, no es cuestión de cabrear al personal declrando a un gobierno ateo. No porque sea injusto o antidemocrático -que eso, creo, ya quedó claro- sino porque el "horno no está para bollos". Pero, no hace falta, insisto, porque la laicicidad es completamente exigible y representa la mejor postura neutral frente a todas las creencias.

      Creo que el laicismo puede abrirse camino exigiendo pruebas racionales a cualquier creencia. Mientras no se presenten, el gobierno debe prescindir de cualquier creencia y esa actitud es lo que llamamos laicismo.

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