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  1. Tener espíritu

    martes, marzo 21, 2006

    © Fernando Savater

    De la presciencia de la muerte -propia, ajena- como certidumbre inexorable brota el espíritu. ¿Qué significa tener espíritu? No es gozar de algún misterioso elemento sobrenatural mezclado al barro común de nuestra naturaleza ni sentir el latido de lo imperecedero dentro de lo que ha de morir, sino más bien lo contrario. Tener espíritu es ser conscientes de que no podemos dar nuestro cuerpo por garantizado (como hacen el resto de los animales, que por eso llegan a ser muy listos pero nunca espirituales); tener espíritu es dar el cuerpo por perdido y amarlo así, en su marcha y su quebranto. El espíritu es la celebración del cuerpo (del complejo de vida y mundo que corporalmente se manifiesta) porque valientemente aún vive en su resbalar por la muerte. El espíritu no es pues lo que nunca muere sino lo que siempre sabe que va a morir. La animalidad es dar por descontado el cuerpo y la divinidad es darlo por innecesario, situaciones ambas en las que no cabe suponer espiritualidad alguna. ¡Qué ridiculez, considerar que pueden existir espíritus puros, es decir, desvinculados de la vida corporal y de la certeza futura de su muerte! Los dioses serían como las bestias, aparentemente afanosos pero en el fondo despreocupados; de ahí que las mitologías no logren evitar representarlos como brutales. ¿Acaso puede concebirse un dios «noble»? Cuando se les quiere espiritualizar y por tanto hacer amables, como en el cristianismo, no hay otro remedio que obligarles a tomar carne mortal y suponerles la contradictoria angustia de perderla.

    Fragmento de Muerte, voz del Diccionario filosófico (1997)

  2. 6 comentarios:

    1. Mikimoss dijo...

      Aunque la referencia a la autoconsciencia de la muerte como causa de la espiritualidad humana es recurrente en multitud de autores, debo admitir que sigo sin aceptarla. ¿De veras sólo encontramos nobleza en el mundo cuando pensamos que somos finitos, un minúsculo intervalo entre dos inmensas nadas? ¿Acaso no surgen las más bellas ideas justo cuando, al contrario, tal que niños, nos olvidamos de nuestra mortalidad? Puede que para muchos la experiencia de la muerte ajena haya supuesto un revulsivo que les llevase a valorar -y por tanto a espiritualizar, a conferir propiedades sagradas- sus momentos vitales, pero no es mi caso. Al contrario, creo que es la consciencia de la propia acción, del poder existente en lo real y sobre todo en lo viviente y en lo sintiente, lo que transmuta la cotidianeidad en algo singular y digno de ser salvado para el futuro -es decir, para las experiencias futuras de otros como yo.

    2. MIKIMOSS:
      "es la consciencia de la propia acción, del poder existente en lo real y sobre todo en lo viviente y en lo sintiente, lo que transmuta la cotidianeidad en algo singular y digno de ser salvado para el futuro -es decir, para las experiencias futuras de otros como yo"

      Para mí en cambio ese aplazo de las experiencias es lo que me parece "inhumano" (por favor, nótense las comillas). Util y hasta sagrado será para muchos instituir una eternidad en nuestra inevitable finitud. Lo que propone Savater es asumir esa finitud como una fortaleza. Llevamos la condena a muerte desde que nacemos, ¿para qué inventar una inmortalidad? Y si, para colmo, vivimos rodeados de esa mitología (la creencia en un espíritu inmortal que sobrevive al cuerpo), ¿no resulta entonces más hermoso amar el cuerpo "en su marcha y su quebranto"? Eso no significa temer a la muerte, sino simplemente aceptarla. De recordar lo que hicimos en este paso se encargarán los que nos sobrevivan, pero ni siquiera podremos disfrutarlo.

    3. Anónimo dijo...

      Realmente, yo no se la causa de la espiritualidad, pero aceptarla o no, ni la hace más real ni menos. Podemos desear lo que queramos, pero eso no lo convierte en real. Lo tangible, lo medible, y lo real es que somos finitos, y los deseos, sueños son; quizá bellos, pero no reales.

    4. Anónimo dijo...

      no hay espiritu, ni alma ni mente, lo que hay es un cerebro trabajando. Una vez que este cerebro para, lo que queda es quimica. Y esto no es ninguna tragedia si uno se lo toma con realismo y concluye, cuerdamente, que tienes unos años que vale la pena vivirlos bien vividos. Y ayudar a los demas, en lo posible, a que hagan lo mismo.

    5. FC y SIMBOL:
      Por supuesto. Lo que hace Savater es revertir la clásica idea de espiritualidad para bajarla, con una gran dosis de romanticismo, a lo que sí sabemos: que este cuerpo es el único que tenemos y que va rumbo a su muerte desde que empezó a vivir. El "espíritu" de Savater no es el alma mítica en la que cree medio mundo, sino la fortaleza del hombre que sabe (homo sapiens) que es mortal. Porque tiene cerebro, neuronas, conexiones sinápticas.

    6. Me olvidé...
      ...de consignar que la ilustración que acompaña este texto es una obra de Egon Schiele (Hombre desnudo de pie con taparrabos rojo, 1914).