El contenido de la consciencia, el foco de atención, los datos recuperados de la memoria, la elección voluntaria entre dos alternativas y la intención de ejecutar una acción son producto de la activación de ciertos grupos de neuronas del córtex, la parte más externa del cerebro humano. Leer la mente de una persona, por tanto, no es más que un problema técnico: las actuales técnicas para filmar el cerebro humano en acción -como la resonancia magnética funcional, o fMRI- tienen una resolución de unos tres milímetros, y las unidades funcionales del córtex, llamadas columnas, sólo tienen un diámetro de medio milímetro.
Dos equipos científicos de Japón, Estados Unidos y Reino Unido acaban de encontrar un truco estadístico para esquivar esa limitación técnica (Nature Neuroscience, 24 de abril). Por el momento sólo han aplicado esta estrategia al córtex visual primario, la zona del cerebro (situada cerca de la nuca) que recibe la información de los ojos y empieza a analizarla antes de enviarla hacia las áreas superiores del córtex, donde residen nuestros pensamientos más abstractos. Pero nada impide en principio extender el método a cualquier otra región cerebral, incluidas las responsables de las más altas funciones intelectuales.
Los estudios con animales de experimentación demostraron hace años que la principal función del córtex visual primario es clasificar las líneas (fronteras entre luz y sombra) del campo visual según su orientación. En la región más primaria (V1), una columna del córtex se activa en respuesta a las fronteras horizontales, la de al lado en respuesta a las ligeramente inclinadas, y así sucesivamente. Ésta es la información elemental con la que las áreas superiores del córtex construyen después la representación de las formas geométricas y los objetos tridimensionales.
Los experimentos en que se basan esas conclusiones son invasivos, y no pueden hacerse en humanos. La más precisa de las técnicas no invasivas (la fMRI) detecta qué zonas cerebrales están demandando más energía del flujo sanguíneo, y en la imagen resultante cada pixel es demasiado impreciso para saber si se ha activado una u otra columna del córtex.
El nuevo truco consiste en analizar a la vez varios pixels adyacentes. Los científicos siguen sin saber qué columnas exactas están activas, pero la combinación estadística de varios pixels aprovecha las redundancias funcionales del córtex cerebral, y se puede asociar de manera fiable a cada tipo de frontera del campo visual.
Yukiyasu Kamitani, de los Laboratorios de Neurociencia Computacional ATR de Kioto (Japón), y Frank Tong, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), han logrado así deducir a qué tipo de fronteras orientadas está mirando un voluntario sin más datos que su patrón de activación neuronal en el córtex visual. Esto es ya una forma, aunque modesta, de leer la mente. Pero una segunda parte del experimento ha abierto, de manera inesperada, un campo con implicaciones mucho más profundas.
En esta ocasión no se muestran a los voluntarios fronteras de una sola orientación, sino de dos orientaciones superpuestas. Los ojos y el córtex visual primario ven ambos tipos de líneas simultáneamente. Pero, si se les pide a los voluntarios que fijen su atención en sólo un tipo de líneas, los patrones del córtex visual que se activan son sólo (o sobre todo) los correspondientes a esa orientación. Sin más que mirar a las pautas de activación del córtex, los investigadores pueden deducir no ya qué hay en el campo visual de una persona, sino qué aspectos del campo visual ocupan su pensamiento consciente en ese momento.
Kamitani y Tong concluyen: "Las pautas de activación en las áreas visuales primarias del córtex contienen información detallada sobre la orientación que puede predecir fiablemente la percepción subjetiva de una persona".
El resultado ilustra una de las propiedades esenciales del córtex: que la información no sólo fluye de abajo a arriba -de lo concreto a lo abstracto-, sino también de lo abstracto a lo concreto. La decisión voluntaria de fijarse en ciertas líneas y no en otras, que se genera en niveles muy altos del córtex, se transmite hacia abajo, hasta las áreas más primarias de la percepción visual.
En un trabajo paralelo, los británicos John-Dylan Haynes y Geraint Rees utilizan la misma técnica para demostrar que las imágenes del cerebro de una persona son un criterio más fiable que la consciencia de esa misma persona. Cuando un dibujo de líneas se sustituye rápidamente por otro, el sujeto sólo es consciente de haber visto el segundo, pero las imágenes de su córtex visual permiten a los investigadores deducir que el primer dibujo le había sido mostrado. La búsqueda de los sustratos neuronales de la consciencia está en marcha.
(*) Publicado el 26/04/2005 en El País de Madrid.
Ver también: La materialidad de la conciencia, Versus John Eccles y Contra un enemigo del cerebro (además de los comentarios finales en Asimov y la ética de los ateos).
Ahora sólo resta que los experimentos no sean una falsificación de esas que tan de moda se están poniendo para desgloria de la comunidad científica, que es lo que le faltaba ante el envite magufo. y digo que es lo que le faltaba porque por alguna de ess razones que nadie explica, la ciencia pierde enseguida el crédito del respetable a la mínima estafa, pero el magufo resiste infinitas una tras otra si que se afecte el colectivo. Es una pequeña broma, claro, pero visto lo visto algo oportuna.
PRIMO:
Esto sobre lo que ironizás es, diríamos, el último (¿o el primer?) recurso: ante las evidencias, atacar a la ciencia. O acusarla de ser otra fe (ver comentarios a "La materialidad de la conciencia), lo cual muestra, como dice Jon Nelson, que la fe está tan desprestigiada que hasta los creyentes la usan como epíteto.
Confróntese...
...este post, o los relacionados, con este esperpento verbal del Diccionario apologético de la fe católica (Sociedad Editorial de San Francisco de Sales, Madrid 1890), a cuyo artículo "Materialismo" me gustaría dedicarle una futura refutación.
Aquí va el fragmento:
La localización en ciertas regiones del cerebro de la facultad de hablar o de escribir, se comprende asimismo muy fácilmente cuando se admite, como nosotros lo hacemos, la Filosofía del Doctor Angélico. No tan sólo enseña éste, en efecto, que las imágenes suministradas por la imaginación con el concurso del cerebro son necesarias para todos los actos intelectuales, sino también que las facultades sensitivas que tienen por órganos el cerebro y los cinco sentidos reciben en el hombre, bajo el influjo de la inteligencia, las aptitudes que los peones, los obreros y todos los hombres en general adquieren más bien por un ejercicio físico que por la reflexión (in I Metaph., lect. 1, y en II Poster. Annal., lect. XX). Por esto según él, merece en el hombre la parte superior de las facultades sensitivas el nombre de cogitativa. Como la palabra y la escritura se aprenden por el ejercicio más bien que por la reflexión personal, deben ser clasificadas dichas facultades de hablar y escribir entre las que tienen su asiento en la cogitativa, y se ejercitan de consiguiente por el órgano del cerebro y de los sentidos. Sentado lo cual, nada hay de extraño en que una lesión del cerebro nos prive en todo o en parte de las expresadas facultades u otras parecidas.
No es aquí ocasión de estudiar a fondo esa teoría de Santo Tomás, que tan admirablemente contesta a todas las objeciones que el materialismo nos presenta invocando el nombre de la Fisiología moderna. Haremos, sin embargo, notar que el santo Doctor no concede a los animales todas las facultades que se hallan ligadas al cerebro del hombre. Porque, en efecto, varias de esas facultades no se producen en nuestras potencias sensitivas sino bajo el influjo de la inteligencia, y no pueden, por consiguiente, encontrarse en el alma de los brutos, que carecen de razón. Y es evidente que a esa clase de facultades corresponde el uso del habla y de la escritura.
Todos los hechos que la Fisiología del cerebro ha dado a conocer hasta ahora, y otros parecidos que pueda descubrir en lo sucesivo, concuerdan, pues, sin la menor dificultad con la Psicología cristiana, y así no puede emplearlos contra nosotros el materialismo.
Por lo demás, al lado de esos hechos hay otros no menos ciertos que echan por tierra la teoría materialista, y son los que hemos mencionado en el artículo Espiritualidad del alma. Bástenos recordar aquí que la actividad intelectual y moral se halla muy lejos de estar siempre en razón directa de las fuerzas del organismo, ni, por consiguiente, de los recursos del cerebro. «El alma, hace notar Mons. Turinaz (El alma, pág. 25), tiene fuerzas que dependen de ella misma, y que no están a merced de la influencia del cuerpo y de los sentidos. Muchas veces su actividad, su penetración, su fecundidad, se aumentan con los años, no obstante la flaqueza y enfermedades de la vejez, y aquella luz que parece próxima a extinguirse lanza inusitados resplandores. En un cuerpo quebrantado y oprimido por el dolor, desfigurado por la edad, helado ya por la muerte, permanece el alma vívida, activa, victoriosa, más libre y soberana que nunca. Al aproximarse la muerte, dice un filósofo y orador de la antigüedad pagana (Cicerón, De Divinat., lib. I, c. XXX), toma el ánimo nuevo brío y parece acercarse a la Divinidad. ¿Quién no ha conocido, bajo las envolturas de un cuerpo [2173] arruinado por los trabajos y encorvado bajo el peso de los años, inteligencias vivas, activas y fecundas, que se enriquecían cada día, que producían obras imperecederas, que dominaban las muchedumbres con los acentos de la más elevada elocuencia, y extendían el reino de la verdad con las conquistas de la ciencia? ¿Quién no ha admirado almas de fuego en cuerpos acabados con la enfermedad y tocados ya del frío de la muerte? El trabajo del pensamiento, las laboriosas vigilias de la ciencia, los vuelos de la oratoria, acaban en pocos años la más vigorosa salud, dejando, empero, a las almas sus generosos ardores, y aun también a veces su incomparable fecundidad. El desarrollo exagerado del cuerpo, los excesivos cuidados que se le consagran, producen casi siempre profundo y pesado letargo, enflaquecimiento de la inteligencia.»
Llevamos, pues, dentro de nosotros un principio independiente de la materia.
Más allá del non sequitur final, ¿qué grado de rigor tienen esas aseveraciones, esas peticiones de principio, esas hipostatizaciones? Y con respecto a la mentada "concordancia" entre los materialistas y la "Psicología cristiana" (sic), léase este párrafo, en otro hilo del mismo artículo:
Dicho sistema [el materialismo] ha sido condenado de nuevo por aquella definición del Concilio Vaticano: «Si alguno tuviese la impudencia de afirmar que nada existe fuera de la materia, sea excomulgado.» Si quis praeter materiam nihil esse affirmare non erubuerit, anathema sit. (Const. Dei Filius, cap. 2.)
Y también:
Esta selección del artículo "Materialismo" del Diccionario de ciencias eclesiásticas (Valencia, 1888) con el post "Un viejo engaño, a la justicia":
El materialismo tendrá siempre partidarios en el mundo, porque del lodazal de las pasiones, en el cual gustan revolcarse los cerdos todos de las piaras de Epicuro, se levantan negros vapores que nublan las inteligencias y ponen en consonancia las mentes con los corazones. El materialismo práctico es, pues, consecuencia necesaria de la concupiscencia de la carne; y el materialismo filosófico, refugio ineludible de todos aquellos que anhelan poner en consonancia sus ideas con sus costumbres. La más concluyente refutación teórica y práctica del materialismo la debemos por lo tanto a Cristo nuestro bien, y palpitando está en la ciencia y creencias cristianas.
Cada uno se come el menú que elige. Mi actividad, como la tuya, se ve orientada a que podamos seguir elegiendo nuestro menú a voluntad sin que nadie nos obligue a tomar el suyo o nos desacredite socialmente por ello. Amenazas de excomuniones (lo que a nivel personal me importa un rábano, pero a nive social denota desprecio e intencionalidad de exclusión muy caritativa por su parte), condenas públicas y críticas en voz bien alta son cacareadas constantemente pero ante la respuesta crítica a sus ideas y criterios siempre se acaban escuchando lloriqueos y sentimiento de perseguido por parte de los vociferantes condenadores. Supongo que pasar de PERSEGUIDOR a (simplemente) criticado hace que veas infladas esas críticas cuando son sobre uno sobre quien recaen. No me canso de decirlo, los agnósticos y ateos estamos siempre caminando sobre la cuerda floja. Un descuido y ...a comer de su menú otra vez so pena de....
¿"Revolcarse como cerdos en el lodazal"? Muy bíblico. A falta de argumentos racionales y pruebas empíricas irrefutables siempre se tiene que acabar en símiles degradantes para conseguir, al mejor estilo Goebbels, una reacción atemorizada del "público objetivo"*.
*Público objetivo: Según criterio publicitario, los destinatarios del mensaje de una campaña o producto. No leer literalmente.