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  1. Novecento clown

    lunes, octubre 24, 2005

    © Patricia Rodón

    Con goya y marilyn y jagger
    sentada en el disco de oro que fue con el voyager
    con mi vestido de nailon y los labios rojos
    El mediodía es un sol pintado en un cuadro
    La tierra gira sobre sí misma y fabrica tiempo
    mientras el cielo se come nuestros órganos
    Soy apenas una célula una especie un algo una conciencia
    kepler dibuja el universo
    la mujer mide la noche con su cuerpo
    y dante se aburre en el paraíso porque dios ha muerto
    En los cementerios no hay nadie
    y las estrellas pasean en muestra mente
    con su pájaro y su prisma sin propósito útil
    Los supergenerales inventan superenemigos
    la religión es un eslogan como en las cruzadas
    los presidentes le dan cuerda a la bomba
    y se practica la tercera guerra mundial
    Entonces las grandes manchas rojas
    que navegan en miró y en el cielo de júpiter
    atraviesan corriendo nuestros sueños
    Los mutilados ven tevé
    se sientan ante sus pequeños ídolos sintéticos
    la sangre sale de sus cabezas
    como de una canilla mal cerrada
    y va inundando las casas las calles los barrios
    las escuelas los diarios los hospitales
    y los bancos están llenos de sangre
    los supermercados están llenos de sangre
    las oficinas están llenas de sangre
    Inmutables los telescopios
    miran a 10 a la 14 años luz para ver el big-bang
    batman llena los cines maradona los estadios
    john lennon llora en su caja de vidrio
    disney espera el futuro para descongelarse
    y el papa le reza al hidrógeno frío.

    En Tango Rock (1998, Mendoza, Argentina)

  2. Para asegurarme de que mi blasfemia ha sido expresada completamente, por este medio afirmo mi opinión de que la noción de Dios es una superstición básica, que no hay evidencia de la existencia de ningún dios o dioses, que los demonios, diablos, ángeles y santos son mitos, que no hay vida después de la muerte, ni cielo ni infierno, que el Papa es un dinosaurio peligroso, fanático y medieval, y que el Espíritu Santo es un personaje caricaturesco merecedor de risa y de ridículo. Acuso al dios cristiano de asesinato por permitir que ocurriera el Holocausto, por no mencionar la ‘limpieza étnica’ que está siendo llevada a cabo por cristianos en nuestro mundo, y condeno y vilifico a esta deidad mítica por alentar el prejuicio racial y comandar la degradación de la mujer.

    James Randi
    (desafiando las leyes contra la blasfemia en varios estados de los EEUU)


  3. Acerca del supuesto "Código de la Biblia"

    miércoles, octubre 12, 2005

    Los medios gráficos han propalado en estos días una noticia sorprendente: el premio Nobel de Economía Robert Aumann tiene algo que decir con respecto a la Biblia. Por lo que se ve, o bien quiere hacer honor al nombre de la teoría que le valió el galardón sueco (Teoría del Juego) o como lector de la Biblia es buen economista...
    El artículo es el siguiente:

    Robert Aumann, economista y matemático que junto a Thomas Schelling fue premiado con el último Premio Nobel de Economía, es un defensor de los estudios que afirman que la Biblia contiene un código secreto en el que se refleja el futuro de la humanidad.
    De acuerdo con lo señalado por Michael Drosnin en su libro El nuevo código secreto de la Biblia, Aumann analizó las investigaciones que otro matemático, Eliyahu Rips (*), realizara sobre las relaciones de los caracteres utilizados para la redacción del Viejo Testamento.
    "El código de la Biblia -dijo tajante Aumann- es un hecho. El planteamiento científico es impecable y los resultados de Rips son altamente significativos, de un modo inusual en el mundo de la ciencia. He leído sus trabajos con atención; los resultados son claros y están perfectamente desarrollados", transcribió Drosnin luego de entrevistarse con el flamante Nobel de Economía.
    Drosnin precisó que el 19 de marzo de 1996, Aumann comunicó a la Academia de Ciencias de Israel que "El código de la Biblia es un hecho demostrado".
    A pesar de haber trascendido en el ámbito académico por su aporte al desarrollo de la teoría de los juegos –como otro Nobel, John Nash– los textos de Aumann también son material de consulta en sitios de Internet poco frecuentes para personalidades de su formación.
    Así, su opinión sobre el código secreto de la Biblia figura en sitios de religión, esoterismo y hasta de una red ufológica (que estudia la supuesta existencia de OVNIs).


    Pues bien, ¿qué se puede decir del Código de la Biblia?. Víctor S. Stenger, en la página de la Asociación para el Avance del Pensamiento Crítico, lo ha explicado así: se supone que Michael Drosnin fue capaz de predecir el asesinato del Primer Ministro Israelí Yitzak Rabin y el año en que ocurriría. También se dice que Drosnin y otros autores han encontrado gran cantidad de predicciones codificadas en la Biblia (**). Pero... expertos en estadística han mostrado que el método de "secuencia-a-saltos" usado produce un montón de correlaciones aparentes por azar. Efectos similares de concordancia han sido mostrados en otros libros extensos como Moby Dick (Herman Mellville) y Guerra y Paz (Leon Tolstoi). La predicción de Drosnin sobre el asesinato de Rabin fue muy vaga y poco arriesgada, dada la situación de violencia en Oriente Medio. Además, no fue publicada hasta ocurrido el hecho y Drosnin admite que la predicción de la fecha fue hecha durante el luto por Rabin.

    (*) y (**) Drosnin, Michael. 1997. The Bible Code. New York: Simon and Schuster (El Código Secreto de la Biblia. Colección Documento. Planeta). Drosnin reproduce en este libro el ya legendario artículo Witztum, D., E. Rips and Y. Rosenberg, "On Equidistant Letter Sequences in the Book of Genesis," Statistical Science, 9 (1994), 429-438 (http://cs.anu.edu.au/~bdm/dilugim/Nations/WRR2/index.html). Al menos uno de los autores del artículo (Rips) se ha desmarcado públicamente del libro de Drosnin (http://www.thei.aust.com/torah/coderips.html). Brendan McKay ridiculiza los métodos de predicción encontrando las predicciones de la muerte de la Princesa Diana y del propio Drosnin en la novela Moby Dick (http://cs.anu.edu.au/people/bdm/dilugim/diana.html y http://cs.anu.edu.au/people/bdm/dilugim/drosnin.html)

  4. © Andrew Stouppe (*)

    Hay algunas cosas que siempre me han hecho poner los ojos en blanco cuando aparece el tema del "Código de la Biblia".
    ¿Con qué autoridad en la información llegamos a la conclusión de que vale siquiera la pena buscar mensajes codificados en algún texto sagrado? ¿Quién dijo que siquiera estaba allí para que la buscáramos? ¿Dios? Si asumimos que existe un Dios, de lo cual no tenemos evidencia, ¿por qué nos daría un manual bastante explícito sobre la vida y después se tomaría el trabajo de ocultar mensajes en él sin mencionarlo? ¿No son el propósito y la finalidad de la Biblia, el Corán y la Torá ser una guía para que la siga toda la gente de Dios? La finalidad de la codificación es ocultar la información de la gente que, si la poseyera, lo dañaría a uno. ¿Qué cosa podría temer Dios que algún hombre supiera? Si se han codificado mensajes en esos textos, entonces ¿cómo sabemos que estamos interpretándolo correctamente? ¿Dónde está la clave de decodificación? La mayoría de las discusiones sobre códigos que he visto parecen dejar de lado completamente estas cuestiones.
    Como usted y yo ya sabemos, el esfuerzo y la investigación desperdiciada en esta búsqueda no ha producido beneficio alguno para la humanidad. No hemos salvado vidas ni recursos con predicciones exactas obtenidas de esos textos. De hecho, en un programa que vi en cable sobre los Códigos de la Torá, los "expertos" lectores de códigos hicieron afirmaciones que querían decir que intentar ver el futuro con los códigos probablemente haría enojar a Dios. Entonces ¿qué sentido tiene? Si nos dio predicciones exactas del futuro como recompensa por interpretar el código, ¿debemos creer que espera que no lo usemos en nuestro beneficio?
    Esta gente afirma que tienen conocimiento especial de esos textos. La naturaleza de sus alegaciones contradice la intención explícita de esos textos. De hecho los textos prohíben específicamente este tipo de actividad:

    Ezequiel 13:9: Voy a levantar la mano para castigar a los profetas que tienen visiones falsas y cuyas profecías son mentira.

    Ezequiel 22:28: Los profetas ocultan la verdad, como quien blanquea una pared; dicen tener visiones, y anuncias cosas que resultan falsas. Aseguran que hablan en mi nombre, cuando en verdad yo no he hablado.

    Mateo 24:24: Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas; y harán grandes señales y milagros, para engañar, a ser posible, hasta a los que Dios mismo ha escogido.

    Además esos textos afirman que están completos. La palabra de Dios es para todos y va a usar tantas palabras como sea necesario para que se entienda su mensaje. Si dios no lo puso allí en blanco y negro para que todos lo vean, entonces no es la palabra de Dios.

    Luqman [31.27]: Y si cada árbol de la Tierra se convirtiera en plumas y el mar en tinta, sumándole siete otros mares más para aumentarlo, las palabras de Alá no terminarían; pues ciertamente Alá es poderoso y sabio.


    Si Dios existe, en verdad no necesita que decodifiquemos mensajes secretos para revelar sus palabras por él. Ha dicho esto él mismo, si tomamos los textos sagrados como su palabra. Si Dios existe entonces debemos quedarnos tranquilos de que él ha revelado todo. Si se nos dice en la Biblia, el Corán y la Torá que esos libros lo abarcan todo entonces debemos confiar en él. Ha afirmado es que su palabra es para todos y se aplica a todos por igual. Claro está que Dios está más allá de las patrañas y los trucos. No los necesita y con frecuencia los señala como un atributo especialmente humano.
    Si Dios no existe entonces esos textos son la obra de los hombres. Los hombres han creado muchos textos alegóricos y simbólicos con significados ocultos. Sin embargo una vez que excluimos a dios y antes de que podamos empezar a ocuparnos de la inutilidad de los "mensajes" o la dificultad de codificar mensajes que puedan ser extraídos de manera confiable de un texto que en sí mismo expresa ideas de forma coherente, primero debemos ocuparnos del tema de la exactitud de las predicciones humanas sobre el futuro...


    Citado por James Randi en su comentario del 24 de setiembre de 2004.

  5. ¿Dónde ponemos a la religión?

    sábado, octubre 01, 2005

    © Fernando G. Toledo

    Hace poco más de un lustro, el biólogo de la Universidad de California Francisco J. Ayala publicó un artículo en pos de la convivencia entre religión y ciencia. La excusa era una defensa a la teoría de la evolución, en un momento clave para tal reivindicación: en 1999, el Consejo de Educación del estado de Kansas (EE.UU.) eliminaba de los planes de estudio la cosmología y la teoría evolutiva.
    Mediante un texto lúcido y transparente, Ayala postuló que la ciencia y la religión podían respetarse mutuamente, ya que los ámbitos de una no se entrometían con los de la otra. Esto porque, decía Ayala, “es una metedura de pata confundir la Biblia con un libro de texto elemental de astronomía, geología o biología”, al tiempo que “la ciencia busca explicaciones materiales para los procesos materiales, pero no tiene nada definitivo que decir acerca de las realidades ajenas a su campo de acción”. El biólogo ponía aun más énfasis en las limitaciones de la ciencia que en las de la religión: “El conocimiento científico no puede contradecir las creencias religiosas, porque la ciencia no tiene nada que decir a favor ni en contra de las realidades religiosas o de los valores religiosos”, afirmaba el texto.
    Es difícil no estar de acuerdo con Ayala. Quizá porque, como bien recordaba el académico, la ciencia no es la única forma de acceso al saber. Pero vale la pena ahondar en la analogía y, al revés de lo que aseguraba este biólogo, sostener que la religión tampoco es un modo fiable de conocimiento. Para muchos (Ayala, por ejemplo, pero también Stephen Jay Gould y su célebre NOMA o el filósofo Paul Kurtz, cada uno a su modo), la religión no debe verse amenazada con el cada vez más sorprendente avance de la ciencia ya que a las creencias todavía les incumbe algo más: las fábulas morales, la capacidad de metaforizar sobre las relaciones humanas, el bálsamo psicológico para las penas de la vida diaria. Es, como puede verse, un resquicio justo para la religión, ya que probablemente ése haya sido su nido original: la consolación ante lo inevitable de la muerte.
    Cierto es que la ciencia no pretende ser otra religión. Aunque en esto cabe sí una certeza: la ciencia, sin quererlo, ha terminado entrometida con la religión porque esta última tiene un afán de contener al mundo todo, con sus creencias y sus saberes incluidos. Nada más que por eso, y a pesar de que la Iglesia Católica (tal como el propio Ayala lo explica citando un largo párrafo de Juan Pablo II) asegura que la Biblia no es científica, la ciencia ha sido y es todavía un problema para los dogmas. Vale la pena repasar las palabras del papa polaco: “La Biblia nos habla de los orígenes del universo y su estructura no a fin de proveernos de un tratado científico, sino de establecer la correcta relación del hombre con Dios y el universo. Las Sagradas Escrituras sólo pretenden declarar que el mundo fue creado por Dios y, para enseñar esta verdad, se expresan en los términos de la cosmología en uso en los tiempos del escritor. El libro sagrado pretende asimismo decir a los hombres que el mundo fue... creado para servicio del hombre y para la gloria de Dios. Cualquier otra enseñanza acerca del origen y la composición del universo es ajena a las intenciones de la Biblia, que no pretende enseñar cómo se hizo el cielo, sino cómo se va al Cielo”.
    Se quiera o no, la religión insiste en obtener su parte de explicación del mundo. El mero hecho de que el líder católico haya asegurado que el hombre fue creado por Dios (y que esto es la “verdad”) o que hay un modo de ir al cielo (y cuanto implica tácitamente) ya entra en conflicto con lo que el hombre ha podido saber mediante las evidencias, no las “revelaciones”. Y eso que evitamos hablar de la Biblia en sí: los exámenes históricos han puesto en duda mucho de lo que en ella se suponía como legítimo (el éxodo judío de Egipto, la seguridad de la existencia de Cristo), mientras que la filosofía ha llamado la atención acerca de la cuestionable moralidad de sus predicados, entre los cuales aparecen la legitimación de la esclavitud o el vergonzozo papel otorgado a la mujer.
    Se quiera o no, la evolución, la genética, la física y la cosmología, cuando no el pensamiento filosófico y el estudio histórico, desdicen a la Biblia, a pesar de que ésta no quiera, según Juan Pablo II, o no pueda decir nada acerca del mundo.
    El abismo insalvable entre la religión y la ciencia es, por si hiciera falta decirlo, el tema de la fe. La religión tiene dogmas y “saberes” cuyo basamento es falaz. Si, como dice Ayala, la religión siguiera un camino similar al de la literatura, cualquier cosa que afirmara tendría un valor sólo metafórico. Pero, ¿está dispuesta la religión a considerar a Dios sólo una metáfora, pero no una verdad? ¿Va a decir algo nuevo con respecto a la alegoría de la virginidad de la Virgen o el simbolismo vacío de los ángeles o la construcción del mito de Jesús? Que lo diga: ¿todo ello es sólo una parábola, una fábula?
    A Ayala le faltó recordar algo: que antes de Copérnico, Galileo, Newton, Einstein, Gamow, Planck, antes de Darwin, antes de Mendel, la religión sí pretendía explicar el universo, la especie y la herencia; pero cuando los descubrimientos de estos científicos fueron dados a conocer, recién allí (a veces no sin sangre) la Iglesia se vio obligada a retirarse del terreno. Se quiera o no, la religión ha sido acorralada por la ciencia aunque ésta no lo haya querido, ya que su tarea no es desdecir a la Biblia sino dar a conocer, en ocasiones por vez primera, el fruto de sus observaciones.
    Debemos terminar arribando, entonces, a la pregunta del título: ¿dónde ponemos a la religión? Pues, si uno se atiene al comportamiento religioso del mundo actual, la primera tentación es decir que su lugar debiera ser la basura. Si quienes ponen a la religión por delante de todo van a salir a matar gente (como los fundamentalistas islámicos) o a discriminar a quienes no comparten sus ideas (como lo ha hecho históricamente la Iglesia Católica y como lo hace hoy con los homosexuales), es comprensible desear que la religión se esfume para aportar a la paz mundial. Sin embargo, hay otra salida: que Dios, que las creencias, que el alma, los dogmas, sean aceptados como bellos cuentos que por un lado explican el deseo humano de conocer el mundo, y por el otro ayudan a imaginarse cuál es el mejor modo de actuar entre los demás, que es el único modo que tenemos de vivir.
    La religión puede asumir hoy lo que es, en esencia: una fábrica de mitos. No es algo de lo cual avergonzarse, si uno recuerda por ejemplo la mitología griega (que, salvando las distancias, explicaba el mundo y daba algunas lecciones morales como hoy lo hacen las religiones). Por su valor literario, por su carácter emotivo y por su tradición, la religión no tiene por qué desaparecer. Aunque deba aceptar que no es imprescindible, tiene así la oportunidad de demostrar que, por fin, puede aportar algo positivo y genuino a la humanidad.

  6. “No es tarea directa de la física, de la astrofísica o de la astronomía establecer conclusiones en cuanto a la verdad o falsedad de los productos de la imaginación teológica. Sin embargo, importantes resultados de las ciencias tenidos ya por irreversibles son constitutivamente ajenos, cuando no incompatibles, con la interpretación religiosa del mundo en cualquiera de sus versiones, pero de un modo muy patente respecto de las creencias teístas, en las que aún vive una extensa parte de la humanidad civilizada. Las ciencias apenas dejan hoy margen factible a la concepción mítico-religiosa de la realidad, como rasgo común de dichas creencias. Estadísticas fiables recientes nos informan que el ateísmo o el agnosticismo explícitos alcanzan actualmente un porcentaje superior al 60% entre los hombres de ciencia, los cuales suelen experimentar una conciencia inequívoca del irresoluble conflicto entre su campo de conocimientos y todo tipo de mentalidad mítico-religiosa. Esta situación predominante de increencia no frena, sin embargo, a los creyentes y sus mentores intelectuales en su tenaz voluntad de intentar aprovechar lo que pueda presentarse a sus ojos como un coyuntural resquicio, en la crónica de los incesantes descubrimientos de las ciencias, que les permita reafirmar su fe heredada, aunque estos intentos se hagan a menudo a costa de denunciar la fiabilidad de la razón, guiada por el seguro método científico, para conocer lo que existe, confundiendo -por lo general, de modo ostensiblemente falaz- la naturaleza indefinidamente progresiva y perfectible del conocimiento del que suministran las ciencias, con una supuesta incapacidad congénita de la razón para explicar satisfactoriamente el mundo real”.

    Gonzalo Puente Ojea
    En El mito del alma (editorial Siglo XXI)

  7. “También pediría que hubiera una separación de la ética y la religión. Los religionistas no tienen competencia especial en formar juicios morales. Digo esto porque se ha hecho un gran esfuerzo en la historia de la ética -de Aristóteles a Spinoza, Kant, John Stuart Mill y John Dewey- en demostrar que la ética puede ser autónoma y que es posible formar juicios éticos basados en un cuestionamiento racional. Existe una lógica de juicios de práctica, reglas de decisiones efectivas y conocimiento ético que podemos desarrollar independientemente de un marco religioso. La ciencia tiene un papel esencial aquí, pues puede expandir los medios a nuestra disposición (tecnología) y puede modificar juicios de valor a la luz de los hechos del caso y sus consecuencias. Mucha gente hoy cree erróneamente que no se puede ser moral sin tener fundamentos religiosos. Desde el Renacimiento, la secularización de la moralidad ha continuado independientemente a los mandamientos religiosos”.

    Paul Kurtz
    En el número 26 de Skeptical Inquirer (2002)