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  1. El catolicismo, en crisis

    martes, febrero 26, 2013

    Vacío, por Matteo Bertelli (en DeviantArt)
     
     
    Por Santiago Armesilla
    Publicado en su página web.
     
    El retomar la redacción de mi tesis doctoral hace que no actualice la web con comentarios más a menudo estos días. Sin embargo, ahora que tengo algo de tiempecito puedo comentar sin duda la noticia del mes, la cual afecta a los más de 1.100 millones de católicos (esto es, de bautizados) que en el Mundo existen.


    Unos 1.100 millones de bautizados por el Santo Sacramento, de los cuales desconozco el número real de practicantes fieles (de esos que realizan ceremonias católicas todos los días de su vida o de vez en cuando), desconociendo por igual, aunque intuyendo que son bastantes, el número de ateos católicos (categoría filosófica y sociológica rechazada por el propio catolicismo, por motivos obvios) y agnósticos católicos, los cuales niegan la existencia y/o la esencia de Dios (e incluso su idea), pero son, lo afirmen o lo nieguen, personas cuya forma de ver el mundo está totalmente influida y conformada por una cultura católica. En España hay mucho ateo católico, y también mucho agnóstico católico (podría haber más categorías, como "new age católico", como el magufo JJ Benitez), cuya «fe en la Razón frente a la superstición» se nota en su anticlericalismo: el peso mayoritario y casi único de sus críticas a la religión se la lleva la Iglesia Católica Apostólica y Romana, costándoles mucho trabajo, bien por pereza intelectual, bien por buenismo políticamente correcto (buenismo de bueno, no de Bueno) y relativismo o pluralismo cultural, la crítica a otras religiones con igual vehemencia, como el mahometanismo o el protestantismo, todo ello debido en buena medida a que son ateos y agnósticos católicos también muy influidos por las ideologías dominantes de las democracias de mercado pletórico: el liberalismo y la socialdemocracia.

    Lo cierto es que el catolicismo está en crisis. La renuncia de Benedicto XVI (no se producía una renuncia papal desde 1455) ha sido todo un terremoto. Las especulaciones están a la orden del día, y no dejarán de estarlo jamás, pues la especulación ideológica es algo que siempre ha rodeado a la Iglesia Católica, como a toda institución importante a nivel cultural y político, y más del calado de esta, con una vida de más de 2000 años (recordemos la cita bíblica -Mateo 16:13-18-: «Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, que significa piedra, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella»). Esta cita bíblica es el fundamento divino de la santidad cristiana de la Iglesia Católica, por mucho que les pese a los protestantes, que afirman erróneamente que el catolicismo pasa de la Biblia. No pasa, sencillamente tan importante es la Biblia como la tradición (las cosas que se hacen en torno a la Biblia, en torno a la figura de Jesucristo) tanto antes de su existencia como después. Y en el después, la tradición es eminentemente la desarrollada, a través de diversas obras, de diversas instituciones, por la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

    Dicho esto, y volviendo a la renuncia de Joseph Ratzinguer, los motivos de su renuncia son, a mi juicio, obvios: su estado de salud cada vez más precario, precarizado por disgustos como los del caso «Vatileaks» o por los bochornosos y criminales casos de pederastia masiva ocultados durante décadas por la curia católica. Casos de abominación sexual que ni el polémico Compendio Moral Salmaticense Según la Mente del Angélico Doctor, de Marcos de Santa Teresa, ha podido, con todo su poder moral (sic) evitar o suprimir. Un compendio moral que condena la homosexualidad como «pecado contra natura» (la sodomía en general), pero no explícitamente la pedofilia y la pederastia. Pues se condena el estupro pero no la pedofilia o la pederastia, hablando de un genérico y abstracto "modus innaturalis concubandi", en el que se incluyen y se explican como pecados las poluciones (las pajas), la sodomía o la bestialidad (la llamada zoofilia). Este solo hecho, esta falla en este tratado moral, por mucho que pueda fastidiar a sus defensores más acérrimos, muestra las fallas grandes, que explican muchas cosas –muchas aberraciones éticas, morales y políticas en el seno del «pueblo de Dios»–, acerca de la moral sexual de la Iglesia Católica, una moral sexual que le está costando la pérdida de credibilidad y de fieles evidente que todos, incluidos los ateos católicos, deben reconocer. Una moral sexual que, como muestra este Compendio Moral..., es, como ya dijo el materialista Alfonso Fernández Tresguerres, «un error desde el punto de vista biológico y una irresponsabilidad desde el punto de vista moral».
    Dicho esto, creo que, por el bien de la Iglesia Católica en particular, e incluso por el bien de la racionalidad en general, esta institución de más de 2.000 años necesita renovarse, en un proceso cuyas influencias no solo tienen que venir desde dentro de ella, sino también desde fuera. El nuevo Papa que venga, y los que le sucedan, si no quieren que el catolicismo sufra aún más un proceso de descomposición y degeneración análogo al que sufrió en su momento el comunismo (cuya Roma fue Moscú), deben renovar completamente el catolicismo, dándole la "vuelta del revés" sin abandonar sus dogmas básicos que son perfectamente defendibles y fundamentales para su recurrencia histórica institucional. Renovación que incluya, también y necesariamente, la revisión de tratados morales como el del Angélico Doctor que actuales ateos católicos, antiguos progresistas anticlericales malconvertidos al catolicismo sociológico, jalean como si fuesen fans de Justin Bieber.
    En definitiva: fuera de la Iglesia Católica no hay salvación, pero la salvación de la Iglesia Católica depende tanto de dentro como de fuera de ella.