Rss Feed
  1. Un guardia suizo custodia en el Vaticano el cadáver de Benedicto XVI. Foto: AP.




    a muerte de Joseph Ratzinger, papa Benedicto XVI para la Iglesia Católica, ha permitido ver unas exequias inéditas en el Vaticano, la santa sede de esta religión, la mayoritaria en el planeta y basal para nuestra cultura.

    Las claves que hacen tan especial el funeral de este papa católico tienen que ver con la excepcionalidad de su figura, al tratarse de un papa emérito, algo pocas veces visto en la historia. En particular, porque Benedicto XVI llegó a ese puesto tras una renuncia en 2013 a su cargo, al que había llegado para ocupar el puesto que dejó Juan Pablo II (Karol Wojtila) con su muerte, en abril de 2005.

    El pontífice alemán termina sus días con una historia particular: llevó el hábito de papa emérito durante más años que el de papa efectivo, dejó lugar a la primera designación de un papa americano (el argentino Francisco I) y dejó una estela de misterio alrededor de las razones de su abdicación.

    Por un lado, el fallecimiento provocará, entonces, algunos hechos nunca vistos en la historia de la Iglesia Católica.

    Por ejemplo, el funeral a un papa estará encabezado por un papa. La muerte no llevará a la elección de otro. Y, finalmente, será destruido el anillo del pescador, emblema que lucen los papas en el anular de su mano derecha. Este anillo es legado de un papa a otro, pero en el caso de Benedicto XVI se construyó uno para que él siguiera luciendo el suyo y Francisco tuviera el propio.

    Entre los pocos antecedentes a la renuncia del papado aparecen la de Celestino V (1294), quien al parecer no estaba en sus cabales. La última había sido la de Gregorio XII, quien dejó el cargo en 1415 como “sacrificio” personal para solucionar una serie de conflictos eclesiásticos que dio en llamarse “Cisma de Occidente”.

    ¿Por qué renunció el papa Benedicto XVI?

    Ahora bien, ¿cuál fue la razón para que el 28 de febrero de 2013, Benedicto XVI acabara renunciando? Las excusas oficiales no tienen por qué ser rechazadas de antemano y hablaban de una debilidad de salud que le impedían a Ratzinger entregarse a pleno a su papado. Según el propio obispo: “Llegué a la certeza de que mis fuerzas, debido a una edad avanzada, ya no son aptas para un adecuado ejercicio del ministerio petrino”. Otras voces, sin embargo, han hablado de un debilitamiento en otro sentido: el que sintió el Santo Padre de los católicos por diversos escándalos y también por una intención de miembros de la iglesia que habrían propugnado un aire más progresista en la Iglesia. El alemán cargaba con una fama de conservador, a veces poco justificada si se tienen en cuenta cuestiones como que fue el primer papa en hablar del uso del preservativo como un “acto de responsabilidad” en casos puntuales.

    Sin embargo, otra de las hipótesis que se manejan resulta, para muchos, más inquietante. Y tiene que ver con la aparición de una “noche oscura del alma”, que se extendió hasta el fin de sus días. Con ese término se alude al célebre poema de San Juan de la Cruz, poeta y místico español, que pone en palabras un momento de duda ante la fe religiosa.

    En el caso de Ratzinger estamos no sólo ante un papa y nada más, sino a un teólogo y filósofo de gran magnitud, autor de textos notables, además de sus encíclicas y conferencias. Entre estas últimas, hay una que destaca sobremanera: el “Discurso de Ratisbona”, cuyo título original era “Fe, razón y la universidad: recuerdos y reflexiones”, y fue pronunciado el 12 de septiembre de 2006. Allí, reflexionaba sobre el entrelazamiento de fe y razón y tuvo un capítulo polémico por una dura referencia al Islam.

    Esas reflexiones de Ratzinger sobre la fe dieron origen luego a un libro, editado en español bajo el título Dios salve la razón. En él, como cuenta la presentación del volumen, “diversos intelectuales de primera línea, provenientes de diferentes países, tradiciones religiosas y posiciones culturales, se dan cita en este libro para recoger el desafío planteado por Benedicto XVI en su célebre lección magistral en la Universidad de Ratisbona en septiembre de 2006: ampliar la razón. Desde diferentes perspectivas, coinciden en proponer un nuevo humanismo que integre de manera nueva la relación entre fe y razón”.

    El texto más notable de ese volumen no era el del propio Benedicto XVI, sino el de un filósofo que escribía en castellano: el español Gustavo Bueno, un “ateo católico”, autor de un sistema materialista y probablemente el más notable filósofo de habla hispana de todos los tiempos. Su artículo, tan brillante y contundente, fue leído por el propio Ratzinger y, se dice, lo llevó a largas reflexiones. En él, Bueno decía que el Dios de las grandes religiones no es en sí racional, sino que ha sido la Iglesia la que ha “salvado la razón” para la tradición histórica, y ha permitido el desarrollo de imperios y culturas que hoy destacan en el mundo.

    Consultado el propio Gustavo Bueno sobre si su texto habría dinamitado la fe del pontífice, este respondió: “Me han dicho algo así. No tengo ninguna razón para creerlo o para dejarlo de creer. Parece ser que lo leyó. (...) No creo que mi artículo de 2008 le haya planteado dudas de fe al papa, en todo caso habría ahondado en un proceso que vendría de más lejos”.

    En esa posibilidad ahonda el profesor de filosofía Yago de la Cierva, quien trabajó en oficinas del Vaticano y para el Opus Dei. Para él, estuvo muy claro el porqué de la renuncia: “el único modo en que se consigue entrever qué puede pasar por la mente y el corazón del Papa es una crisis espiritual”. Podríamos agregar: el único modo de entender el sintagma “crisis espiritual” es pensar en una pérdida de la fe.

    Un último dato anecdótico podría terminar de confirmarlo. En mayo de 2006, Benedicto XVI se detuvo a orar ante el “muro de la muerte” de lo que fuera el campo de concentración de Auschwitz, levantado por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Allí fueron torturadas y asesinadas, según algunos cálculos, más de un millón de personas. Conmovido, Ratzinger exclamó en italiano: “Sólo se puede guardar silencio, un silencio que es un grito hacia a Dios: ¿Por qué, Señor, permaneciste callado? ¿Cómo pudiste tolerar todo esto?”.

    Esas palabras de reproche a la divinidad, venidas de parte nada menos que de la máxima autoridad católica en el planeta (un apóstol de Cristo, según la creencia) no pueden ser ignoradas.

    Tal vez ese brillante teólogo que fue Joseph Ratzinger tuvo su noche oscura, sólo que el azar le llevó a sufrirla siendo nada menos que Papa. Su inédito retiro, que lo recluyó hasta el fin de sus días, permitió tal vez una paradoja: que un papa no creyente fuera el que acaba de morir.


  2. 8 comentarios:

    1. Barullo dijo...

      Y un día volvió Razón Atea. ¡Saludos, Fernando, y muy feliz año nuevo!

    2. ¡Gracias, Marcelo querido! Feliz año nuevo para vos y tus seres queridos.

    3. Saludos, Fernando. Contento de ver actividad en tu blog.

    4. Manuel dijo...

      Magnífico artículo y magnífico retorno de Razón Atea.

    5. EVIL PREACHER y MANUEL: Muchas gracias. La alegría también la siento yo por esta especie de vuelta al pasado que me permite retomar contacto con tan grandes comentaristas, de quienes tanto he aprendido. Un gran abrazo.

    6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.
    7. ¡Saludos Fernando! Cuanto tiempo sin leerte acá, que alegría.

      Me parece muy interesante desde el punto de vista periodístico y filosófico, la hipótesis que planteás en este artículo.
      Sin embargo debo confesarte que, al menos en este momento, la encuentro poco verosímil, al menos basado en lo que acá se expone (lo cual por otro lado no le resta calidad a tu artículo).

      Me gustaría por tanto saber tu opinión respecto a la influencia que pudo haber tenido el caso "vatileaks" en la renuncia de Ratzinger, particularmente en lo relativo a la revelación de corrupción financiera y negocios turbios al interior de las altas jerarquías de la iglesia.

      En lo personal siempre me ha parecido que la renuncia del papa que ha muerto y la escogencia misma para su sucesión del carismático Francisco tiene que ver con un manejo político de este escándalo emergente, pero admito que nunca me documenté lo suficiente como para formar una opinión más sólida.

      ¡Un abrazo y muchos éxitos!

    8. Estimado David, perdón por mi retraso en la respuesta. Debo decir que no soy un experto en temas vaticanos, aunque pareciera muy verosímil que el golpe por el escándalo debió ser muy fuerte. Mucha exposición y ventilación de pujas de poder, sobornos y "aprietes" en los que se mezclaron tesoros, finanzas y cuestiones de sotana (por el caso de los obispos homosexuales). Sin embargo, no sé si algo así puede llevar a un papa a abandonar su cargo de poder. Tal vez es mejor pensar que una combinación de cuestiones (el desgaste por ese escándalo, más la mengua en sus convicciones) son las que produjeron el desenlace: su abdicación como papa "efectivo".