Según la creencia de los monoteístas y deístas, Dios es una “persona” espiritual con conciencia, pero ¿es legítimo suponer eso? Vamos a ver:

1) Desde un punto de vista etimológico, la palabra “persona” deriva de per sonare, nombre de una máscara usada por los actores griegos en el teatro, la cual era finita y material, como nosotros las personas biofísicas per analogiam; es decir, una persona, definida como “individuo de la especie humana”, es necesariamente material-corpórea y finita.
Por tanto, Dios no puede ser una persona, ya que éste presenta los predicados constitutivos de “espíritu-inmaterial” e “infinito”, los cuales se contradicen con el predicado de “personal” que incluye los conceptos de “material” y “finito”.
2) Decir que todas las personas son materiales y finitas se basa en el siguiente razonamiento inductivo: “Todas las personas conocidas hasta ahora son materiales y finitas. Luego, todas las personas existentes son materiales y finitas”. Análogo a las hipótesis generales que se hacen en ciencias como: “Todos los metales, conocidos hasta ahora, al calentarse se dilatan. Por tanto, todos los metales del mundo al calentarse se dilatan”.
3) Si se me objeta que no sólo los seres humanos son personas, sino que también las empresas o personas “jurídicas” respondo que:
a) las empresas o las organizaciones sociales son, también, sistemas materiales y finitos (aunque con algunas propiedades emergentes diferentes a las personas humanas).
b) las entidades sociales son “personas” por “analogía” con las personas humanas, ya que éstas son los sujetos de derecho (una empresa o entidad social no existe sin personas), y la empresa se dice que es “persona” como una mera fictio iuris convencional y formal.
4) Decir que un Dios infinito tiene conciencia es absurdo, ya que la conciencia es un atributo de seres finitos y, por tanto, no puede predicarse a un ser infinito.
Al definirse a Dios como un ser infinito, la conciencia también tendría que ser infinita, pero si extrapolamos la conciencia al infinito ésta se distorsionaría o desaparecería dejando de ser tal conciencia; de la misma manera que si a una circunferencia le extendemos hasta el infinito su radio, ésta deja de ser circunferencia y se transforma en línea recta o bien desaparece (junto con su radio).
Por otro lado, toda conciencia se basa en el par sujeto-objeto y es conciencia de algo externo (Husserl, Brentano) que, al limitar a la conciencia, la hace finita. Pero si Dios es infinito anegaría al objeto externo hasta hacerlo desaparecer, con lo que destruiría el par de conceptos sujeto-objeto en que se basa la conciencia, y ésta ya no sería tal.
5) Decir que Dios tiene una conciencia inmaterial es érroneo, ya que no hay conciencia sin cerebro o estructuras neurofísicas (o soporte material en el caso de la IA o el chip soul catcher que podrían, en el futuro, albergar un estado de conciencia). La “conciencia” es un término que denota un estado neurofisiológico de la zona del lóbulo frontal, y no puede aplicarse a una entidad que no sólo carece de neocórtex, sino que carece de la más mínima estructura material como Dios.
6) Decir que Dios tiene una conciencia atemporal es ridículo, ya que la idea de conciencia está ligada con la idea de devenir temporal; es decir, toda conciencia es temporal, ya que es corpórea, y el tiempo como devenir está en función de entidades materiales-corpóreas (como la conciencia). No hay sistema material sin tiempo, ya que éste describe el cambio o mudanza de la materia.
Como conclusión, suponer gratuitamente que Dios es persona es:
a) Fruto del error de extrapolar contenidos materiales de sujetos corpóreos hasta un límite contradictorio en el que se distorsionan esos contenidos y dejan de ser tales.
b) La tendencia infantil de las mentes primitivas de los creyentes de elaborar analogismos antropomórficos o pseudoexplicaciones, en los que se le trasponen cualidades humanas a un supuesto ser que nada tiene en común con ellos, y que lo tornan contradictorio e imposible.
Reproducido con autorización para Razón Atea.