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  1. Actos vandálicos contra los buses ateos

    miércoles, enero 28, 2009



    MADRID, 27 Ene. (EUROPA PRESS) - La Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (AMAL) afirmó hoy que algunos autobuses con mensajes ateos que circulan por Barcelona han sido atacados, unos «actos vandálicos» que atribuyó a las recientes críticas de la Conferencia Episcopal contra esta campaña publicitaria.
    El presidente de AMAL, Luis Vega, señaló que «no es casual» que los «actos vandálicos» registrados en Barcelona, las «persecuciones» a algunas familias que piden la retirada de crucifijos de los colegios públicos en Valladolid o las últimas manifestaciones «neocon» coincidan con las últimas críticas de los obispos españoles contra las campañas ateas en autobuses municipales.
    «No nos importa ni nos preocupa que nos llamen blasfemos. Pero no creo en las casualidades y me parece que el comunicado de los obispos del viernes pasado, con las concentración neocon y con actos vandálicos en Barcelona no es pura casualidad. Nos gustaría que no fuera así porque no es nuestro objetivo. En cambio, ningún autobús católico, musulmán o budista va a ser perseguido por los ateos», agregó.
    El presidente de los ateos madrileños también criticó el Concordato español con el Vaticano y llamó a romper con los «privilegios» con los que cuenta la Iglesia católica. «En España ha habido alguna asignatura pendiente por una transición no resuelta del todo. Algunos de los elementos como la Monarquía, el Ejército y la Iglesia fueron brindados», indicó.
    Por otro lado, Vega aseguró que, en cambio, «sí es casual» que una de las líneas de autobuses con publicidad atea, concretamente la 3, pase por la catedral de la Almudena de Madrid. «He nacido muy cerca de aquí, en la Plaza de Santo Domingo, y me encanta. Además, si buscas en Madrid líneas de comunicación que sean céntricas es imposible evitar esta situación. Nuestro objetivo es un medio público porque está ligado a los ciudadanos y su beneficio redunda para los ciudadanos y más en zonas céntricas. El que pase por la Almudena o la Capitanía general no nos viene mal pero no era nuestro objetivo. Ningún ateo va a pasarse a ser católico o al revés por ver los mensajes», apostilló.
    Respecto al «contraataque» de asociaciones cristianas con lemas a favor de la existencia de Dios en autobuses municipales, Vega mostró su conformidad, pero indicó que «todas las iglesias y las sectas llevan 2.000 años haciendo campaña».
    Vega señaló que el objetivo de la campaña que arranca hoy es «hacer visible» al colectivo ateo y crear debate, al tiempo que manifestó que gracias a ella ha descubierto a personas ateas de más de 65 años que «han sufrido mucho en este país y a las que se va a hacer un homenaje».

    30 mil euros recaudados
    El presidente de AMAL indicó que se han gastado 3.800 euros en las dos líneas autobuses de las líneas 3 y 5, y ha recaudado 30.000 euros. «En Barcelona nos hemos gastado más de 2.000 euros y en Málaga ya están saliendo autobuses. El lunes que viene lo harán los de La Coruña y en breve esperamos llegar a otros puntos de España», dijo, al tiempo que precisó que todo el dinero recaudado se va a utilizar en esta campaña.
    «Seguramente se pueden gastar mejor los 30.000 euros. Algunos lo dedican al tráfico de drogas o a las armas, pero nosotros lo hacemos para crear en el país un debate entre creyentes en los derechos humanos y la libertad del individuo. Creemos que eso es un dinero muy bien gastado, aportado de manera voluntaria. Estamos vigilando mucho que hay una aportación discutible», prosiguió.
    Vega no descartó ampliar la campaña en Madrid y Barcelona, y avanzó que en marzo anunciarán una nueva iniciativa, que no quiso desvelar. Además, destacó que en Valencia están teniendo algún problema para implantar la campaña y que siempre hay alguna barrera entre la empresa de Publicidad y el cliente.
    «En Madrid, que no hemos tenido problemas con Publisistemas –la empresa encargada de gestionar la publicidad de los autobuses de la capital–, pero el trámite ha sido lento. Además, hay un ideario de la publicidad donde existe un punto subjetivo, que dice que se permitirá una publicidad que no dañe a los usuarios, lo que puede hacer que una fotografía desnuda sea censurada», dijo el presidente de los ateos en referencia al anuncio sobre una reciente película que fue retirado de las marquesinas.

    Entre el «probablemente» y la felicidad
    El presidente de los ateos madrileños quiso aclarar el significado del lema de la campaña: «Probablemente Dios no exista. Deja de preocuparte y disfruta de la vida» ante las críticas sufridas por parte de algunos sectores. Así, señaló que el adverbio «probablemente» implica que la campaña no es «dogmática» y está basada en la lógica.
    «Si me preguntaran que hay un tigre de bengala que vuela diría que no existe, pero no descarto que por evolución algún día lo haya. Lo reconoceríamos y no nos causará un trauma, ya que nosotros no nos basamos en ninguna escritura o en elementos que impiden el progreso de la gente», dijo.
    Sobre la segunda parte del lema, Vega señaló que la felicidad no depende de algo subjetivo «ni de cielos ni de infiernos». «Por decirlo de otro modo, significa que lo que sí existe es tu vecino. Comunícate con él, organízate y consigamos un mundo mejor. No tenemos un varita mágica para hablar de la felicidad porque no hay masoquistas que son felices siéndolo», añadió.

    Además, como saben, en España pasa esto.

  2. ¿El regreso de las religiones?

    viernes, enero 23, 2009

    El sociólogo se ocupa de un tema crucial en los últimos tiempos, actualizado de manera dramática a partir del conficto en la Franja de Gaza: la tensa relación entre religión y política. Las conversaciones entre el filósofo ateo Jürgen Habermas y Joseph Ratzinger, poco antes de ser consagrado Papa, incitan a una reflexión sobre las posibilidades de la democracia de integrar a las creencias religiosas, y sobre todo, acerca de la aceptación de las iglesias para vivir en un mundo moderno y racional. Para eso también es necesario que las teocracias de Oriente Medio acepten esos cambios.

    © Juan José Sebreli
    Publicado en Perfil

    El resurgimiento del fundamentalismo islámico en el Medio Oriente y en países asiáticos con teocracias capaces de movilizar a amplios sectores populares, actualizó el tema del fin del «desencantamiento del mundo» y del regreso de las religiones.
    Sin embargo, en occidente estos sucesos adquieren un carácter contradictorio, si bien se observa desde finales del siglo pasado y comienzos del actual una revalorización de la religión tan devaluada en tiempos anteriores, a la vez, se notan signos opuestos de debilitamiento. En el catolicismo, las vocaciones sacerdotales son cada día más escasas, disminuyen la asistencia a misa y los matrimonios por Iglesia, y casi ha desaparecido la confesión. Los dogmas contra la disolución del matrimonio, la anticoncepción, el aborto, la libertad sexual no son acatados ni siquiera por los mismos creyentes; nunca la religión incidió menos en la vida cotidiana del hombre común.
    Las exequias del Papa Wojtyla fueron un suceso mediático multitudinario pero no menos al fin que las de Lady D. Como decía César Magris la Iglesia puede colmar las plazas pero no llenar los templos. Los medios de comunicación masiva han transformado la religión en un espectáculo, a su vez algunos grupos políticos la usan a favor de sus propios intereses y ciertos intelectuales versátiles que, hasta hace poco la desdeñaban, ahora la alaban,
    Uno de los últimos debates que agitaron los círculos de la intelectualidad europea fue el sostenido entre Jürgen Habermas y el filósofo italiano Paolo Flores d’Arcais. Esta polémica fue precedida por otra más curiosa entre Flores d’Arcais y el entonces todavía cardenal y prefecto de la Inquisición, Joseph Ratzinger moderados por un judio (¿Dios existe? Diálogo sobre la fe, el saber y el ateismo). A este debate debe agregarse la obra teórica y la militancia del teólogo y filósofo católico Hans Kung que, desde hace años, viene bregando por una profunda reforma modernizadora de la Iglesia.
    No siempre el debate religioso se da en ese nivel, algunos académicos caen en posiciones tan artificiosas como la de Gianni Vattimo al intentar la amalgama de Nietzsche y el cristianismo, otros más frívolos adecuan el espiritualismo oriental al gusto californiano.
    Es curioso asimismo que un pensador como Carl Schmitt que reivindicaba las más retrógradas tradiciones del catolicismo contrareformista –Donoso Cortés– es hoy rescatado igualmente por el conservadurismo y por el progresismo neopopulista.
    Más significativo aún es la influencia del fundamentalismo evangélico en la derecha del partido republicano estadounidense. Es sabido que buena parte de los electores de George W. Busch lo fueron por sus posiciones religiosas opuestas al aborto y a la homosexualidad. Esta incidencia de la fe en la política no forma, sin embargo, parte de la tradición estadounidense. A diferencia de los países hispanoamericanos de origen católico, la religión se mantuvo separada del Estado desde el orígen mismo de su constitución como nación tal como lo muestra la Declaración de derechos de 1776, donde por primera vez en la historia se garantizaba «el respeto recíproco de la libertad religiosa de los demás». Los protestantes evolucionaron antes que los católicos porque en la Reforma, con la libertad de interpretación de La Biblia, estaba el gérmen mismo de la secularización.
    En la actualidad, en el corazón de occidente han surgido no sólo movimientos religiosos, sino también filosóficos y hasta estéticos contrarios a la racionalidad, la modernidad, el progreso científico y la democracia que constituyeron su paradigma desde la Ilustración. Samuel Huntington se equivocaba cuando hablaba de «choque de civilizaciones» porque el conflicto no se da tan sólo entre occidente y oriente, sino en el mismo occidente.
    Habermas, en el debate al que nos referimos habla del surgimiento de un «pensamiento posmetafísico» como fundamento de una «sociedad posecular» que no implica un retorno a una sociedad presecular y premoderna sino la neutralidad y abstención del Estado democrático con respecto a las visiones del mundo, filosóficas o religiosas. Esta posición fue la defendida, contra la presión de las religiones, en la redacción de la Constitución de la Unión Europea que decidió abstenerse de mencionar a Dios, pues eso hubiera sido excluir a agnósticos y ateos.
    El regreso de las religiones en el mundo occidental se diferencia todavía del fundamentalismo musulmán. Salvo las extravagancias academicistas y las minorías de integristas católicos, fundamentalistas evangélicos o de ortodoxos judíos, las religiones antiguas han aceptado vivir en sociedades seculares. Las últimas expresiones de «naciones católicas» terminaron con el fin de las dictaduras española y portuguesa en Europa y las dictaduras militares en América latina. Tardíamente, la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II en 1965, aceptó la democracia y el liberalismo, satanizados hasta entonces. Luego de siglos de luchar vanamente contra el avance de la modernidad, el Vaticano –aunque todavía tiene pendiente la firma de la declaración de ls derechos humanos del Consejo de Europa– ha tenido la inteligencia de adecuar sus doctrinas de origen premoderno a los descubrimientos de las ciencias, a convivir con otras religiones y con los no creyentes y respetar la secularización del Estado de derecho y la Sociedad civil para poder sobrevivir en el mundo moderno. El hecho de que Ratzinger, que luego fuera un Papa tan conservador como Benedicto XVI aceptara un debate público con un filósofo ateo, con la moderación de un judío, muestra que la Iglesia se ha resignado, aunque a disgusto, a vivir en una sociedad secularizada. No nos imaginamos, en cambio, un diálogo similar entre un ayhatolah y Salman Rushdie discutiendo sobre la existencia de Alá; la conversación se redujo allí a una orden de asesinato. El Islam, salvo algunos pocos países y aun en estos no en su totalidad, está lejos de esa transformación secularizadora y modernizadora que con vacilaciones, emprendieron las otras dos religiones antiguas, monoteístas y de igual origen abrahámico.
    Sólo un Estado democrático es capaz de reconocer el conflicto inconciliable entre creyentes y no creyentes y entre creyentes de distintas religiones y, a la vez, impedir que ese conflicto devenga guerra ideológica. La modernización y la democracia dejarán de ser para los orientales, una intromisión imperialista de occidente, sólo cuando se decidan emprender por sí mismos, el proceso de secularización, y transformen la teocracia en un estado laico.
    Esas transformaciones no serán fáciles de lograr cuando algunos sectores de la intelectualidad occidental, los posmodernos, pretenden relativizar la tradición universalista de los valores democráticos reduciéndolos a mera particularidad occidental y justifiquen, sin quererlo, en nombre del multiculturalismo, desigualdades y opresiones que no aceptarían en su propio país, por el mero hecho de constituir parte del ritual religioso y la identidad cultural de otros pueblos.

  3. Deconstruyendo a Chesterton

    viernes, enero 09, 2009


    Por Eduardo Robredo Zugasti
    Publicado en La Revolución Naturalista

    Creía G. K. Chesterton que «Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo».
    Bueno, normalmente no es preciso esperar tanto:


    Y hay que observar, por otra parte, que la credulidad de los católicos no se agota en su particular selección de creencias religiosas, sino que se extiende a otras creencias supersticiosas ajenas a su religión. Entre los practicantes, un
    25% cree en la astrología; un 24%, en el mal de ojo, y un 22%, en la existencia de brujas y otras personas con poderes maléficos. En conjunto, el 52% de los católicos practicantes tiene, además de sus creencias religiosas, alguna otra
    creencia supersticiosa.

    El comentario procede de una encuesta sobre la fe en España publicada por el diario Público. El trabajo muestra que aunque hay muchos crédulos entre los ateos (7% de la población) y los no creyentes (2%), estos no están realmente dispuestos a «creer en todo». De hecho, son menos vulnerables a la creencia en ángeles, platillos volantes, horóscopos o fantasmas. Los católicos practicantes están ligeramente menos dispuestos que los «no practicantes» a sostener creencias esotéricas... pero mucho más a creer en milagros o en el demonio.
    Los datos son consistentes con otros estudios similares. Uno de 2007, por ejemplo, certificaba que los estadounidenses creen más en los ángeles que en la teoría de la evolución. Según otras encuestas (2004), hasta el 34% de los católicos y el 29% de los protestantes sostienen creencias aparentemente supersticiosas e incompatibles con el dogma cristiano, como la reencarnación. Todo esto antes de dejar de creer en Dios.
    Contrariamente al salmo de Chesterton, casi todos los estudios (desde el de Huntley y Peeters sobre creencias paranormales, hasta el último trabajo que recopilaba la universidad de Baylor) indican que existe de hecho una correlación positiva entre religión y superstición, si bien esta relación exhibe unos patrones bastante complejos, similares en buena medida a los mostrados por la encuesta de Público.

    PD: Rodney Stark (tampoco es una sorpresa), no está de acuerdo.

  4. ENTREVISTA

    El prestigioso antropológo mendocino Luis Triviño presentó su libro El ateísmo. Está dedicado a su gran amigo, el padre Jorge Contreras, recientemente fallecido

    © Fernando G. Toledo

    El antropólogo, docente y ex rector de la Universidad Nacional de Cuyo Luis Triviño se sorprende cuando este periodista lo increpa: «Estoy muy enojado con su libro, Triviño». Quizá supone que quien le habla es un creyente religioso herido por la insolencia de su publicación. «Dígame por qué», pide entonces, poniendo el pecho. «Porque quería ser el primero en publicar en Mendoza un libro sobre ateísmo», responde quien esto firma.
    La broma le cae bien al siempre afable y respetuoso Triviño, porque sirve de prueba de algo que comienza a generalizarse: la aparición, en especial en Inglaterra y los Estados Unidos, de libros que critican a la religión y que han obtenido una enorme resonancia. Su propio aporte, titulado El ateísmo (editorial Diógenes) será presentado mañana [lunes 1 de diciembre de 2008] a las 20.30, en la Caja de Salud. «Ya no se puede ocultar más la crítica religiosa. Se ha generalizado la conciencia de que no hay explicación posible para lo que aseveran las religiones», anota el pensador.
    –Cuénteme sobre su libro El ateísmo, y sobre el subtítulo: «a partir de la sagradas escrituras de las religiones reveladas», que parece acotar estrictamente el enfoque.
    –El subtítulo ubica más bien la fuente de la reflexión. Es un libro pequeño, de unas 100 páginas. El primer capítulo es una suerte de breve autobiografía ideológica. Parto de que fui criado en la religión católica, y cómo a través de los años y los estudios adopté esta postura atea. Después comienzo con las críticas a las distintas religiones. Tomo al judaísmo y los textos de la conquista de la Tierra Prometida, donde se pone de manifiesto un Dios terriblemente sanguinario, que manda a matar, a asesinar. Luego al cristianismo: hablo por ejemplo del Dios trinitario, que es terriblemente sanguinario, porque el Padre de la Trinidad admite que su hijo sufra y muera para alabar la majestad de Dios. Y eso que dejo de lado las cruzadas y la Inquisición. Después analizo el tercer paso del monoteísmo, que es el del Corán. Allí analizo duramente, siempre documentado, cómo es un Dios cruel, cómo es el infierno que pinta y promete al pecador. Luego hay un estudio del Popol Vuh, porque nuestros precolombinos tampoco se quedaron atrás en plantear un dios sanguinario y cruel. Sigo con las contradicciones estrafalarias del Hare Krishna y termino con una crítica del mormonismo.
    –¿Esto no significa oponer a la existencia de un dios la existencia del mal, como se ha hecho de manera clásica?
    –Claro. El tema común a las religiones es encontrar fuera de la realidad concreta, en una entidad espiritual (que se ha inventado), la explicación del mal.
    –El libro tiene una dedicatoria muy especial que, seguro, sorprenderá a muchos.
    –Se lo dedico a Jorge Contreras (cura párroco mendocino), por una razón sencilla: la amistad. Con él trabajamos juntos en el desierto y la cárcel, más allá de toda diferencia ideológica. Le comenté a él hace dos meses sobre este libro. Y me dijo: «me parece que puede ser un trabajo para la reflexión y el diálogo». Por eso decidí dedicarle este libro antirreligioso y ateo. Estaba en prensa cuando él murió. Pero además a Baruch Spinoza. Él adoptó posturas críticas respecto del pensamiento judío de la época y lo excomulgaron. En El ateísmo cito parte del texto de excomunión.
    –¿Cómo se coteja la inexistencia de Dios?
    –En el capítulo final, planteo la alternativa «teísmo laico vs. ateísmo». Hago crítica muy rápida a los intentos del «teísmo laico» y planteo el por qué del ateísmo, pensando qué tipo de Dios podríamos concebir racionalmente: el dios deísta no nos sirve de nada, y otro que crea las cosas pero sigue su providencia, y allí aparecen las barbaridades, las catástrofes, muertes, y el concepto biológico esencial al tema del comercio entre las especies, inherente a la vida. Si un Dios creó la vida la creó con esa inherencia. Un Dios que concibe una realidad y es providente, es racional y éticamente inconcebible. Para mí el ateísmo está demostrado. Por los instrumentos racionales, éticos y empíricos, lo único que nos queda por pensar es que no existe Dios. El universo, la materia, la energía, son inherentes a sí mismos. Han tenido su evolución, pero sin ningún elemento extramaterial. Es inconcebible.
    –Los libros sobre ateísmo y las críticas a las religiones mayoritarias están viviendo un especial auge, sobre todo desde autores de lengua inglesa. ¿A qué cree se deba esto?
    –No lo sé muy bien. En cuanto a mí, no pretendía hacer una «antropología del ateísmo». Que hay predominio inglés está claro, y con mencionar sólo a Bertrand Russell eso está claro. Pero la crítica a las religiones comenzó hace siglos. Por ejemplo, cuando Copérnico propone el heliocentrismo echa por tierra al geocentrismo de Ptolomeo. Eso hablaba de que una afirmación de la Biblia era falsa, nada menos. Las creencias religiosas, en especial de la tradición judeo cristiana, se empeñaron a dar explicaciones disparatadas para tratar de compatibilizar ese «error cometido por Dios». Pero el golpe de gracia fue la teoría de la evolución. Por algo el papa Juan Pablo II tuvo que reconocer que el cuerpo humano proviene por evolución de animales, pero en algún momento Dios «puso un alma». Sin embargo, eso es como querer unir el agua con el aceite. Ése para mí fue el gran reconocimiento de que la explicación científica era superior a la explicación religiosa. Por eso últimamente han surgido todos estos temas: ya no se puede ocultar más la crítica religiosa. No se trata de un Voltaire suelto, ni un Spinoza. Actualmente es una conciencia generalizada de que no hay explicación religiosa posible.
    –¿Cómo definiría su propio ateísmo y cuándo empezó a reconocerse como ateo?
    –Lo señalo en las primeras páginas. Aunque fue un proceso que me resulta muy difícil de narrar. La cosa empezó como una actitud de escepticismo, que es la posición más «livianita». Después vino endurecida por un agnosticismo. Hasta que llegué después de fuertes análisis a la decisión de que no hay nada fuera de la realidad material. Ahí vino entonces el ateísmo. En mi caso fue un proceso paulatino.
    –¿A qué se «enfrenta» especialmente un ateo argentino?
    –A las estructuras eclesiásticas, sin dudas. Recuerdo cuando apareció La puta de Babilonia [de Fernando Vallejo], una revista muy leída hizo un comentario muy breve que finalizaba diciendo: «creyentes, abstenerse». Me parece que el subsconciente le decía que los creyentes iban a reaccionar de manera negativa. No hace mucho, Dawkins dijo que a medida que la ciencia avanza, queda menos espacio para el concepto de Dios. Un obispo de Mendoza, Sergio Buenanueva (obispo auxiliar), dijo que el pensamiento científico permite o no a Dios sólo desde el punto de vista que se adopte. Para mí eso no era correcto: los hechos hablan de que no hay Dios.
    –Aquí sin embargo debo romper una lanza a favor de Buenanueva, porque a pesar de todo hay varios científicos de gran calibre y que también son religiosos...
    –Sí, claro. Que cada científico adopte la posición que se le ocurra, pero cuando se van poniendo de manifiesto los hechos, allí la posición de cada uno dependerá de las opiniones. Si alguien quiere decir que los datos de la ciencia son los que hablan de Dios, que lo pruebe.
    –La presidenta del país, Cristina Fernández, se reunió hace poco con el cardenal Jorge Bergoglio, ¿qué piensa que puede significar esa reunión?
    –La Iglesia, nos guste o no, es uno de los últimos productos derivados de la colonización. Es una estructura que tiene su influencia, sus colegios, sus privilegios... El Código Civil le atribuye todavía a los bienes de la Iglesia el carácter de bien público. Hay un montón de lacras que le dan presencia a la Iglesia como estructura y el presidente de la república tiene que tratar con eso. Hay un fragmento en el Código Civil que habla de la «profesión libre de un culto», pero no habla de la posibilidad de que «no haya» culto. Que el Estado sostenga la religión católica es una injusticia. Los juristas ponen como excusa que como el Estado se quedó con muchos bienes de la Iglesia en el proceso de la Independencia, para resarcirse tuvo que llegarse a esta situación. Pero hoy el asunto no tiene gollete. Es algo que a la Iglesia económicamente lo beneficia poco, y para la juricidad argentina es un escándalo.

    Ésta es la versión completa de la entrevista más breve que publicó Diario UNO de Mendoza.

    Más información: aquí.